fernando marías. escritor

"El mundo de la cultura sigue siendo tremendamente machista"

  • El autor coordina uno de los proyectos centrales del Granada Noir donde participa Paco Roca y Cristina Fallarás

  • También colaborará en un coloquio sobre Lorca como "personaje literario"

El escritor bilbaíno, con el logotipo del proyecto cultural que él mismo ha creado.

El escritor bilbaíno, con el logotipo del proyecto cultural que él mismo ha creado. / carlos gil

La educación sentimental de Fernando Marías (Bilbao, 1958) suda ríos de tinta, celuloide y bocadillos (de cómic). La novela de Mery Shelley Frankenstein le impactó. También Drácula de Bram Stoker y El extraño caso del doctor Jekyll y Mister Hyde de Robert Louis Stevenson. No se olvida tampoco de mencionar a Tintín, al Capitán Trueno y al famoso guionista de historietas Alan Moore durante la entrevista, que se hace a escasos metros del hotel donde se hospedó cuando se estrenó hace 15 años La luz prodigiosa, filme basado en su debut literario y en el que ejerció como guionista. El escritor vasco -y madrileño de adopción- volvía a Granada para presentar uno de los proyectos más ambiciosos del Festival Granada Noir: HNegra. En él, ha reunido a 22 escritoras y 22 ilustradores, donde está Nieves Abarca, Cristina Fallarás, Paco Roca y Javier Olivares, entre otros, para dar vida a un libro de relatos con la mujer como protagonista dentro de un escenario de atmósfera negra. "La novela y el cine negro clásico se limitaban a darles a las intérpretes papeles de mujeres fatales o el de novias redentoras", señala. Parece que esto va a cambiar en septiembre, cuando se presente Hnegra en un formato que cuenta con una exposición.

-¿Se puede entender este proyecto sin Hijos de Mary Shelley, colectivo que la homenajea y que usted fundó?

-Hay un vínculo directo entre los dos, sí. Mary Shelley es mi heroína literaria favorita. Me fascina. Siempre tengo en la cabeza esa imagen de ella reunida en Villa Diodati con varios escritores, encuentro del que nace una obra verdaderamente revolucionaria como lo es Frankenstein. Una estampa verdaderamente inspiradora. Eso está muy presente en Hnegra.

-¿Algo más le inspira a crear este maridaje entre las letras, el cómic y el género negro?

-Soy muy cinéfilo. Surgió viendo Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muertos de Agustín Díaz Yanes y Chinatown de Roman Polanski, y pensé: "Estos sí que son dos personajes femeninos de peso importante". Entonces me di cuenta de que en el cine clásico negro, no hoy día, hay pocas heroínas. ¿Por qué no hacer una mirada sobre las mujeres que podrían protagonizar esas cintas? Me parece más natural que autoras escriban sobre esas posibles heroínas, que durante mucho tiempo ha estado relegado a un papel secundario.

-¿Estableció algún requisito a la hora de confeccionar ese relato?

-Que no fueran ni placa ni pistola. Si dejo esta libertad, me parece que era muy fácil encontrarnos con 22 policías resolviendo casos. Eso no me interesaba. Me interesaba que fueran ciudadanas, situadas en esta sociedad que vivimos.

-¿Esas mujeres qué papel adoptan? ¿se rebelan?

-Hay varios relatos que tocan el tema de la violencia de género. Hay víctimas que se rebelan, otras que se resignan. O que se vengan. Ésta es una asesina -señala una de las viñetas-.

-Me parece valiente que se hable de la violencia de género y no se esconda.

-Era inevitable. Si pides a 22 escritoras de hoy en nuestro país que cuenten una historia protagonizada por una mujer relacionada con un hecho criminal era fácil que surgiera. Evidentemente es un tema contra el que todos tenemos que estar de una manera unánime. Además, se tiene que hablar de ello. Recuerdo, cuando era niño, que los casos de violencia de género que salían en el periódico El Caso se llamaban crímenes pasionales. Pensaba que era algo que sólo salía en las películas.

-Ni que fuera Romeo y Julieta.

-Claro. Eran mujeres asesinadas por sus compañeros, maridos. Se les llamaba crímenes pasionales. Este eufemismo atroz, que durante tanto tiempo ha servido para ocultar un grave problema, hay que sacarlo a la luz, revolverlo, sacudirlo, hablar de ello. Y lamentablemente los minutos de silencio no bastan. Esta siendo asesinada una mujer a la semana. No puede haber una delegada del Gobierno que no sepa cómo se resuelva esto. Tiene que comprender que estamos escandalizados, iracundos. Es un hecho atroz que ocurre aquí no en el tercer mundo. Además, se sigue discriminando a la mujer, que cobra muchas veces menos que el hombre. Eso no puede ser. ¿De dónde sale ese disparate?

-Los productos culturales también alimentan esa imagen de la mujer relegada a las tareas domésticas, como mero florero u objeto sexual.

-Estoy de acuerdo. Los personajes femeninos en películas y libros están relegados a un segundo lugar. El personaje femenino y la autora femenina que está colaborando con el machismo también hay que observarlo y darse cuenta. Cincuenta sombras de Grey es una película protagonizada por una mujer sometida al capricho masculino y una novela profundamente machista. Lo que nos vale es una mirada donde la igualdad sea una realidad. Yo, que voy mucho a colegios con mis novelas juveniles, observo que esa igualdad que en el pasado se estaba adelantando se está volviendo atrás.

-¿A causa de qué?

-Pues mira no lo sé, me ocurre como a la delegada del Gobierno (ríe). Creo que hay poderes a los que les interesa que eso vuelva a ser así; que los medios de comunicación apoyan el machismo y la idea de la mujer objeto y del hombre superior a la mujer; que hay muchas manifestaciones culturales que apuestan por eso.

-Además, se le da cancha a ese discurso de manera consciente.

-Claro, le dan cancha a las opiniones y a los actos. El mundo de la cultura, sin ir más lejos, sigue siendo tremendamente machista. Hay que revolverse contra ello. Un ejemplo: el jurado de un premio de novela casi siempre está conformado por hombre y ninguna mujer. ¿No ven que falta otra mirada? Esto me parece terrible.

-Con HNegra se pone en valor la mirada de la mujer. También lo haces con el colectivo Hijos de Mary Shelley.

-Con los dos intento revolver y mover conciencias, conseguir que se hable de este asunto y que se ponga en primer término. Es maravilloso que una mujer tan increíble como Mary Shelley fuera la única en Villa Diodati. Casi es una comedia de Woody Allen. Ella escribió una novela que cambió la literatura. Tenemos una deuda enorme con ella.

-¿Ese impacto de la escritora ha calado luego en tu literatura, no?

-Alguien me mostró hace poco una grabación mía cuando gané el Premio Nadal en 2001, con una revisión del mito de Frankenstein - El niño de los coroneles-, en la que decía que este libro rendía homenaje a mi novela favorita, que es Frankenstein. Es una novela revolucionaria, que crece en cada lectura.

-El protagonista podría ser cualquiera de nosotros.

-El monstruo de Frankenstein es un monstruo horrible al que nadie quiere besar, pero a la vez es un ser tierno que comprende su destino terrible. Me parece un personaje fascinante, muy de hoy.

-¿Desde cuándo siente esa pasión por el género de terror?

-Desde siempre. Con respecto a Shelley y su madre reconozco tener cierto componente femenino en mi alma. Me fascinan porque son heroínas. Mary Wollstonecraft se enfrenta al planeta tierra al acular esa famosa frase feminista que todavía es inspiración: "Yo no quiero más derechos que los hombres, quiero los mismos". Ese es el feminismo que tenemos que defender y al que tenemos que aspirar. También me encanta el cine de terror clásico, el western, el cómic.

-Participa en un coloquio sobre Lorca como personaje literario. ¿Qué le motivó a escribir su primera novela sobre el poeta granadino?

-Sólo había leído las obras de teatro de Lorca. Fue una especie de sueño revelación, relacionado con un familiar mío, que murió en la guerra. Pensé que lo mismo había sobrevivido a ella, perturbado y amnésico. Así que me propuse contar esta historia utilizando a nuestro personaje más universal, que es Lorca. El Lorca de mi novela no es el Lorca que murió. Es el Lorca que yo me imagino posterior a su fallecimiento. Me pregunto si hay un personaje que protagonice tanto la cultura española. Ni siquiera Picasso.

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