Pie en tierra para seguir avanzando
Cristina Megía planta se posiciona ante lo real, ante un paisaje o ante una figura, de manera muy personal, pintándola con toda la claridad aplastante que supone la expresión de lo que se observa
Carmelo Trenado, la suprema lucidez creativa

He escrito en innumerables ocasiones sobre la excelente salud que goza actualmente la pintura en general y la figurativa en particular. Los agoreros que siempre existieron y que pontificaban la muerte inminente de la expresión pictórica han tenido que tragarse sus cenizos postulados moribundos. Hoy, la pintura está más viva que nunca, los pintores proliferan con entusiasta proyección, sus trabajos son importantes, las grandes concentraciones artísticas se llenan manifiestamente de pintura y de pintura buena, las galerías apuestan con criterio acertado por unos pintores, cada día más, con más y mejores planteamientos artísticos. Por eso, se ha de decir, con rotundidad, que la pintura que se hace en estos momentos es un testimonio creativo tan importante como lo fue en los mejores tiempos de la historia del arte. Además, y puedo afirmarlo categóricamente tras más de cuarenta años cubriendo las exposiciones existentes y asistiendo a los estudios de los más variados artistas, que los pintores andaluces son de los más importantes de España y, por tanto, la pintura que se hace en Andalucía es de las más significativas de cuantas se desarrollan en el contexto general del arte español. Como lo siento lo expreso y, asimismo, apostillo: la que tiene lugar en Granada es de absoluta importancia y referencia poderosa en el paisaje artístico de nuestro país. La relación de pintores granadinos o que tienen a Granada como centro de actuación es interminable: Belén Mazuecos, Marisa Mancilla, Ángeles Agrela, Irene Sánchez, Julia Santa Olalla, Juan Vida, Paco Pomet, Antonio Montalvo, José Piñar, Jesús Zurita, Simón Zábell, Pedro Cuadra, Ignacio Estudillo, Agus Díaz Vázquez, Guillermo Zorrilla, Fran Baena, Helí García, Bernardino Sánchez Bayo, Santi Lara, Manu Bru, José Miguel Chico López, Emilio Luis Fernández… y un larguísimo etcétera donde entra, sin duda alguna, el nombre de Cristina Megía, artista nacida en Valdepeñas y afincada, desde hace años, en Granada y totalmente implicada en el poderoso estamento artístico de la ciudad. Artista que, ahora, presenta su obra en la madrileña galería Silvestre, después de que pudiéramos verla en su magnífica muestra en el Palacio de los Condes de Gabia.
Cristina Megía es una pintora pintora. Pintora con mayúsculas; autora de una figuración excelsa, poderosa, sin reveses ni contradicciones, llevada a cabo no sólo con absoluta contundencia formal y unos desarrollos y desenlaces técnicos que permiten adentrarse por cualquier derrotero representativo por difícil que este fuera, sino también por la ilustración de asuntos extraídos de una realidad que ella hace tan inmediata como mediata. Porque esta artista se posiciona ante lo real, ante un paisaje o ante una figura, de manera muy personal, pintándola con toda la claridad aplastante que supone la expresión de lo que se observa y, además, lo hace añadiéndole un halo de misteriosa poética que hace trascender la representación y sublimar la realidad captada.
En la galería de la calle Doctor Fourquet, una de las calles emblemáticas del arte en la capital de España, en la que, también, tienen sus sedes galerías tan significativas como Helga de Alvear, Espacio Mínimo, Juan Silió, F2, Maisterravalbuena o Moisés Pérez de Albéniz, entre otros espacios, nos encontramos una amplia y variada propuesta de esa figuración serena, de lúcidos planteamientos formales y acertadas bases conceptuales que caracterizan la pintura de Cristina Megía. Hacer pie en la tierra plantea una especie de fórmula de escapismo de lo real hacia estamentos menos cercanos. Son obras con una fuerte base realista, poderosa estructuración real que deja los bien asentados registros representativos para acceder a una nueva dimensión que envuelve lo cercano en un halo enigmático para trascender a lo mediato desde lo inmediato. La artista ‘hace pie en la tierra’ para apoyar una realidad superior que se abre a nuevos horizontes significativos. Paisajes sutilmente dispuestos en contundentes gestos técnicos, en total sobriedad compositiva, en realidades -no ficticias ni impostadas- y retratos de personajes con una fuerte carga de atemporalidad suscriben un relato desapasionado de una realidad que ella magnifica para sublimarla y dejar en suspenso un discurso muy bien acondicionado en continente y contenido y llevado a cabo con una personalidad aplastante.
Muy buena exposición de una artista con un lenguaje figurativo muy bien estructurado de principio a fin y que deja entrever las contundentes y especiales posiciones pictóricas de una artista que sabe muy bien lo que quiere y cómo llevarlo a la práctica. Cristina Megía patrocina esa feliz manifestación pictórica que deja bien a las claras la potencialidad absoluta de la pintura actual; una pintura bien organizada para que lo real alcance un estamento superior lleno de nuevos matices.
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