EDITORIAL
Extremadura señala tendencias
El actor Celso Bugallo, que recibió en 2005 el Premio Goya por la película Mar adentro, de Alejandro Amenábar, ha fallecido en Pontevedra a los 78 años y será incinerado en la más estricta intimidad. A Bugallo (Sanxenxo, Pontevedra, 1947), aunque él quería ser futbolista, la interpretación acabó llevándolo por otro camino.
Comenzó en los años 70 en el teatro, en donde pronto se hizo un nombre gracias a su enorme talento dentro de los grupos independientes Adefesio Teatro Estudio y Lope de Rueda. Después fue fundador y director del 'JUBY' (Juventud Unida del Barrio de Yagüe), que ganó en 1976 el Premio Nacional de Comedias de Teatro con 'El retablo del flautista', y a finales de esa década fue cofundador en Galicia del grupo de teatro Olimpo.
No fue hasta los 52 años cuando debutó en la gran pantalla. Lo hizo en 1999, de la mano del director José Luis Cuerda, en la película La lengua de las mariposas. Poco después llegaron Los lunes al sol (2002), de Fernando León de Aranoa; El lápiz del carpintero (2003), de Antón Reixa; La vida que te espera (2004), de Manuel Gutiérrez Aragón, y Mar adentro (2004), con el que ganó el Goya al mejor actor de reparto.
Todo un robaescenas del cine español, con su papel del cabo de la Guardia Civil de una aldea de Castilla y León en la cinta La noche de los girasoles (2006, Jorge Sánchez-Cabezudo) ganó el premio al mejor actor secundario del Círculo de Escritores Cinematográficos de España.
La isla interior (2009), Palmeras en la nieve (2015), La playa de los ahogados (2015) y El buen patrón (2021), por la que volvió a ser nominado al Goya, son otros de su trabajos en el cine más destacados.
También le vimos en numerosas series de televisión, entre ellas Mareas vivas, Rías Baixas, Periodistas, Los hombres de Paco, El incidente o Fariña.
Cuando Mar Adentro fue elegida en los Oscar como la mejor película de habla no inglesa, Bugallo recibió la noticia por teléfono, de madrugada, porque, "por principio", no veía la televisión en la que triunfó como uno de esos actores secundarios que no dejan de ser protagonistas, un rol que ha interpretado hasta el día de su fallecimiento este domingo.
Se había pasado la noche pegado a un libro y al teléfono, con el fin de mantenerse despierto y conocer el desenlace de la entrega de las estatuillas que encumbraron la cinta de Alejandro Amenábar, a la que aportó una actuación sublime.
Antes de la televisión (para actuar) y del cine, había descubierto el teatro en Logroño, adonde emigró con sus padres en los años sesenta. Allí, con 22 años, se dio cuenta de a qué había venido al mundo, para ser actor. Lo supo seis años después de que, residiendo en Bilbao, James Dean le cambiara la vida con la interpretación de Rebelde sin causa.
Aunque ya se había hecho un nombre en la escena gallega y en la nacional, con Mar Adentro alcanzó la cresta de la ola al lado de Javier Bardem, al que había acompañado en Los lunes al sol, de León de Aranoa. Del director guardaba como oro en paño un guion gráfico (storyboard). En aquella cinta hizo de Amador, el personaje del que más orgulloso estaba. Un hombre entre la soledad y la derrota, una actuación que le valió su primera nominación al Goya.
"Ya con Los lunes al sol, Javier y yo dijimos: Esto es muy bueno. Pero, cuando nos reencontramos en Mar Adentro volvimos a decir: Esto hay que hacerlo muy bien. Tenemos que poner todos los sentidos", manifestó después de recibir el Goya a mejor actor de reparto.
Las arrugas de su piel eran capaces de reflejar una Galicia auténtica y triunfó encarnando al hermano del también gallego Ramón Sampedro. Por eso, cuando llegó el Oscar, se sintió "muy orgulloso de haber contribuido al relato de la historia" de su paisano.
Aquel triunfo de Mar adentro lo afrontó con "satisfacción, pero también con serenidad". No podía haber sido de otro modo. Su voz era grave y tenía la capacidad de decir mucho con apenas un gesto.
Bugallo, fallecido en su provincia natal, era uno de esos actores de reparto que acaban siendo principales, que demuestran que no hay papeles pequeños, representante de que menos es más, de que el silencio contenido es el que mejor se escucha.
Después de Mar Adentro fue el padre del narcotraficante Sito Miñanco en la serie Fariña y rodó una secuencia de más de 20 minutos sin interrupción con Macarena García en El arte de volver (2020).
Un rodaje en que agradeció no escuchar la palabra corten hasta el final y en el que su personaje pronunció la frase "la vida es una y hay que estar donde uno quiere estar", forma de pensar con la que estaba de acuerdo.
Él, que se encumbró en Los lunes al sol, se ha ido un fin de semana de lluvia y frío en Galicia, de nuevo protagonista aunque seguramente quisiera ser secundario.
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