Encuentros en el palacio de los patos l José Ignacio Lapido y Popi González www.hospes.es / www.hospes.com

El rock en los tiempos del mal gusto musical

  • Popi González y José Ignacio Lapido creen que los poderes públicos se han plegado a los peores intereses comerciales

Popi González: ¿Si Operación Triunfo ha hecho daño al rock? Yo creo que no. Lo hizo al principio, con las primeras ediciones. Ya ni siquiera los artistas que ganan el concurso tienen esperanzas de llegar a ningún lado. El único que ha quedado es Bisbal. Sí ha hecho daño en el sentido de que el dinero que tienen los Ayuntamientos para invertir en conciertos de grupos de rock, por ejemplo, ahora se va a alguno de Operación Triunfo. Los Ayuntamientos van a lo seguro, como las compañías de discos. Ahora tampoco hay grupos de rock en compañías fuertes. Las compañías van a por la pasta.

José Ignacio Lapido: España es que no tiene capacidad de digerir, año tras año, todos los artistas nuevos que salen de ahí. La supuesta Academia de los Horrores ésa saca cada año veinte o treinta 'triunfitos'. Año tras año tras año son veinte más veinte y más veinte. Al final nos encontramos con un batallón de pseudoartistas que el mercado no tiene capacidad de digerir.

P. G. Por lo que he visto por la tele, ya está en plan rollo Gran Hermano, con la gente protestando por la comida, cosas así.

J I.L. Buscan ya las relaciones personales. La música es una excusa para presentar las relaciones humanas entre jóvenes desocupados que creen que un artista se puede hacer en un mes y que en un mes puedes pasar del anonimato al estrellato. Tuvo éxito una vez porque era la novedad. De ahí triunfó David Bisbal porque ya antes era un cantante de orquestas de baile. Ha seguido haciendo lo mismo, aunque ahora a nivel global, con Grammy incluido.

P. G. De cualquier modo, este fenómeno siempre ha existido en los años setenta y ochenta. Estaba Los Pecos o Iván

J. I.L. Sí, pero lo que no había existido nunca es que un televisión pública apoyara a una productora privada. Nunca ha existido un negocio privado con dinero público. Se ha puesto la plataforma de Televisión Española al servicio de lo privado.

P. G. Esas academias, además, tienen el peligro de que ni siquiera dejan que el artista busque su propio concepto. Son como la mili: te dictan todo lo que tienes que hacer. Incluso el nombre que tienes que ponerte. Y por otro lado, han creado un problema a los demás músicos. Yo, hace diez o quince años, tenía un grupo desconocido, Christiania. Todos los veranos nos contrataban los Ayuntamientos para que tocásemos. Ahora no. Ahora el rock está como asociado a porros, a gente desmadrada. Los concejales de Cultura o Fiestas, en su incultura musical, van a lo seguro, o a su gusto.

J.I.L. Ahí entraríamos en otro debate, que es la función del dinero público en lo cultural. Yo pienso que el dinero público debe fomentar la cultura. El problema está en no caer en el dirigismo ni en los caprichos del dirigente de turno. Por ejemplo, el responsable de Cultura del Ayuntamiento de La Coruña ha decidido no contratar a Bob Dylan porque decía que Dylan no saluda al público y porque sus canciones no suenan igual en directo que en disco. Que un dirigente político tenga la poca vergüenza de decidir quién toca y quién no dependiendo de sus gustos personales, eso es lo preocupante.

P.G. De todas formas, siempre supimos que esto sería un poco así... En el fondo, los músicos tenemos mucho de romanticismo. Y de obreros.

J.I.L. Bueno, eso lo sabes tú por herencia familiar, desde pequeño, por tu padre [Poncho González, fundador del grupo Los Ángeles]. Pero, por lo general, a las familias no les hacía mucha gracia que nos dedicáramos a esto...

P.G. Bueno, de hecho, yo soy protésico dental. A mí me obligaron a sacarme el título, aunque ya ni lo cuelgo.

J.I.L. Eso lo típico. La frase de "¿Cuándo vas a dejar esto y dedicarte a algo serio?".

P.G. Mucha gente me pregunta: "¿A qué te dedicas?" Yo respondo: "A la música". Y me dicen entonces: "Pero por las mañanas trabajas ¿no?".

J.I.L. La verdad es que tienen un poco de razón. Si hubiéramos tenido un poco de sentido común, le habríamos hecho caso a nuestras familias... Al principio entras en esto por tener ideas románticas en la cabeza y dejarte llevar por las leyendas del rock and roll sobre la fama y el dinero. Cuando tienes 18 años eres joven e impresionable. Tienes muchos mitos en la cabeza. Pero luego vas viendo cómo va todo y vas descubriendo la verdad de las cosas. No es que sea como un trabajo cualquiera. Lo bueno que tiene es que disfrutamos de la vocación que tenemos. Pero luego es una cosa muy inestable, en la que no puedes hacer planes a largo plazo. No sabes dónde vas a estar hoy o dónde vas a estar mañana. Económicamente es muy muy inestable y al final resulta casi como un trabajo casi artesanal. Ya no tienes castillos en el aire.

P.G. Lo que te mueve es lo inmediato, lo que tienes al alcance: grabar un disco. Pero aspectos como la Seguridad Social, una futura pensión, son algo que desconozco por completo. Sé que cuando tenga sesenta años, si aguanto, tendré que buscarme la vida.

J.I.L. Yo soy autónomo desde hace bastantes años.

P.G. De esto, en realidad, lo que te compensa es cuando tocas y ves que la gente lo pasa bien. Ese momento es el que te motiva a seguir. Yo he tenido suerte porque mi madre siempre me ha apoyado en esto. Me solía decir que mi padre había tenido suerte en esto. Pero cuando tuvieron el accidente [en el que murieron los integrantes de Los Ángeles Poncho González y José Luis Avellaneda] estaban haciendo 'bolos'. Ya no estaban en la cima. De hecho, el número 1 que tuvieron real fue póstumo.

J.I.L. Tu padre, ya por aquella época, ¿no quería ser solista?

P.G. Quería cantar con José Luis Avellaneda y, aparte, Adolfo Machado, de Radio Granada, le ofreció ser director de Los 40 Principales, que era el trabajo al que se iba a incorporar. Tenía previsto hablar con él al regreso del concierto de Cuenca [en el que sufrió el accidente de tráfico mortal]. No quería dilatar mucho el final de Los Ángeles. Era consciente de que ya debía ir por otro lado.

J.I.L. Otra persona que habría que tener muy en cuenta de esa época, y de todas, es el gran Miguel Ríos. Es necesaria y urgente una verdadera biografía sobre él.

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