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Un mal Eastwood es una película interesante

Drama/musical/biopic, EEUU, 2014, 134 min. Dirección: Clint Eastwood. Guión: John Logan. Fotografía: Tom Stern. Música: Marshall Brickman. Intérpretes: Vincent Piazza, Christopher Walken, Freya Tingley, James Madio, Sean Whalen, Kathrine Narducci, Mike Doyle, Steve Schirripa, Barry Livingston. Cines: Cinema 2000, Kinépolis.

Clint Eastwood nació en 1930 y Woody Allen en 1935. Cuando andábamos entre los 14 y los 16 años conocimos a Eastwood como uno de los mejores cara-palo de la historia del cine con la Trilogía del Dólar de Leone (1964-1966); y conocimos al fabuloso cómico Allen con ¿Qué tal gatita? y Casino Royale (1965-1967). Descubrimos que el cómico era un buen director entre 1969 (Toma el dinero y corre) y 1975 (La última noche de Boris Grushenko); y que el cara-palo también lo era entre 1971 (Escalofrío en la noche) y 1976 (El fuera de la ley). Nos fue sorprendiendo el genio de Eastwood entre 1985 (El jinete pálido) y 1988 (Bird); y el de Allen entre 1979 (Manhattan) y 1986 (Hannah y sus hermanas). Resulta que el cara-palo y el gracioso eran dos genios. Desde los años 80 ambos han mantenido un fuerte ritmo de rodaje, por completo ajenos a las modas, que no han abandonado pese a ser octogenarios. Son los dos últimos pos-clásicos activos del cine americano.

Estas vidas paralelas de abundante y por ello necesariamente irregular filmografía tienen en común lo siguiente: sus peores películas son interesantes, las medianas son muy buenas y las buenas son geniales. Jersey Boys es una de esas películas peores o fallidas que, por ser de Eastwood, es interesante. Esto no quiere decir fetichismo sino estilo, maneras cinematográficas, aliento narrativo, profundidad de planteamientos, humanidad en el tratamiento de los personajes. Todo rebajado o aguado si se compara con sus grandes títulos, pero presente.

Es evidente que Eastwood, excelente documentalista o biógrafo cinematográfico de músicos de jazz, conoce bien y ama la música popular americana (que ha usado sabiamente) además del jazz. Dicen que su apego a la canción Can't Take My Eyes Off You lo llevó a aceptar el encargo, tras una borrascosa preproducción, de esta adaptación de la comedia musical, estrenada en Broadway en 2005, que recreaba la carrera de The Four Seasons. Pero fue un error porque es igualmente evidente que no se encuentra cómodo en este género.

Lo mejor de la película surge cuando violenta la comedia musical en la que se basa para llevarla a su sombrío, pesimista y muy humano terreno. Pero esa misma violencia la desequilibra dejándola en una tierra de nadie. A Eastwood le sobra oficio y clase, pero le falta convicción a la hora de meterse en la historia de este grupo que reinó a principios de los 60 en las listas americanas compitiendo con los mismísimos Beatles. Es evidente que biografiando a un jazzista o, en el terreno de la canción, a un Sinatra en la era Capitol y sus fabulosos orquestadores -Sinatra camina por las fronteras del jazz- él y nosotros hubiéramos sido más felices. Y así dejaba lo mafioso del Rat Pack para Scorsese.

Muy bien todos los intérpretes, sobre todo los masculinos y especialmente John Lloyd Young. Aunque la película gana puntos cada vez que aparece ese personaje secundario que no puede serlo porque lo interpreta Christopher Walken. Ni es tan mala como la mayoría ha dicho, ni tan buena como cabe esperar de Eastwood. Jersey Boys es una mala película suya, lo que, en nuestro lenguaje, quiere decir que es interesante.

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