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La novela histórica, entre el rigor histórico y el vuelo literario

  • Inexactitudes temporales o los problemas para discernir entre las páginas lo real de lo ficticio marcan los debates de las IV Jornadas de Historia y Novela Histórica

Tal y como ocurre en el cine con los guiones basados en hechos reales, la novela histórica comparte esa discusión aún sin resolver sobre el grado de ceñimiento a los sucesos históricos que debe tener una obra. Mientras algunos autores toman el acontecimiento sólo como un punto de partida para desarrollar su relato, otros prefieren ajustarse lo máximo posible a lo históricamente demostrado.

Éste es uno de los debates que aparece en cada edición de las Jornadas de Historia y Novela Histórica de Almuñécar que se acaban de celebrar y que han contado con un amplio número de autores y especialistas dispuestos a aportar su particular punto de vista al conocimiento y reflexión sobre un género siempre vigente. Así, cuestiones como el tratamiento de las efemérides, la relación de la novela histórica con la novela de aventuras, la divulgación histórica, los templarios dentro de este género o la novela histórica en el mundo antiguo tuvieron mucho que decir.

Muchas son las interrogantes a las que se intenta dar respuesta en unas jornadas en las que ponentes y público interactúan para desmenuzar diversos aspectos relativos al género, como las inexactitudes históricas que suelen aparecer en ls relatos, que a menudo llevan al lector a preguntarse qué corresponde a la realidad y qué a la ficción.

Citando al escritor y novelista canario Juan José Armas Marcelo, el escritor y coordinador de las jornadas, José Calvo Poyato, aporta una definición: "Una novela histórica es una historia llena de inexactitudes. Cuando hablamos de novela histórica, el sustantivo es 'novela' y el adjetivo es 'histórica', por lo tanto el lector sabe que lo que tiene en sus manos es una novela, en la que el autor puede fantasear, puede dejar correr la imaginación, tiene libertad, cosa que no tiene el historiador cuando está escribiendo un ensayo". Así, Calvo Poyato cree que "sería demasiado duro calificar de mentiroso" a un escritor que deja volar demasiado su pluma, y señala que "hay quien se toma más libertades y quien trata de ser más riguroso, pero desde ambos planteamientos se podría hablar de novela histórica con toda propiedad".

Si bien ésta parece ser la opinión generalizada entre los expertos en la materia, hay quienes la comparten a medias y vislumbran otros matices. Otra de las ponentes, la historiadora Isabel Margarit -directora de la revista Historia y vida-, señala que "los especialistas coinciden en que una novela histórica fundamentalmente tiene que ser una buena novela, es decir, tener una buena trama y una buena intriga, que tiene como punto de referencia un hecho del pasado. Que el hecho sea más o menos exacto, parece ser que no es condición sine qua non".

No obstante, Margarit se muestra crítica con esta visión que todo lo acepta, pues considera que "abordar la historia es algo muy serio". Afirma que "se puede jugar con los elementos y con las situaciones, pero ya como lectora a mí me chirría un poco que por ejemplo en el siglo XIX se esté utilizando un argot que no es propio del siglo XIX, o que esté alterada una ambientación, la vestimenta o las comidas". Por tanto, concluye que "la novela permite mucho más margen y es mucho más libre, no exige la precisión absoluta del ensayo. Pero quien se atreve a utilizar, aunque sea como recurso, el pasado histórico, se tiene que ceñir a unos parámetros mínimos imprescindibles".

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