Miguel Ángel Arcas: "El triunfo total sería que estas soleares llegaran a cantarse a un nivel muy amplio"
El autor publica su nuevo poemario, A donde se fue la mar, en el que aplica una mirada contemporánea a la tradición andaluza a través de la composición de más de cien soleares
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Miguel Ángel Arcas es un poeta y editor granadino, licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Granada. Su trayectoria se remonta más de veinte años atrás, con libros de poesía como Los sueños del realista (Fundación Miguel Hernández, 2000), con el que obtuvo el Premio Nacional de Poesía Miguel Hernández 1998; El baile (Cuadernos del Vigía, 2002); Llueve horizontal (Hiperión, 2015), Premio de Poesía Ciudad de Córdoba Ricardo Molina; y Alevosía (La Isla de Siltolá, 2016). Ha publicado además libros de aforismos: Aforemas (Fundación José Manuel Lara, 2004); Más realidad (Pre-textos, 2012) y Los tres pies del gato (Ediciones Trea, 2019). Su última publicación era, hasta ahora, Cuaderno de Choisy (Fórcola, 2021), una obra que combina lo confesional, lo poético, la reflexión política y el diario íntimo.
Nuevo poemario
Ahora ha publicado A donde se fue la mar, un poemario compuesto íntegramente por soleares, composiciones líricas populares de tres o cuatro versos octosílabos, que riman el primero con el tercero. En la obra recoge, en su mayoría, soleares independientes que dice “se pueden cantar autónomamente, no hay una estructura por temas ni por nada, sino que van saliendo y se van agrupando”. En ella toca desde temas clásicos, como el amor, la muerte, la soledad o la traición, hasta algunos más actualizados de género o políticos. Destaca que “hay incluso humor en algunos, porque las soleares no sólamente se cantan en el flamenco por el palo de la soleá, sino que pueden ser cantadas también como bulería o por otros palos; con lo cual, alguna soleá que tiene un punto de humor se puede cantar por otro palo distinto”.
Flamenco
El autor, muy aficionado al flamenco, cuenta que esta obra se desarrolla en su mayoría durante los años que dura su estancia en Francia. "Ya se sabe lo que nos pasa a los andaluces cuando vamos fuera: echamos mucho de menos nuestra tierra”. Durante este periodo, dice, “iba a muchos espectáculos flamencos en París". "Parece que parece que no, pero allí se escucha mucho flamenco y tiene mucha vida; me puse a escribir hasta que lo terminé al volver este año pasado y he decidido que había que sacarlo, habían salido unas 120 soleares, se podía hacer un libro y aquí lo tenemos”. El amor por el flamenco le llega de la mano de su tío, Eduardo Gómez, que es quien le introduce en ese mundillo y a quien, por ello, le dedica este libro; atribuye también su amistad con flamencos a este amor por el género, destacando a Pepe Heredia, también destinatario de la dedicatoria. Sobre el uso de esta forma, dice: “Es una de las maneras que tengo yo de expresarme como andaluz y como amante del flamenco”.
El mayor reto para él es que “la soleá no es solamente un poema, sino que es una letra para el cante flamenco”, esto, a la hora de escribir soleares, implica que “debe hacerse con el lenguaje propio del flamenco, que es un lenguaje que tiene una ortografía, una dicción, un ritmo y un compás y también un tipo de léxico” destaca. “En el léxico del flamenco está el lenguaje de nuestro dialecto andaluz, que tiene muchos apócopes, se cortan muchas palabras, se pierden muchas letras y se amoldan otras; pero también tiene un léxico que viene del lenguaje gitano, del caló, incluso de la germanía, que es el lenguaje de la delincuencia, aunque su presencia en el lenguaje del flamenco es mínima”. Hace hincapié en que una soleá tiene que estar escrita “con gracia, con duende, porque si no sería una cosa fría y el flamenco tiene que tener su gracia y su arte”.
El prólogo
Menciona con cariño el prólogo que ha escrito Juan Pinilla para el libro, un prólogo que califica de magnífico, tanto por cómo está escrito como por cómo consigue dar en las claves del libro, coincidiendo con él en lo que es el cante y el mundo del flamenco. Arcas considera que, “si se lee bien, explica muy bien el libro, por dónde va, todo lo que el libro representa dentro del mundo de la letra flamenca. Pinilla, dice, ha interpretado en ocasiones alguna de sus letras; y le ha hecho ruborizarse al hablar de él incluyéndole “dentro de los grandes flamencos con Machado, con Lorca…”.
Próximas obras
Dentro de su trayectoria, ha intentado siempre evitar la repetición, aunque, dice, “lógicamente, a lo largo de los años, si haces un repaso de todos los libros te das cuenta que hay constantes que se repiten”. Apunta que esta voz propia se podrá ver especialmente en los próximos libros que ya tiene preparados, los cuales cuenta que serán de poesía, no de flamenco y que “están encaminados sobre todo en la situación actual, el mundo que vivimos ahora, este mundo digital de las redes y de las nuevas formas de vida que estamos adquiriendo y que nos están marcando mucho”. Motivado por este deseo de no repetirse, predice que conforme vaya pasando el tiempo irá explorando formas nuevas, pues se encuentra en búsqueda constante de registros nuevos, de avanzar.
Comenta que con este poemario le gustaría llegar a la gente, que lean esta lírica popular, estas soleares sobre las que se pregunta “qué andaluz que se precie no lee estas letras para el flamenco con sentimiento”. Sobretodo, le gustaría que las canten, que lleguen a cantaores que las disfruten y quieran cantarlas; termina evocando a Manuel Machado, con quien está de acuerdo en que “el triunfo total sería que estas soleares llegaran a cantarse a un nivel muy amplio y que la gente incluso no supiera de quién son las letras, quién es el autor; lo importante es que se canten, que se oigan, que se vivan”.
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