Noche de gran delicadeza en torno a Britten y su especial relación con la literatura religiosa y espiritual
El concierto del miércoles en el inspirador Patio de los Arrayanes se ofreció prácticamente un monográfico de Benjamin Britten con alguna pincelada de Falla
El Festival de Música y Danza de Granada 2025: programa completo, horarios y escenarios
La velada de la noche del miércoles del Festival Internacional de Música y Danza de Granada en el inspirador Patio de los Arrayanes era prácticamente un monográfico de Benjamin Britten. Un “monográfico” centrado en sus cinco Canticle, compuestos a lo largo de su vida, y que sin pretender ser una obra única, adquieren, interpretados seguidos, como anoche toda una visión perspectiva de Britten, su proceso creativo y algunos de los grandes temas fuente de inspiración.
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Festival de Granada: Ian Bostridge tenor / Julius Drake pianoforte
Programa: Manuel de Falla (1876-1946). Psyché (para voz y ensemble, sobre poema de G. Jean-Aubry. 1924)
Benjamin Britten (1913-1976)
Arreglos de cinco Geistliche Lieder de Johann Sebastian Bach:
Gedenke doch, mein Geist, zurücke, BWV 509 (1725)
Kommt, Seelen, dieser Tag, BWV 479 (c. 1736. Texto: Valentin Ernst Löscher)
Liebster Herr Jesu, BWV 484 (c. 1736. Texto: Christian Weselovius)
Komm, süßer Tod, BWV 478 (c. 1736)
Bist du bei mir, BWV 508 (Texto: Gottfried Heinrich Stölzel)
Arreglos sobre Henry Purcell:
Music for a While (De Seven Songs from ‘Orpheus Britannicus’. Texto: John Dryden)
In the Black Dismail Dungeon of Despair (Texto: William Fuller)
An Evening Hymn (De Three Divine Hymns. Texto: William Fuller)
Sound the Trumpet (De Ode for the Birthday of Queen Mary. Texto: atrib. Nahum Tate)
Canticles:
Canticle I «My beloved is mine», op. 40 (Tenor y piano. 1947. Texto: Francis Quarles)
Canticle II «Abraham and Isaac», op. 51 (Contratenor, tenor y piano. 1952)
Canticle III «Still falls the Rain – The Raids, 1940, Night and Dawn», op. 55
(Tenor, trompa y piano. 1954. Texto: Edith Sitwell)
Canticle IV «The Journey of the Magi», op. 86 (Contratenor, tenor, barítono y piano. 1971. Texto: T. S. Eliot)
Canticle V «The Death of Saint Narcissus», op. 89 (Tenor y arpa. 1974. Texto: T. S. Eliot)
Plantilla: Ian Bostridge tenor, Julius Drake pianoforte, Tim Morgan contratenor, Mauro Borgioni barítono, Ketevan Kemoklidze mezzosoprano, Juan Carlos Chornet flauta, Miguel Ángel Sánchez Miranda arpa, Atsuko Neriishi violín, Hanna Nisonen viola, Arnaud Dupont violonchelo, Óscar Sala trompa.
Lugar y fecha: Patio de los Arrayanes, 2 de julio de julio de 2025. Lleno.
El concierto no obstante, en un detalle que habla de sabiduría y delectación por el detalle comenzaba con una obra de Falla. En el centenario del estreno de Psyché, que interpretaron la mezzo Ketevan Kemoklidze, con una voz muy apropiada intensa y llena de matices y una joya de ensemble, con grandes conocidos del público granadino, como Atsuko Neriishi violín, Juan Carlos Chornet flauta, Miguel Ángel Sánchez Miranda arpa, Hanna Nisonen viola y Arnaud Dupont violonchelo. Destacar esta obra en el centenario de su estreno en 1925 en el Palau de la Música de Barcelona, era de lo más oportuno. Es una breve pieza en la que Falla traslada la acción del poema de Jean-Aubry al Tocador de la Reina de la Alhambra y resultó una joya del más puro impresionismo en un compositor que suena en la Alhambra de manera única. El programa en seguida viró hacia Britten, pero hubiera sido una maravilla haberse recreado más en ese impresionismo de Falla de esa época tan fructífera de la cultura española. Como para gustos colores, se felicita el detalle del centenario desde luego.
Pasamos a Britten que ocupó el resto de la velada. Comenzaron dos piezas en torno al acercamiento a través de arreglos de Britten a sus admirados Bach y Purcell. Bach, en la voz del barítono Mauro Borgioni resultó un disfrute. Grave, profundo, con una interpretación en la que se empatizaba con el texto de cada uno de los fragmentos arreglados por Britten y en los que el piano de Julios Drake asumía el papel preciso en cada momento, ya fuera acompañamiento o en labores más solísticas. Fue un gran comienzo sobre este “monográfico” de Britten. La segunda obra, en torno a Purcell fue el momento del contratenor Tim Morgan. Comenzó de manera desangelada en Music for a While, aunque poco a poco encontró su espacio y llegado al final de su intervención en torno a Purcell con el famoso duetto Sound the trumpet en versión contratenor y barítono ya tenía el dominio de la escena y se hizo con el majestuoso Patio de los Arrayanes.
'Canticle'
A partir de ahí, siempre con el piano de Drake, fue el momento más esperado de la noche, los cinco Canticle. Estas obras las compuso Britten a lo largo de toda su vida, por lo que evidencian especialmente su momento creativo y su intensa relación con todo el mundo religioso y espiritual, tan presente en él y en sus obras, pero que vivió de una manera y con un enfoque muy personal. El Canticle I resultó de una belleza conmovedora, el tenor se recreaba en cada palabra de un intenso texto, con un piano perfectamente complice. En el segundo, junto a la voz del contratenor, recrearon de manera imponente el diálogo del Abraham y su hijo en torno al sacrificio. Fueron momentos de ensimismamiento y embelesamiento en torno a la voz, la poesía y la emoción de estar ante un compositor y unos intérpretes absolutamente comprometidos con el texto. Comenzaron ambos, tenor y contratenor o padre e hijo, cantando de espaldas al público, hacia el piano, algo que luego volvieron a repetir y el resto de este segundo Canticle resultó embriagador de poesía. El tercero y el cuarto, resultaron igualmente intensos, y es que la velada resultó serlo. En el tercero el papel de la trompa, con unos matices, unos sobreagudos imposibles y unos efectos que sólo el maestro Sala puede conceder resultó una maravilla. Y las tres voces del tenor, contratenor y barítono en el cuarto resultaron de una belleza extraordinaria, especialmente en los pasajes polifónicos.
El último Canticle, compuesto por Britten muy enfermo, impedido para tocar el piano resultó conmovedor, esta vez solo el tenor y el arpa. El arpa fue el instrumento que eligió Britten para suplir al piano, instrumento que Britten, un perfecto conocedor de la orquesta y la orquestación, deja para que acompañe la voz de tenor, siempre presente en sus Canticle. Ese es el sentido de este último Canticle V, que aunque a veces se anuncia como obra para voz, piano y arpa, realmente es para arpa y voz de tenor por esa razón, nos habla Britten desde un momento de gran delicadeza física pero con toda la lucidez y verdad con la que aborda los textos de uno de los pocos “americanos” nacionalizados británicos, su admirado T.S. Eliot. Una gran e intensa velada.
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