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La realidad artística de un Gordillo en estado puro

  • La doble muestra transita por muchas etapas de una obra que descubre un poderoso compromiso con la plástica de su tiempo artístico

Un visitante contempla una de las obras de Gordillo.

Un visitante contempla una de las obras de Gordillo. / G. H.

Fue esperada con mucho interés esta exposición en la ciudad que lo vio nacer. Hace unos meses se inauguró en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo de Sevilla, fue el primer paso en este periplo que ha llegado a Granada a dos espacios importantes dentro del panorama expositivo granadino. Hay que comenzar diciendo que, a pesar del conocido madrileñismo artístico de Luis Gordillo, Andalucía es un lugar de referencia en la obra del artista y una gran muestra del conjunto de su obra no sólo era de justicia traerla a Sevilla y Granada, sino, también, necesaria para poseer una visión de conjunto de la trascendente obra de uno de los artistas españoles más apasionantes.

La doble muestra del trabajo de un Luis Gordillo nos hace transitar por muchas etapas de una obra que, desde un primer momento, nos descubre un poderoso compromiso con la plástica del tiempo artístico que le tocó en suerte. Esta exposición continúa otras dos antológicas de auténtico recuerdo y referencia, la del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, en 1999, y aquella otra, tan presente en nuestra memoria por el espectacular montaje museográfico que realizó Paco Pérez Valencia y que envolvió de esplendidez escénica la obra de un Gordillo, sabio, inquietante y lleno de carácter; una exposición, en el año 2007 y que constituyó, por todo ello, un hito en el discurrir expositivo del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid.

La muestra destila una obra personal donde las haya con el horizonte de un artista genial

A Luis Gordillo siempre lo hemos considerado como una de las personalidades artísticas más importantes que ha dado el Arte Andaluz de las últimas décadas. Su pintura responde a un lenguaje particularísimo que lo hace único en el contexto general de la creación plástica española. Adscrito, en un principio, a un pop muy personal, con una figuración única, con la imagen condicionada a una interpretación muy suya, esencial y básica, de la figura humana, supo evolucionar dentro de un lenguaje intransferible que, poco a poco, se sacudió la ilustración figurativa para adentrarse por un microcosmo orgánico y expansivo, que produjo ese lenguaje personal al que se podría calificar como de filiación gordillista.

La doble comparecencia -con mayor argumento la del Museo de la Alhambra e infinitamente más escueta, aun en su diversidad, la del Centro de la calle Oficios- nos hace transitar por el universo Gordillo, ese que plantea un estilo indiscutible en el que nos encontramos con unas dimensiones estéticas de muy amplio espectro. En ambos espacios, el espectador se va a dar de cara con la personal interpretación de una figuración que él hace redundante, con un acopio sistemático de fórmulas en continuo proceso de depuración formal, con un estilo que, día a día, parece quedarse antiguo para hacerse, también día a día, nuevo, con una soberbia capacidad de síntesis, con una pintura que ha evolucionado, de forma lógica, desde las parcelas informalistas, para seguir con postulados de un pop muy particular, de ciertas referencias al pop británico, con ciertos planteamientos de improvisación automática, con la pintura meándrica, la multiplicación de las series, los magníficos celularios, esa manera, de la que antes llamábamos gordillista, una explosión constructiva que surge cuando el pintor rebasa los límites de las telas y busca argumentaciones expansivas más allá de las meras superficies materiales -sus cuadros se articulan, crecen, se superponen, buscan el equilibrio o huyen de él- para componer una realidad abierta, expansible y llena de vida artística; así como, últimamente, con la experimentación con nuevos soportes y la utilización de las nuevas tecnologías, especialmente, la integración fotográfica en el conjunto de la obra.

Muestra importante que destila una obra personal donde las haya y que nos sitúa en los horizontes de un artista genial que ha ido creciendo en intensidad creativa, dejando constancia de una obra sensata, abierta, llena de sentido y centrada en los parámetros de una Modernidad artística que, en Gordillo, alcanza la determinante madurez de un total clasicismo sujeto a la verdad artística más absoluta.

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