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"La palabra caliente de Lorca enriquece a los andaluces"

  • Pablo García Baena une a Córdoba y Granada a través de los versos de Góngora y Lorca en una ceremonia sencilla donde la literatura fue la gran y única protagonista

Pablo García Baena demostró ayer que se puede hacer photoshop a través de las palabras y sin necesidad de ser un experto en macintosh. En su discurso de recepción del IX Premio Internacional de Poesía Ciudad de Granada-Federico García Lorca, consiguió incrustar su retrato en la famosa foto de familia de la Generación del 27 reunida en homenaje a Luis de Góngora. El poeta cordobés juntó al autor de Soledades y a Lorca tomando como hilo conductor las visitas que ambos hicieron a las ciudades del otro.

Después de un caluroso aplauso, Pablo García Baena recibió la estatua Luna que distingue a los ganadores del galardón de manos del alcalde de Granada, José Torres Hurtado. Y la sostuvo levemente porque no soltó el portafolios en el que guardaba su discurso, como aferrándose a la palabra en mitad de tanta solemnidad. El escritor nonagenario, que la noche anterior estuvo tomando una cerveza junto a amigos como Juan de Loxa o Rafael Guillén, no quiso hacer un tratado literario ni defender la necesidad de la poesía cuando el frío de la crisis aprieta. "Fue don Luis un viajero entusiasta y tenaz , no le arredraron las mulas tercas, las ventas y sus chinches, las literas prestadas... Entendiendo sus pasos de viajante como una red de tela de araña por los caminos peninsulares", dijo García Baena sobre su paisano, al que calificó de "curioso impertinente". "Fue un periodista de su época, ya lo dijo Azorín, y nos deja la noticia casi día a día con esa gracia rápida del andaluz", continuó. "Por él sabemos de viajes, caminos, clarines de guerra, epidemias, atentados o nacimientos. Toda una crónica con palabras vivas, chispeantes".

Después recordó las visitas de "don Luis" a Granada, motivadas por sus "pleitos, procesos y moratorias de los canónigos cordobeses". La primera vez llegó en 1585, ocasión en la que escribe el soneto a la ciudad de Córdoba, "considerado por Dámaso Alonso como su primer soneto verdaderamente personal".

También rescató el "largo romance" de Granada para precisar las palabras del escritor en torno a la ciudad y sus ruinas. "Sabemos del gusto de Góngora por las antigüedades, el mundo clásico del Renacimiento y que más tarde pasa a los románticos con su carga de melancolía. Hay que entender ruinas y despojos, con su belleza decadente, en el sentido de expolio". Pero García Baena fue más allá y puso el romance gongorino casi como el primer Lonely Planet de Granada. "Es una verdadera guía turística de la Alhambra", defendió el autor sobre un texto en el que "no faltan ni los cármenes frescos", dijo para meter a un tercer personaje en su discurso, el poeta Soto de Rojas, que precisamente vivió en uno de esos cármenes. El autor que hacía unos minutos había rozado la Luna recordó que el profesor Emilio Orozco relacionó la obra de ambos poetas, "almas gemelas".

Tras esta primera parte del discurso, Pablo García Baena decidió que era el momento de engarzar Góngora con Lorca saltándose con un pequeño impulso cuatro siglos enteros. Desde el mirador del carmen de su amigo en el Albaicín, "don Luis contempla las primeras estrellas" y le llega el sonido de las campanas de Santa Isabel la Real en la colina de los Mártires. "Es cuando Granada se recoge en sí misma en un paraíso cerrado". Es la campana de Manuel de Falla en El amor Brujo y son las que escucha Lorca. "Oh campanas del amanecer de Granada, lejos, remotas en el tiempo y en la memoria, las campanas de Córdoba", recitó García Baena consiguiendo abrochar el último botón de su discurso.

Y con dos ciudades y sus poetas ya unidos perfectamente, García Baena recordó la primera visita de Lorca a Córdoba, donde el autor de Romancero gitano intuyó desde el primer momento su sino "trágico" y su forma "enjuta". Fue la primera vez, después volvería en breves visitas. Pero hay otra Córdoba, la que "nada en sombras" con "brisas romanas".

El autor cordobés recordó que Federico García Lorca concebía una Andalucía heredada de la leyenda romántica, con la eterna ciudad sevillana, la Málaga liberal, la Granada suspirante o la solitaria Córdoba.

"Gracias a Lorca", dijo, "personajes como doña Rosita, la flor del jardín granadino, la alegría de la zapatera prodigiosa o el llanto del amargo se hacen universales.

Y para concluir su intervención de poco más de diez minutos puso por primera voz su obra delante de los focos y leyó un antiguo verso de su cosecha para homenajear a Lorca: "Aguas vivas cayendo desde generalifes de luna, a Federico".

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