"Todos los músicos han sido en cierto modo siempre niños prodigio"
La intérprete croata lleva esta noche al escenario del Auditorio Manuel de Falla el 'Concierto para piano y orquesta en La menor' de Edvard Grieg junto a la Orquesta Ciudad de Granada
Ha pasado de niña prodigio a una intérprete con una madurez soberbia y una destreza sobre el teclado que ha llamado la atención de la crítica de todo el mundo. Esta noche llega al Auditorio Manuel de Falla de la mano de la Orquesta Ciudad de Granada (OCG) para interpretar el Concierto para piano y orquesta en La menor de Edvard Grieg. Martina Filjak, una croata residente en Hannover que no para de ofrecer conciertos en los últimos años y de ganar premios, como el del Concurso Internacional de Piano de Cleveland del pasado año, es, ahora mismo, una de las grandes virtuosas del piano.
"Nunca me he considerado niña prodigio", señala en un descanso de los ensayos. "Creo que, en cierto modo, todos los músicos han sido niños prodigios. Es muy raro que un músico empiece tarde a aprender. Cuando eres joven no te fijas mucho en eso. Tampoco sabes qué serás de mayor y eso influye en tu vida. Lo que sí sucede es que en música es muy importante lo que sucede en los primeros años".
El concierto de esta noche incluye también el Andante festivo para cuerda y la Sinfonía número 5 en Mi bemol mayor, de Jean Sibelius, bajo la dirección de Josep Caballé-Domenech. "Ayer [por el miércoles] tuve mi primer ensayo con la orquesta y tiene un sonido muy compacto", dice Martina Filjak. "Estoy deseando trabajar con los músicos".
Para la pianista, la obra de Grieg que tocará esta noche está llena de inspiración. "Es un concierto que toco por primera vez desde que tenía 14 años", comenta. "Estuve en Noruega y estuve en la casa de Grieg. Es un lugar muy inspirador. La música está inspirada en el aire, en la naturaleza que rodea aquella casa. De Grieg me gusta su concierto porque tiene muchos colores. No se trata sólo del sonido, sino de las emociones que evoca. Éste es uno de sus conciertos más conocidos".
Hija de pianistas, Martina Filjak se reveló muy pronto como una niña prodigio. A los doce años debutó con la Orquesta de Solistas de Cámara de Zagreb (Croacia). Luego se formó en la academia más importante de Hannover (Alemania) y en Lago di Como, en Italia. "Todos esos lugares me han influido mucho".
También ha participado en un buen número de concursos de piano. "Pero creo que ya no haré más, porque son una auténtica tortura", dice. "He estado en concursos con 300 candidatos. Los premios están bien, porque significa que conseguirás treinta conciertos y son importantes para la situación personal. Pero requieren una concentración muy intensa".
"La gente me pregunta si me pongo nerviosa por tocar en el Carnegie Hall de Nueva York o sitios así", comenta. "Yo les digo que no, que estoy muy feliz así: tengo un lugar con una acústica excelente, con un piano excelente. No tiene nada que ver con la tensión de los concursos, de la gran responsabilidad que conllevan. Además, es imposible comparar a unos intérpretes con otros".
Martina Filjak dice no tene un compositor favorito en concreto. "Ahora estoy haciendo unos sesenta conciertos diferentes por año", explica. "Y me gusta tocar todos los repertorios, porque para mí son una forma de crecer personalmente. Siempre me preguntan por un compositor en especial y, la verdad, no tengo ninguno".
La pianista croata ensaya seis horas diarias mientras memoriza cada una de las obras que debe interpretar. ¿Qué tipo de música le gusta escuchar cuando descansa? Sonríe ante la pregunta. "Después de tantas horas de ensayo, lo que más me gusta escuchar es el silencio", dice.
Nunca se ha planteado componer obras. "Intenté hacer algunas cosas cuando tenía 15 o 16 años", recuerda. "A mí lo que realmente me interesa es captar lo que alguien pensó hace ochenta años o cien años y traerlo de nuevo a la vida". Eso hará esta noche.
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