Pablo Heras-Casado: "Para los compositores centroeuropeos, escribir una sinfonía después de la Novena de Beethoven era algo casi imposible"

El director granadino dirige a la Orquesta Sinfónica SWR de Stuttgart este sábado y domingo en la clausura de la 74 edición del Festival Internacional de Música y Danza de Granada

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Heras-Casado dirige a la Orquesta Sinfónica SWR Stuttgart también este domingo en el Palacio de Carlos V.
Heras-Casado dirige a la Orquesta Sinfónica SWR Stuttgart también este domingo en el Palacio de Carlos V. / Archivo

Pablo Heras-Casado vuelve a pisar el escenario del Festival Internacional de Música y Danza de Granada, pero esta vez lo hace como intérprete invitado, al frente de una formación que conoce a fondo: la Orquesta Sinfónica SWR de Stuttgart. Tras dos giras con ellos esta misma temporada, asume la clausura del certamen con un maratón brahmsiano de altísimo nivel que incluye sus dos conciertos para piano y sus dos primeras sinfonías. Con el pianista Alexandre Kantorow como solista, Heras-Casado se reencuentra con su ciudad y con un festival que conoce perfectamente, ya que fue director del mismo desde 2017 hasta 2020.

Pregunta.-¿Cómo surge esta participación en el Festival?

Respuesta. -Curiosamente, esta semana tenía previsto estar de vacaciones en Granada. Con esta orquesta tengo una relación muy intensa desde hace más de 15 años y me propusieron sustituir a su director. Aunque daban por hecho que no podría —porque saben que suelo estar muy ocupado— esta vez coincidió que sí tenía disponibilidad, y además ya estaba en Granada. Pedí permiso también a mi familia y dije que sí.

P.-¿Le implicó ensayar con ellos en Stuttgart durante toda la semana y interrumpir sus vacaciones?

R.-Sí, claro. Es una orquesta con sede en Stuttgart y esta semana hemos estado preparando el programa allí. También tuvimos un concierto en Estrasburgo, así que han sido unos días muy intensos de ensayos en Alemania antes de llegar a Granada.

P.-¿Había trabajado ya esta temporada con ellos?

R.-Sí, hemos hecho dos giras. En octubre hicimos un programa con obras de Bruckner y en marzo una gira con su misa en sol menor para coro, solistas y orquesta. Es una orquesta con la que tengo mucha confianza y un vínculo muy sólido.

P.-El programa de este fin de semana en Granada es ambicioso: Brahms en dos veladas. ¿Cómo lo describiría?

R.-Es un maratón muy intenso. En dos noches vamos a abordar cuatro de las obras más exigentes, profundas y demandantes del repertorio sinfónico. El primer concierto para piano y la primera sinfonía son obras extensas, complejas, con mucho dramatismo. Brahms aún está buscando su voz, intentando romper con la tradición, y se siente esa lucha interna. Y en la segunda velada tenemos el segundo concierto para piano y la segunda sinfonía, que muestran ya un Brahms más asentado. Es, en cierto modo, una enciclopedia brahmsiana.

P.-¿Qué hilo conductor une estas cuatro obras?

R.-La búsqueda de una voz propia. La primera sinfonía tardó 14 años en componerla. Brahms sentía el peso de la tradición, la sombra de Beethoven era muy fuerte. Para los compositores centroeuropeos, escribir una sinfonía después de la Novena de Beethoven era algo casi imposible. Pero lo consiguió. Y algunos la llegaron a llamar incluso “la décima de Beethoven”.

P.-¿Y la segunda sinfonía?

R. -Ahí se nota ya la liberación. La compuso en unas semanas de verano. Es más fluida, más luminosa. Después del esfuerzo y la tensión de la primera, en la segunda hay disfrute. Es como si hubiera superado una prueba vital.

P.-¿Tiene mucha relación previa con estas obras? ¿Cuándo fue la última vez que estuvo al frente de una orquesta para dirigirlas?

R. -Sí, sí, mucha. De hecho, la última vez que dirigí ambas sinfonías fue con la Sinfónica de Viena, en una gira por Austria. Estuvimos en Viena, Salzburgo… Fueron ocho conciertos en total. Pero no recuerdo exactamente el año, quizás hace dos años y medio.

P.-¿Sabía que tu participación suponía la clausura del festival?

R.-No, no lo sabía hasta que me lo dijeron. Pero me alegra mucho que así sea. Creo que es un final maravilloso para un festival como este. Brahms tiene esa profundidad emocional que lo convierte en una celebración en sí misma.

P.-¿Sigue atento a la programación del festival tras haber sido su director?

R. -Sí, claro. Siempre me interesa. Aunque por razones profesionales no he podido estar presente en los últimos años, me gusta ver qué se programa. No puedo seguirlo día a día, pero siempre me leo la programación.

P.-¿Cómo está siendo el trabajo con Alexandre Kantorow?

R.-Maravilloso. Ya habíamos hecho una gira juntos en Alemania. Nos conocemos, hay complicidad. Es un artista muy original, con una mirada profunda y personal sobre cada obra. Aporta una perspectiva nueva al repertorio, y eso es fantástico para un director.

P.-Después de Granada, ¿qué proyectos tiene este verano?

R. -Ahora vuelvo a Bayreuth, al Festival Wagner. Llevo tres veranos dirigiendo allí. Este año también hago un par de conciertos fuera del teatro, pero dentro del marco del festival. Luego, en otoño, tengo más Wagner en París y en Viena, y conciertos por toda Europa, como de costumbre.

P.-¿Dónde está afincado actualmente? ¿Mantiene su residencia en Granada?

R.-Sí, sigo teniendo mi casa en Granada, como siempre, pero paso también mucho tiempo en Madrid, por cuestiones de trabajo. Digamos que me muevo entre las dos ciudades.

P.-Esta semana estaban previstas sus vacaciones en Granada, ¿le acompaña tu hijo en estos viajes?

R.-Sí, desde que tiene cuatro años. Ha estado conmigo en Milán, Viena, Berlín, incluso en Bayreuth. Esta semana también ha estado conmigo en los ensayos en Alemania. Es una parte muy bonita de mi vida: compartir la música con él.

P.-¿Tiene programados más proyectos en la ciudad próximamente?

R.-De momento no. Hacía muchos años que no dirigía aquí, desde el festival de 2019. Estoy muy contento de volver. Y espero que esta vez sea solo el principio de nuevos reencuentros con mi ciudad.

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