Marta Sanz, pregonera de la Feria del Libro: "Cuando escribo, suelo tener presente aquello de que lo personal es político"

La 43 edición arranca oficialmente este sábado con el pregón en el Ayuntamiento de Granada de la crítica literaria y autora de títulos como 'Susana y los viejos', 'Farándula' o 'Los íntimos'

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Marta Sanz es la escritora elegida para el pregón inaugural de la 43 edición de la Feria del Libro de Granada.
Marta Sanz es la escritora elegida para el pregón inaugural de la 43 edición de la Feria del Libro de Granada. / Archivo

Granada/La Feria del Libro de Granada arranca oficialmente este sábado con el pregón en el Ayuntamiento de Granada de Marta Sanz, una de las escritoras más destacadas del caudal de las nuevas voces femeninas de las letras hispanas. La autora madrileña, finalista del Premio Nadal con Susana y los viejos (2006) y ganadora del Premio Herralde de Novela con Farándula (2015), publicó en 2024 Los íntimos (Memoria del pan y las rosas), una personalísima crónica de la literatura española entre los siglos XX y XXI que ha visto la luz en Anagrama. Doctora en Filología Hispánica y crítica, inaugura una 43 edición que precisamente quiere poner el acento en el valioso legado de esas autoras que han cogido el testigo de pioneras como Ana María Matute, Carmen Martín Gaite y Julia Uceda, nacidas hace ahora cien años en tres ciudades tan diferentes como Barcelona, Salamanca y Sevilla.

Pregunta.-¿Qué significado tiene para usted ser la pregonera de una edición de la Feria del Libro de Granada centrada en las mujeres y sus literaturas?

Respuesta.-Me siento muy honrada, muy responsable y muy contenta por la triple representación que supone: de las ferias del libro como puntos de encuentro cultural, de Granada como ciudad incontestable e impregnada de culturas y, por último, pero no menos importante, de la necesidad de hacer visibles y reubicar a a las mujeres y sus escrituras en el espacio público.

P.-¿Cómo ha abordado la preparación de este pregón en el contexto de una feria que rinde homenaje a autoras como María Matute, Martín Gaite y Uceda?

R.-A la hora de elaborar el pregón para mí fue muy importante el concepto de genealogías, es decir, cómo nuestras escrituras no habrían sido posibles sin contar con referentes como los de estas mujeres intrépidas. Las obras de Uceda, Martín Gaite y Matute legitiman mis palabras, mis textos, y hacen que nos sintamos menos impostoras en un campo literario que nosotras habitamos por derecho. A la vez, creo que hoy podemos valorar, tamizando el machismo del canon, las aportaciones y la valentía, ética y estética, de estas enormes figuras de nuestras letras.

P.-¿Qué desafíos persisten para las escritoras en el panorama literario actual, y cómo cree que eventos como esta feria pueden contribuir a superarlos?

R.-Tenemos aún muchísimos desafíos, porque la literatura no es un espacio al margen de la realidad. Vivimos en sociedades machistas y el campo literario no es una excepción. Por el hecho de ser una mujer que escribe, estás sometida a unos prejuicios que te violentan y que te ponen las cosas más difíciles: las escritoras "envejecemos peor", nos cuesta más mantenernos, estamos bajo sospecha y somos prejuzgadas por razones a menudo extraliterarias como el aspecto físico o la posibilidad de que hayamos rentabilizado nuestro "capital erótico" a lo largo de nuestra carrera. Mostrar el trabajo de las mujeres que nos dedicamos al oficio de escribir más allá de los tópicos e infravalarciones sobre nuestras escrituras, siempre plurales, forma parte de la conversación pública que se inicia en una feria como esta.

P.-¿Considera que la literatura escrita por mujeres ha alcanzado el reconocimiento que merece en el canon literario español?

R.No. No hay más que revisar las listas de los premios institucionales, para comprobar que el desequilibro es evidente. Los premios nacionales, los Cervantes, incluso los premios de la Crítica. Hay quien argumenta que es que las mujeres no escribían "buenos textos", pero lo que hay que reformular es a qué le llamamos un buen texto, porque, como decía el huevo Humpty Dumpty en Alicia a través del espejo, "no importa lo que las palabras signifiquen, lo que importa es saber quién es el que manda. Eso es todo". Y los dueños de las palabras en occidente eran y son hombres, y no precisamente de clase obrera.

P.-Ha obtenido el Premio Herralde y ha finalista o ganadora de algunos de los más importantes premios de las letras hispanas. ¿Qué suponen los galardones en una carrera literaria?

-Suponen un estímulo muy importante, porque los premios implican que hay alguien que confía en lo que haces y, además, te abren la puerta hacia un espacio de recepción que sería mucho más limitado si no te los hubiesen concedido. Por otra parte, me parece que yo no me he quedado colgada en los laureles. A lo mejor es por ser mujer, pero me cuesta reconocer mi lugar en este espacio pese a llevar treinta años publicando libros.

P.-¿Cómo ha evolucionado su escritura desde que publicó El frío en 1995?

-Hay algunos aspectos de mi escritura que permanecen intactos y responden a mis fantasmas y obsesiones como ser humano: el interés por el cuerpo, los tabúes, la mirada de las mujeres y la búsqueda de las palabras para nombrarnos, la sensibilidad política y social, la idea de la literatura como una experiencia lingüística; sin embargo, otros elementos de mi escritura han mutado porque para mí escribir también es una forma de descubrimiento que me ha hecho explorar territorios tan distintos como la ciencia-ficción, la autobiografía, la novela social, el género negro o la poesía.

P.-¿Qué papel juega la memoria personal y colectiva en sus obras, y cómo la utiliza para construir sus personajes y tramas?

R.-Yo creo que lo literario se produce en un umbral. En un territorio en el que se encuentran y se confunden el pasado y el presente, el dentro y el fuera, el texto y sus contextos. En esa incertidumbre surge la literatura. Por otro lado, mi memoria personal es original e íntima como la de cualquier otro ser humano, pero a la vez está atravesada por la conciencia colectiva y por los vínculos que me unen a mi clase, mi género, mi raza, el momento de la historia que me ha tocado vivir. Por eso, cuando escribo, suelo tener presente aquello de que lo personal es político. Y ninguna de esas circunstancias es ajena al lenguaje o al estilo de una obra literaria. Yo escribo como escribo, entre otras cosas, porque soy la nieta de un mecánico melómano. Si fuera la nieta del presidente de una compañía multinacional, escribiría de otra forma, buscaría otros temas, concebiría otras tramas e imaginaría otros personajes.

P.-Además de su labor como escritora, ha sido crítica literaria y colaboradora en diversos medios. ¿Cómo compagina estas facetas y qué aportan a su visión del mundo literario?

-Por un lado, una tiene la sensación de ser a la vez juez y parte; por otro, las escritoras somos a la vez lectoras y vamos acumulando conocimientos y experiencias sobre un tema que nos fascina porque vivimos para contarlo y, a la vez, el cuento no se puede separar de la vida. Así que lo natural es compartir tus lecturas y tu manera de leer con otras personas. A eso, que es lo que yo hago en los medios de comunicación, no lo llamaría "hacer crítica", entre otras razones, porque normalmente solo escribo sobre libros que me gustan.

P.-¿Qué opina sobre la relación entre literatura y compromiso social en el contexto actual?

R.-Cuando escribes siempre adoptas una posición en el espacio público. Lo imposible es no comprometerse. En este contexto social y en todos. Te comprometes cuando te estás escapando y cuando decides entretener al público y cuando optas por la narrativa ejemplar y aleccionadora. En el momento presente, en mi opinión, el compromiso literario pasa por no perder la peculiaridad y la extrañeza de las palabras de la literatura que, cuando leemos, nos invitan a empinarnos un poco y a cuestionar nuestras convicciones. Leer literatura es casi siempre leer profundo. Espeleológicamente. Practicando la empatía y asumiendo la posibilidad de la contradicción. Reflejando nuestras vulnerabilidades. Contemplando la posibilidad de que una palabra signifique varias cosas a la vez. O sea que leer literatura es una acción resistente contra el signo de los tiempos que nos está tocando vivir.

P.-¿Cómo valora el papel de las ferias del libro en la promoción de la lectura y el acercamiento entre autores y lectores?

R.-Creo que las ferias del libro quizá deberían hacer el esfuerzo de visibilizar esas otras maneras de entender lo literario que no se solapan con lo estrictamente comercial. Pese a ser ferias en las que las librerías y las pequeñas editoriales tienen oportunidad de ganar un poco más que de costumbre. Creo que el fomento de la lectura tendría que centrarse en lo que no resulta "obvio", en lo que no es tan familiar o reconocible. En lo que no va solo y necesita un lugar para ser visto. Para quienes escribimos, las ferias del libro son un momento de gozo. Pero a menudo también representan un baño de humildad... El asunto es que algunas estamos recibiendo siempre baños de humildad (risas).

P.-¿En qué proyectos literarios está trabajando actualmente?

R.-Estoy hablando de Los íntimos. Memoria del pan y de las rosas por todas partes. Acabo de regresar de la Feria del Libro de Bogotá. Hoy estoy en Granada. Mañana o pasado me voy a Melilla. Participo en presentaciones, clubes de lectura, encuentros en bibliotecas, universidades e institutos, ferias del libro. Estoy disfrutando de esas preciosas conversaciones que también forman parte del trabajo de la escritura. En este sentido, soy una privilegiada, aunque a veces estoy cansadísima.

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