Música femenina para la clausura del MUSAG

El debut del conjunto Le Concert de l’Hostel Dieu en Granada reivindica a las compositoras barrocas italianas y francesas con una ejecución exquisita

La pasión reconstruida de Johann Sebastian Bach

Un momento del concierto.
Un momento del concierto. / Yolanda Girón

El concierto de clausura del Festival de Música Sacra de Granada (MUSAG) en su edición de este año 2025 ofreció al público una velada memorable protagonizada por el conjunto lionés Le Concert de l’Hostel Dieu, bajo la dirección de Franck-Emmanuel Comte. Junto a la soprano canadiense Heather Newhouse presentaron el programa Barroco femenino: De Italia a Francia, el florecer del genio femenino, donde resonaron piezas de Barbara Strozzi, Isabella Leonarda, Antonia Bembo, Julie Pinel, Elisabeth-Claude Jacquet de la Guerre y otras compositoras del XVII y XVIII. Fue la primera vez que este conjunto visita Granada, un debut que revalida la vocación del MUSAG por conjugar excelencia interpretativa y recuperación historiográfica.

Este programa, lejos de constituir una mera antología, despliega un auténtico diálogo entre las dos grandes corrientes barrocas femeninas: la italiana, con su íntima expresividad vocal e instrumental, y la francesa, más adornada y danzable. En Italia, muchas compositoras, como Leonarda, combinaron su actividad musical con una vida conventual, produciendo obras meditativas, espirituales, a menudo en territorios tan íntimos como revolucionarios. En Francia, el desarrollo musical cortesano y la importancia del canto con acompañamiento permitieron que figuras como Jacquet de la Guerre o Pinel florecieran en un contexto más público (aunque a menudo limitado). El programa —dividido en dos partes, tituladas Alabanzas y visiones y Chanzas y dramas— fue un planteamiento narrativo que puso de relieve estas diferencias estilísticas y, simultáneamente, las reunía en una dramaturgia sonora coherente: las visiones meditativas italianas como punto de partida, puestas luego en tensión con los episodios más dramáticos o juguetones del repertorio francés.

Desde el primer momento, la velada reveló su carácter espiritual. La Capilla Real, con su reverberación pétrea y su atmósfera sacra, ejerció como espacio ideal para que las líneas vocales e instrumentales se proyectaran con honestidad sonora. En la primera obra, Oleum effusum de Barbara Strozzi, la voz de Heather Newhouse emergió con una emisión natural, sin afectaciones, sabiendo modular fraseos y susurros con equilibrio. El conjunto instrumental —Comte al clave, Muzy en tiorba, Walker-Viry en violonchelo y Guerrero en violín barroco— dibujó un soporte atento y flexible que nunca obstaculizó, sino que iluminó.

La primera parte encontró en la Sonata Duodécima de Leonarda un eje vertebrador, ya que sus números se insertaron entre las intervenciones de la cantante. El director del conjunto abordó cada uno de sus movimientos con coherencia interpretativa y rigor historicista: en los lentos resaltó la pureza del contrapunto, mientras que en los allegros la agilidad de Guerrero y Walker-Viry en los diseños melódicos, en intercambio decoroso, propulsaron la música sin estrépito.

Dentro del apartado visiones de la primera parte cabría destacar la Canzonetta Spirituale de Merula, que con el bajo ostinato de la tiorba y el suave arrullo de la voz hacía alusión a una nana napolitana. El Lamento della Vergine de Bembo que cerró esta primera parte, más dramático y expresivo, evidenció una profunda madurez en la lectura de este repertorio; Heather Newhouse, con apenas vibrato, mantuvo admirablemente el tono suspendido en las bellas locuciones vocales, mientras el conjunto la sostenía desde una pulcritud tímbrica sin aspavientos.

En la segunda parte floreció la vertiente más teatral y contrastada. El Tambourin de Mademoiselle Duval sirvió de divertimento rítmico, con efectos percusivos que el conjunto abordó con soltura. En Le Printemps de Pinel, el recitativo inicial caló con sencillez, mientras que el aria Doux Rossignols alcanzó un lirismo transparente, donde el acompañamiento de tiorba y continuo se mimetizó sutilmente con el dúo melódico formado por la deliciosa voz de Newhouse y el violín de Guerrero, que para recrear el contexto dialogado se subió al coro de la Capilla Real.

Festival de Música Sacra de Granada

Programa: Barbara Strozzi, Oleum effusum, La vendetta y L’Eraclito amoroso; Isabella Leonarda, Sonata duodécima; Tarquinio Merula, Canzonetta Spirituales sopra allá nanna; Antonia Bembo, Lamento della Vergine; Mademoiselle Duval, Les Génies Elémentaires: Tambourin; Julie Pinel, Le Printemps (selección); Elisabeth-Claude Jacquet de la Guerre, Céphale et Procris (selección) y Semélé.

Le Concert de l’Hostel Dieu: Reynier Guerrero (violín barroco), Aude Walker-Viry (violonchelo barroco), Nicolas Muzy (Tiorba/guitarra barroca), Franck-Emmanuel Comte (clave)

Solistas: Heather Newhouse (soprano)

Director: Franck-Emmanuel Comte

Lugar y fecha: Capilla Real de Granada, 24 de octubre de 2025

Clasificación: 5 estrellas

El regreso a Strozzi, con La Vendetta – obra rítmica y vibrante – y el meditativo canto de L’Eraclito amoroso, introdujo tensión dramática y un fraseo nervioso en la primera obra, que evolucionó sutilmente hacia el carácter meditativo de la segunda pieza, cuidadosamente contenido en la voz de la soprano.

En el cierre, se interpretó de Elisabeth-Claude Jacquet de la Guerre dos piezas de gran intensidad. En primer lugar, se interpretó el aria Funeste mort de Céphale et Procris, que resonó con gravedad contenida. El passepied posterior fue ejecutado con gracia, y sirvió de nexo con la escena final, extraída de Semélé. Sus recitativos y aria final Quel triomphe quelle victoire! constituyeron un colofón virtuoso donde la soprano desplegó potencia contenida, y el conjunto selló la noche con precisión rítmica y generosidad sonora.

La ejecución técnica fue impecable, desde los pasajes más densos hasta las transparencias extremas, todo calibrado por una dirección preciosista y de hondo conocimiento del repertorio. Ni un exceso expresivo rompió la atmósfera meditativa; ni un gesto dramático la violentó. Le Concert de l’Hostel Dieu demostró dominio del estilo barroco, sensibilidad en el fraseo y unidad de conjunto. Por su parte, Heather Newhouse, elegante y presente, se integró con naturalidad como parte esencial de la arquitectura musical. El prolongado aplauso recibido por parte del público persuadió a la solista para interpretar una obra fuera de programa: la canción napolitana Non mi chiamate più Donna Sabella, que recreó deliciosamente con el acompañamiento del chelo y la tiorba.

En conclusión, este bello recital en clave femenina fue un broche espléndido para el MUSAG 2025. Con él no solo se reivindicó el legado de compositoras olvidadas, sino que se hizo con una lectura actual que respetó la tradición, atisbando nuevos sentidos para esta música. Que un conjunto de Lyon visite Granada por primera vez y se alinee tan armoniosamente con el espíritu del festival —la sacralidad, la revisión histórica, el respeto estético— habla de la madurez artística de MUSAG y de su audacia programática, pese a que sea un festival todavía en ciernes. Un cierre de festival que, en palabras de su director Darío Tamayo, ya tiene bastante avanzada la programación de la próxima edición, y cuyo concierto de clausura este año perdurará en la memoria sonora de quienes tuvimos el privilegio de escucharlo.

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