Libro 'La brigada de luz' de Kameron Hurley | Reseña

Brigadas del espacio

  • Alianza Editorial ha publicado la última novela de Kameron Hurley, una de las voces más pujantes en el panorama de la ciencia ficción, dentro de su colección 'Runas'

Kameron Hurley (Battle Ground, Washington, 1980) ha ganado dos premios Hugo.

Kameron Hurley (Battle Ground, Washington, 1980) ha ganado dos premios Hugo. / G. H.

En 1959, Robert Heinlein publicó una fantasía militarista que ha acabado convirtiéndose en un pequeño clásico de la ciencia ficción: Brigadas del espacio, llevada a la gran pantalla por Paul Verhoeven en 1997. En La brigada de luz (Alianza), Kameron Hurley hace suyo el mundo imaginado por Heinlein para ambientar la acción de su novela. La Tierra es un pastel requemado que se han repartido seis grandes corporaciones. Sólo hay dos opciones: O estás dentro o estás fuera del sistema.

Si has nacido dentro, la vida será cuando menos soportable; si has nacido fuera, y quieras estar dentro, debes ganarte un lugar a pulso. Un modo rápido es alistarse en el ejército. Ser soldado te concede el derecho al voto, te garantiza prestaciones sanitarias, te permite aspirar a una casa propia o acceder al trabajo una vez termine tu contrato (si sobrevives, por descontado). Pero ser soldado supone asimismo convertirte en un peón obediente en ese ajedrez futuro. Dietz, la protagonista y narradora de La brigada de luz ha pasado por todo ello y habla sin problemas de conciencia ni pelos en la lengua de todo lo malo que ha visto y todo lo malo que ha hecho.

Heinlein es la principal influencia, no la única. Otra referente obvio, menos intenso, son las Crónicas marcianas (1954) de Ray Bradbury. En este mundo futuro, el planeta Marte ha sido colonizado y convertido en un lugar habitable, próspero, cuasi edénico. En La brigada de luz, sin embargo, las grandes corporaciones no admiten más prosperidad que la propia y temen que el ejemplo marciano puede cundir entre la ciudadanía, de modo que la Tierra declara la guerra a Marte.

Hurley hace suyo el mundo imaginado por Heinlein para ambientar la acción de su novela

Las corporaciones planifican diversas acciones bélicas de las que responsabilizan al planeta Rojo; una de estas acciones reduce a escombros la ciudad de Sao Paulo. (Otro guiño a Heinlein, en Brigadas del espacio era Buenos Aires la que desaparecía del mapa a causa de un ataque extraterrestre).

En esta guerra futura, los soldados son teletransportados al campo de batalla, desintegrados en sus bases y materializados en el frente; recuperados luego -si logran sobrevivir- y devueltos a casa. Estas operaciones no siempre salen bien y a veces los soldados se materializan con los miembros cambiados de sitio o en el interior de un muro o de un árbol, convertidos en un revoltillo desagradable de materia orgánica e inorgánica. Dietz, por su parte, es teletransportada a tiempos diferentes, lo que le permite descubrir qué les tiene reservado el porvenir. Ahí dejo a cosa.

Portada del libro 'La brigada de luz'. Portada del libro 'La brigada de luz'.

Portada del libro 'La brigada de luz'. / G. H.

Kameron Hurley (Battle Ground, Washington, 1980) -cuyo nombre sonó hace un par de años gracias a la publicación de La revolución feminista geek (Alianza)- reconstruye el mundo reaccionario y testosterónico de Robert Heinlein para dinamitarlo desde dentro, como ya hiciera Paul Verhoeven en su película, exacerbando sus signos externos: unos protagonistas duros, durísimos, rocosos, descerebrados; unos diálogos insolentes, insultantes, soeces; y una violencia omnipresente, omnipotente, ubicua, etc. De resultas, la apología militarista deviene una fábula antibélica implacable.

Hurley postula asimismo una visión no sexista del ser humano políticamente incorrecta y, por ende, políticamente saludable: según ella, tanto hombres como mujeres somos capaces de lo peor; basta que nos den la oportunidad de hacerlo. Las lecciones del realismo más sucio y procaz impregnan las páginas de La brigada de luz. En ciertos pasajes, se diría, es como el Charles Bukowski más cáustico se hubiera sentado a escribir un relato de ciencia ficción puro y duro.

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