Rhythm and blues en familia
La joven artista californiana cerró el festival con una música que tenía muy presente a Prince
Lirismo, emoción y raíces
Crítica de música
Judith Hill
38 Jazz en la Costa Festival Internacional de Almuñécar
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Judith Hill, voz y guitarra; Pee Wee Hill, bajo; Michiko Hill, teclados y Hammond B3; Shadrack Oppong, batería.
Fecha y lugar: Domingo, 27 de julio, Parque El Majuelo, Almuñécar.
Sobró volumen, pero faltó fuerza. Con las entradas agotadas, como en casi todos los conciertos del festival, Judith Hill demostró, sobre todo, un enorme potencial, con una voz propia de una atleta vocal, como señalaba Stella, que echó de menos una propuesta más original, un sello que cautivara al público. Por su parte, en las primeras filas, Adelina y Rafael no tenían duda de la presencia del espíritu de Prince durante todo el concierto, destacando lo original de esta peculiar familia de artistas. Prince fue el gran mentor de esta vocalista, guitarrista y teclista, que incluso explicó el enorme batacazo emocional que supuso para ella el fallecimiento del mítico cantante, máximo exponente de un eclecticismo que hechizó a millones de personas en el mundo. Desde la honestidad de su sentir, fue sin duda un buen concierto para los que no esperaban grandes desarrollos musicales, afincado, sobre todo, en el Rhythm and blues, pero también en el soul y en un funk genuinamente norteamericano.
Resultaba curioso escuchar una formación en la que la artista principal venía acompañada por su padre al bajo y por su madre en el Hammond, un instrumento que, en esa noche del festival, sonó más eléctrico, más agresivo, más contemporáneo. Se agradece, además, la honestidad y la transparencia, al contar sus emociones, al expresar su vivencia interior como eje central de su línea creativa. Judith Hill ha bebido de muchas músicas, de todo el universo del panorama contemporáneo. Ofrece un Rhythm and blues y algunos momentos de funky de gran autenticidad, con una gestualidad sincera, por emoción, sin aspavientos de diva, lo que ya es mucho en estos tiempos de postureo machista. Seguro que la volveremos a ver en festivales, y que está en un proceso en el que la conexión con el público será mayor, porque su potencial es enorme. De hecho, sus solos en la guitarra fueron, en ocasiones, cargas de profundidad. Quizá debería explorar con más sentido jazzístico esa vía. En cualquier caso, creíamos, en este concierto, que después de la calma vendría la tempestad, pero no fue del todo así. Nos quedamos con su grito de libertad, con su invitación al empoderamiento y a la dignidad en este complejo mundo, pero no nos levantamos del asiento como en otras ocasiones. Una gira muy intensa que, pensamos, tiene que ser una experiencia única para esta familia.
No hay duda de las enormes posibilidades que tiene el desarrollo de su carrera, no siendo casual que, además de Prince, Michael Jackson y Stevie Wonder apostaran por ella, sin olvidar el premio Grammy con el que está vinculada por su participación en el documental 20 Feet from Stardom, de Morgan Neville. Precisamente, este film es un mosaico de biografías que muestra la pasión por la música en vocalistas como ella. Si se hablaba en esa película de la lucha por la fama, de la esencia de la voz para expresar, hay que decir que ella tiene ya el logro del éxito, porque allí estaba su público. Ahora, falta saber el camino que va a seguir para gestionarlo y crear de verdad un sello diferenciador.
Se cierra así un festival que ha agotado abonos y entradas, con momentos de más pureza, combinado con otras músicas más ligeras, demostrando así su respeto al buen jazz y la oportunidad que ofrece a otros géneros, convirtiéndose en un punto de encuentro de sensibilidades y, sobre todo, de personas. Estos artículos no han hablado de jazz, sino del patrimonio humano que une y construye un evento al que estamos tan agradecidos. Esperamos la propuesta de Jazz en la Costa para el otoño, mientras se puede disfrutar, del 7 al 9 de agosto, del festival de Busquístar, en la alpujarra granadina. Y hay que insistir, la cultura nada tiene que ver con el elitismo, sino con la oportunidad de ser más humanos.
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