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"En el rock tenemos que ser príncipes y vagabundos"

  • El ex de Los Rodríguez y Tequila actúa este sábado en el Auditorio Falla en el ciclo 'Los especiales de Alhambra'

Ariel Rot cumple 40 años en España.

Ariel Rot cumple 40 años en España. / efe-

-En Granada ha llegado a actuar ante 10.000 personas en el Palacio de los Deportes con Los Rodríguez y Sabina o en la discoteca Forum ante 200 espectadores. Ahora llega al Auditorio Manuel de Falla, ¿este recorrido habla de la volatibilidad de la música?

-La gran diferencia es el formato con el que voy, la cantidad de público es siempre una incógnita. Los últimos años he estado haciendo mi show en solitario, que era muy fácil a la hora de moverlo y se adaptaba a cualquier situación y recinto. Ahora estoy de nuevo con mi banda, pero no sé si ha cambiado mi estatus, el disco está gustando y creo que era un deber presentarlo como corresponde.

-En la discoteca Forum tenía que competir con la cercanía de una barra de bar bien provista...

-Pero cuando vas con banda la gente habla lo mismo o incluso más, lo que pasa es que sólo notas ese murmullo entre canción y canción. Yo no diría que nos indigna, pero nos desconcentra y hace que la gente que nos viene a escuchar se moleste porque tiene tíos al lado hablando a gritos. A veces es más fácil callar a la gente tocando solo que con banda.

-A estas alturas, ¿no incluir ningún ritmo latino en su disco 'La manada' es casi una actitud subversiva?

-No diría tanto. Es cierto que en esto disco hay un compromiso que tiene más que ver con algo personal que con un estereotipo de música reivindicativa, aunque es cierto que hay canciones en las que estoy desilusionado con el ritmo que ha tomado el mundo. Lo valiente en La manada es cómo hablo de mi vida sin cortarme nada, no hay un filtro para las sensaciones que tuve en el largo proceso de composición. Todo esto ha quedado reflejado de una manera muy directa y desde las entrañas, sin el filtro del pudor.

-¿Es un disco para adultos?

-No son letras juveniles, es cierto, pero tampoco hay que subestimar a los jóvenes. Es curioso porque está viniendo bastante joven a los conciertos y conocen más las canciones de este disco que las anteriores, es algo que me está sorprendiendo.

-De hecho, en músicos de su trayectoria, los jóvenes que se incorporan lo suelen hacer a través de las canciones de siempre, lo que le pasa a artistas tan dispares como Raphael o Sabina.

-Es muy curioso que esa gente, cuando toco los temas clásicos de mi repertorio, de repente se calla. Me da la sensación de que es un disco de más fácil acceso que los anteriores, sobre todo La huesuda.

-Generalizando sobre el público español, parece que los jóvenes están en la onda de las radiofórmulas y el indie o el reggeaton y los viejos rockeros apuestan por la música anglosajona y miran por encima del hombro al rock patrio. ¿El suyo es un territorio desagradecido en este país?

-Lo cierto es que hay pocos exponentes de mi generación que sigan haciendo rock en español para la gente de su quinta. No había hecho esta reflexión nunca, pero me siento valorado y respetado aunque es cierto que mi público ya va menos a los conciertos y en cierto modo va perdiendo ese hábito.

-Tira de autobiografía en sus canciones y, gracias a 'El vals de los recuerdos', el público sabe perfectamente que usted llegó a España en un "frío invierno del 76". ¿Qué balance hace de estos 40 años?

-No es una edad fácil para estar de actualidad, porque nunca he sido como solista un fenómeno masivo como Andrés Calamaro o Loquillo. Son pequeños handicaps, pero pese a no haber sido el cantante de dos bandas tan populares como Tequila o Los Rodríguez, donde sólo tocaba la guitarra, he conseguido sobrevivir a eso y casi empezar de nuevo. Han pasado los años y los medios se ponen más difíciles, la gente prefiere escuchar las viejas canciones antes que un disco nuevo, soy consciente de que un disco mío no es esperado por el gran público. Pero después de 40 años soy afortunado por mantener una banda, tocar en sitios y que no sea un desastre económico y publicar discos bien recibidos por la crítica y el público.

-¿Prefiere tomarse un tequila o pasar un fin de semana de rodríguez?

-Últimamente me gusta más el mezcal. En nuestra profesión vivimos continuamente de rodríguez, somos unos rodríguez eternos.

-Viene de Argentina, un país que idolatra a los cantantes hasta límites que rozan el paroxismo. Sin embargo, usted sostiene que España es un país que es más fan de las canciones que de los artistas...

-Si se fija en los repertorios de la gente que toca para un público masivo el 80% de sus canciones son éxitos del pasado. Da la sensación que si no tienes un hit en la radio es que te has retirado. Cuando soy fan de un artista no me decepciona que sus últimas canciones no sean tan buenas como su cúspide creativa, todo lo que hacen me gusta porque todo tiene un sentido dentro de su carrera. No se trata de admiración incondicional, es que uno se hace fan de alguien por lo que proyecta, también por sus canciones, claro.

-¿Cuánto mayor se hace uno es más difícil escribir canciones de amor?

-Siempre me resultó difícil escribir canciones de amor, no es mi especialidad. Pero hay gente que lo hace muy bien. Creo que para hacer una buena canción de amor lo importante es tener ingenio y salirte de todos los clichés y las convenciones para no caer en la cosa manida y manoseada infinitas veces. Cuando Sabina o Calamaro hacen una canción de amor tienen un plus, si uno se fija en Sin documentos tiene una manera muy ingeniosa de exponer el amor.

-Considera 'Geishas en Madrid' como una canción de amor?

-Es más bien un canto a la amistad, eso sí que se me da bien.

-¿Es mejor amigo que amante?

-(Risas) Componiendo.

-Retomando el disco, ¿cuál es 'La manada' de Ariel Rot?

-Es un disco más espontáneo, donde recupero el sonido más clásico del rock y sus tiempos, hay temas más rápidos y más intensos que conviven con canciones más sutiles. En los directos la banda consigue combinar momentos muy gamberros con otros muy delicados, pasamos unas atmósferas y frecuencias muy variadas, y eso no es fácil en un escenario. Tengo muchas manadas, los amigos con los que comparto más cosas aparte de la música.

-¿En un escenario hay que sentirse el macho alfa de la manada, o es mejor quedarse en casa viendo el fútbol?

-La actitud introspectiva encima del escenario no ayuda. Mi escuela son los Rolling Stones, en el rock tenemos que ser príncipes y vagabundos, porque es un género aristocrático por un lado y por otro muy callejero.

-A nivel de guitarristas, ¿en cuáles se debe fijar alguien que está empezando a dar sus primeros acordes?

-Hay muchos, está Carlos Raya, Nacho Campillo, Ricardo Marín, Raimundo Amador, Jorge Ilegal... Me interesa la gente que más que virtuosismo tiene cosas interesantes que decir y que consigue que la guitarra sea un modo de expresión tan poderosa como la voz. En mi caso, mi objetivo es tener una voz con mi guitarra, que es lo que marca la diferencia, no la técnica.

-Los músicos y los profesores universitarios tienen una cosa en común. Ellos envejecen mientras su auditorio siempre es joven.... ¿Hay que estar alerta para no sufrir el síndrome de Peter Pan?

-No es fácil, pero no sólo esto, tampoco es fácil aterrizar de un éxito bestial e incontrolable con 18 años y conseguir reamueblar tu cabeza para no acabar en un manicomio, en un cementerio o una clínica de rehabilitación. Mi primera lección ya fue complicada y aprobé, así que eso me dejó para siempre una mirada bien puesta. Esta es una profesión en la que uno está siempre expuesto, pero no hay que perder el foco de lo que buscas.

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