antonio funes. escritor

"Si olvidamos... ¿qué nos queda?"

  • El autor escribe 'Al compás del viento', un libro con 50 relatos en los que da un repaso a su memoria

  • En uno de los pasajes del libro se cartea con el mismísimo Dios

El escritor de La Alpujarra Antonio Funes.

El escritor de La Alpujarra Antonio Funes. / andrés cárdenas

Ha sido cartero toda la vida y ahora hasta le escribe a Dios. Antonio Funes Delgado nació en Cádiar, al igual que todos sus sueños. Emigró a Barcelona donde opositó a Correos. Regresó a Granada como carta certificada y aquí comenzó a hilvanar la vida. Escribió hace unos años Carteros del desierto, un libro en el que cuenta como fue su experiencia como cartero en el Sáhara, donde fue destinado cuando hizo la mili. Funes siente un profundo respeto y admiración por la antigua colonia española. También ha escrito varios relatos en los que presenta la vida rural de la Alpujarra. Son cincuenta relatos, cincuenta historias, cincuenta sueños. Él mismo dice que son cincuenta, pero que no son sombras ni se llama Grey. En estos relatos Funes imagina soles, estrellas, lunas, nubes e infiernos. En fin, la vida.

-Mucha memoria en su libro.

-No toda la que querría, pero sí, en este libro, todo es memoria. Antes de que llegue el temido olvido es necesario retratar sueños y vivencias, porque si olvidamos...¿qué nos queda?

-Usted ha cogido su vida y le ha dado la vuelta como un calcetín para ver lo que había dentro.

-¡No del todo! He dejado por lavar el centrifugado de mi memoria. Quizá algún día haga limpieza general y cuelgue las verdades de unos calcetines para poder airear todo lo que hay dentro. ¡Tienen tanto que hablar los calcetines cuando los vuelves del revés...!

-¿Conoce usted alguna planta alpujarreña contra el olvido?

-Sí, en La Alpujarra existe una planta olorosa: la planta del pie. En mi tierra, como en todas, crecen palabras y sentimientos que son los antibióticos contra esta enfermedad. Así son: amistad, madre, agua, luz, cielo, campo...Estas palabras hervidas a fuego lento son una infusión contra el olvido...y si éste llega, si el cuadernillo de tu memoria se emborrona, siempre tienes la opción de poderlas saborear.

-Cincuenta relatos... ¿le ha quedado alguno sin contar?

-Así a voz de pronto, otros cincuenta mas. Al hacer el camino, el de la vida, te das cuenta, como decía Machado, que al echar la vista atrás, quedaron raíces, acequias, campos, que quedaron por regar. ¡Y yo quiero dar careo a mis vivencias!

-En su libro se atreve usted hasta a cartearse con Dios.

-Y hasta con el diablo! Usted sabe que la carta siempre funcionó. Le he escrito a Dios, sí, pero no quiera usted saber lo que le he puesto al Diablo. La carta te da la posibilidad de hablarle de "tú", al dictador, al gobernante que no gobierna, al desahuciado y al que desahucia. La carta es un secreto a voces, que al abrirla, te puede estallar.

-Se ve que usted es de los que echa de menos la vida en el campo.

-Sí, será porque no lo he trabajado. El mundo rural está agonizante. ¡Que le pregunten a nuestros abuelos, a nuestros padres! Día tras día, de sol a sol, sudaban la vida para malvivir. ¡Y tuvieron que emigrar! Yo , quizá como lo viví de niño lo tenga idealizado, pero el labrador...que le pregunten al labrador.

-Lo que veo en sus relatos es mucha poesía.

-Soy un poeta en prácticas que no me atrevo a plasmar mis versos. ¡Soy un cobarde! Al final le hago caso a Nicanor Parra cuando decía que lo importante no era si se escribía hacia abajo, como hacen los poetas, o hacia el costado, como hacemos los demás. Lo importante es "lo que se dice y cómo se dice".

-¿Alguna pretensión con 'Al compás del viento'?

-El viento no tiene compás. El viento te trae y te lleva sin saber donde parar. Yo quiero agarrarme a la vida, pero luego ya, cuando empiece a sentir que se me escapa, quiero gritar a todos los vientos, sin ritmo ni compás, lo que gritó Neruda: ¡Confieso que he vivido!

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