Sátira brutal y metáfora poco sutil de una América rota

Eddington | Crítica

Joaquin Phoenix y Pedro Pascal, en 'Eddington'. / D.S.

La ficha

*** Eddington. Comedia, EE UU, 2025, 145 min. Dirección y guion: Ari Aster. Música: The Haxan Cloak, Daniel Pemberton. Fotografía: Darius Khondji. Intérpretes: Joaquin Phoenix, Pedro Pascal, Emma Stone, Austin Butler, Michael Ward, Deirdre O'Connell, Gabe Kessler, Luke Grimes, Clifton Collins Junior.

Salvo en el caso de Hereditary,Ari Aster rueda para sí mismo y para los suyos. Que deben ser los suficientes para que tras Midsommar rodara Beau tiene miedo y ahora esta Eddington. Por supuesto todos los grandes creadores de la sección o departamento cine de autor de los grandes almacenes del cine ruedan para sí mismos y para los suyos, asumiendo el riesgo de no ser apreciados por la mayoría. Pero Aster pertenece a la variante de los autores que, a quienes no nos sentimos de los suyos, nos resultan más dotados de ambición que de talento (aunque este, desde luego, no le falte). Y los suyos, vista su filmografía, deben ser del tipo de los espectadores faquires que disfrutan posando sus miradas sobre pantallas llenas de clavos.

En este caso van a disfrutar más que nunca. Porque Aster les ofrece aspereza, violencia, personajes y caracteres repulsivos, sociedades enfermas y situaciones extremas en dosis masivas. Afortunadamente para quienes no son de los suyos es mejor que las dos anteriores porque, en vez de generalizar sobre lo peor de la naturaleza humana a través de fantasías de folk-terror (Midsommar) o de pesadillas de ecos que se quieren kafkianos o topor-polanskianos (Beau tiene miedo, que algo o mucho tenía tanto del praguense como del tándem Roland Topor-Roman Polanski), se ancla a una realidad concreta, los Estados Unidos de hoy aunque se desarrolle en los días del Covid, que autoriza toda la aspereza, todo el pesimismo, toda la exageración y toda la negrura de las que la película rebosa. Esto le da un aire de caricatura feroz y de metáfora poco sutil que fundamenta siquiera en parte los delirios o caprichos (en sentido literal de ocurrencias y si se quiere también en el goyesco) de Ares.

En el modo del western-thriller moderno de crítica social y política de Comanchería o No es país para viejos que quizás inventó John Sturges en Conspiración de silencio (1955), Ares utiliza el ambiente enrarecido por la pandemia en un pueblo asfixiante de Nuevo México para representar la miseria moral, la peligrosa polarización, la creciente violencia y la quiebra de la normalidad democrática en los Estados Unidos, la degradación republicana y la catalepsia demócrata desde el asalto al Capitolio en 2021 y la llamada cultura MAGA (Make America Great Again) trumpista hasta el asesinato de Charlie Kirk por un confuso y joven radical de izquierdas. La América que Paul Thomas Anderson al parecer ha retratado con mejores maneras fílmicas en Una batalla tras otra, trayendo al presente el eco de los movimientos radicales de los años 60.

La película mejora cuanto más se emborrica. No es Ari Aster hombre de matices y sutilezas.

Un sheriff (Joaquin Phoenix) que representaría, junto a sus desequilibradas, conspiranoicas y adictas a los majaras de las redes esposa (Emma Stone) y suegra (Deirdre O’Connell), se enfrenta al alcalde políticamente correcto (Pedro Pascal) en un crescendo de irracionalidad y violencia extrema que convoca en uno y otro bando a radicales terraplanistas, negacionistas y racistas, y a radicales woke o Black Lives Matter. Aster parece incómodo en la tensión y la alusión, y más cómodo en la representación directa de la brutalidad y la violencia. Le va más la acción que la idea, el estallido que la tensión, el trazo grueso que la sugestión. La película mejora cuanto más se emborrica. No es Ari Aster hombre de matices y sutilezas.

En Joaquin Phoenix, maestro del exceso con quien ya rodó Beau tiene miedo, ha encontrado su actor perfecto. Su duelo con un gran Pedro Pascal simboliza con tosquedad la fractura de la América de hoy. Deirdre O’Connell está bien en su papel desquiciado y la sobrevalorada Emma Stone se desaprovecha. Buena banda sonora, oscilante entre la parodia épica y una oscuridad electro-percusionista, del habitual colaborador de Aster, Bobby Krlic, de nombre artístico The Haxan Cloak, en colaboración con el más flexible Daniel Pemberton. Gustará a los suyos. Y mucho.

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