Música para un centenario digno de celebrar

Lucas Macías, al frente del Coro y Orquesta Ciudad de Granada, conmemoraron el V Centenario de la Catedral de Granada con música de Mozart

La Catedral de Granada sopla 500 velas bajo el espíritu de Mozart

Interior de la Catedral durante el concierto.
Interior de la Catedral durante el concierto. / Jesús Jiménez / GPMedia

Granada es una ciudad que respira historia. En sus calles se entrelazan los ecos de almuédanos y campanas, de cortejos regios y procesiones seculares, de zéjeles moriscos y motetes polifónicos. Y si existe un edificio capaz de condensar ese denso palimpsesto cultural es, sin duda, la Catedral que, desde hace quinientos años, preside el corazón espiritual de la ciudad. La Orquesta y Coro Ciudad de Granada, dirigidos por Lucas Macías, se sumaron a esta celebración con un concierto muy especial dedicado a la música de Wolfgang Amadeus Mozart.

Las bóvedas centenarias de la Catedral de Granada, tan acostumbradas al rezo polifónico, al tañer de las campanas en su torre y al rumor solemne de la liturgia, acogieron el pasado viernes un aliento nuevo: el dramatismo de la música de Mozart, con dos piezas de su juventud muy oportunamente escogidas para la ocasión. Lucas Macías y la OCG, en nombre del Consorcio Granada para la Música, ofrecían de este modo un gesto simbólico y profundamente elocuente en el marco de las celebraciones por el V Centenario del templo: tender un puente entre la modernidad y la eternidad pétrea de este espacio sacro tan distintivo de nuestra ciudad.

La primera obra del programa fue la Sinfonía núm. 25 en Sol menor, K. 183, hábilmente dirigida con ágil gesto por Lucas Macías. Desde el primer compás del Allegro con brio, la tensión dramática de la obra se proyectó con intensidad en el espacio sacro. Macías supo conjugar el nervio rítmico con una claridad ejemplar en el fraseo, mientras las cuerdas y las maderas establecían un diálogo de notable expresividad. El Andante encontró en la reverberación natural de la Catedral un aliado inesperado, envolviendo las líneas melódicas en un aura contemplativa. Fue el momento más íntimo de la velada, un instante suspendido entre música y arquitectura. El Menuetto y el Allegro final fueron resueltos con elegancia y vigor, culminando en una interpretación de gran cohesión y refinamiento.

La segunda obra del programa fue la Misa en Do mayor K. 317, también de Mozart, la célebre Misa de la Coronación, para lo que salió al escenario el Coro de la Orquesta Ciudad de Granada, además de un cuarteto de solistas de excepción. No podría haberse elegido obra más idónea para tal efeméride. Compuesta en 1779 para la catedral de Salzburgo, la Misa de la Coronación fue concebida precisamente para acompañar las más solemnes festividades religiosas y estatales. Su carácter ceremonial, su esplendor sonoro y su profunda humanidad dialogan a la perfección con el espíritu de la Catedral granadina, cuyos muros han sido testigos de coronaciones, bodas reales, exequias imperiales y toda suerte de ceremoniales litúrgicos.

Orquesta Ciudad de Granada

Programa: Wolfgang Amadeus Mozart, Sinfonía número 25 en Sol menor K. 183 y Misa en Do mayor K. 317 “de la Coronación”.

Orquesta Ciudad de Granada

Director: Lucas Macías

Coro de la Orquesta Ciudad de Granada (Héctor E. Márquez, director)

Solistas: Sabrina Gárdez (soprano), Marta Infante (alto), Santiago Ballerini (tenor) y Reinhard Hagen (bajo)

Lugar y fecha: Catedral de Granada, 6 de junio de 2025

Clasificación: 5 estrellas

Lucas Macías abordó la partitura con una sabia combinación de rigor estilístico y expresividad viva. Desde el Kyrie inicial hasta el brillante final del Agnus Dei, la Orquesta Ciudad de Granada ofreció un sonido pulcro y bien articulado, atento a las inflexiones dinámicas y a los sutiles contrastes tímbricos que jalonan la obra. La acústica reverberante de la Catedral añadió a la ejecución un aura casi mística, potenciando la dimensión trascendente de la misa sin enturbiar su claridad formal.

El Coro de la OCG, preparado con esmero por Héctor Eliel Márquez, fue protagonista indiscutible de la velada. Su sonoridad equilibrada y su precisión en el fraseo permitieron apreciar la riqueza polifónica de pasajes como el Gloria o el Credo, que resonaron en la nave central como un verdadero canto colectivo, capaz de trascender la mera ejecución técnica.

El cuarteto de solistas mostró un notable equilibrio y coherencia estilística, con bellos y elegantes momentos de perfecto empaste, tales como el Christe eleison o el Et incarnatus est del Credo. La soprano Sabrina Gárdez destacó por su línea vocal limpia y emotiva, especialmente en un Agnus Dei de gran delicadeza espiritual, que evocó la íntima religiosidad mozartiana. Marta Infante aportó un timbre cálido y un fraseo elegante, contribuyendo con autoridad al equilibrio del conjunto. El tenor Santiago Ballerini, de emisión clara y flexible, y el bajo Reinhard Hagen, rotundo y sobrio, completaron un plantel de solistas digno de una ocasión tan señalada.

Más allá de la excelencia interpretativa, lo que convirtió esta velada en un acontecimiento memorable fue la profunda resonancia simbólica del acto. En un templo que ha sido, durante cinco siglos, crisol de culturas y escenario privilegiado de la historia granadina, la música de Mozart encontró un eco especialmente elocuente. Su Misa de la Coronación sonó no solo como tributo a la grandeza artística del pasado, sino como afirmación de la perenne capacidad de la música para articular los anhelos más universales del ser humano: la belleza, la fe y la comunión en un arte eterno como es la música.

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