A pesar de haberse formado hace aproximadamente una década, Za! se convirtió en el grupo del que todo el mundo hablaba cuando a finales de 2013 su álbum Wanananai (Gandula-Discorporate, 2013) era designado por la revista Rockdelux como el mejor del año a nivel nacional. Aunque en realidad Za! son un dúo que parece una orquesta circular con puerta de entrada y de salida donde los músicos se reciclan y transmutan. Tienen un don para la concisión (su propio nombre, Za!) y para encontrar juegos de palabras imposibles con los que bautizan sus canciones y sus discos.

El último, el mencionado Wanananai se aupó a la cima de los mejores del año pasado, para las revistas más modernas, no solo Rockdelux, y de su directo se dice que es absolutamente imprevisible. A la hora de definir su música, le faltan hojas a este periódico para nombrar los géneros por los que son capaces de discurrir. Digamos que como el tipo del chiste, que era tan gordo que se caía de la cama por los dos lados a la vez, estiran el abanico hasta acabar por cubrir todo el abanico de músicas imaginables, desde la música concreta al hip hop, del kraut al dancehall o del jazz latino al ruidismo industrial… por decir algo.

Lo que sí es seguro es que metan la tornillería que metan en su bomba casera, la explosión será frenética, ultra violenta, mortífera y estruendosa. Contundencia y precisión al servicio del grupo más dadaísta que ha dado el pop nacional desde los años de las vanguardias artísticas. Y de eso hace ya prácticamente un siglo. A principios de la primavera de 2014, aprovechando el tirón que supuso el escaparate de los reconocimientos a su trabajo, visitaron Planta Baja junto a Furia, el proyecto paralelo e inclasificable de los sevillanos de Pony Bravo. Más de un año después vuelven, esta vez al angosto escenario de Polaroid Club donde actúan esta noche, sin nuevo álbum a la vista pero seguro que con interesantes e indescifrables novedades. Un grupo no apto para oídos pacatos.