Estrenos
‘Emilia Pérez’, la jefa de la banda
OBITUARIO
El director más grande la de la historia del cine español, el único -sin hacer de menos a Berlanga y a Erice, los dos que en mi opinión le siguen- es Luis Buñuel por ser uno de los pocos directores cuya obra marca un antes y un después en la historia del cine universal, desde sus escandalosas rupturas surrealistas con El perro andaluz y La edad de oro hasta su trilogía final conformada por El discreto encanto de la burguesía -primer Oscar logrado por una película dirigida por un español-, El fantasma de la libertad y Ese oscuro objeto de deseo. La mejor película de la historia del cine español, y hay unanimidad en considerarlo así, es Viridiana. Y su intérprete era Silvia Pinal, la gran y bellísima actriz mexicana que ha fallecido a los 93 años. También fue dirigida por Buñuel en otra de sus obras maestras mayores, El ángel exterminador, y en la magistral Simón del desierto. La capacidad de Silvia Pinal para utilizar su extraordinaria belleza en dos registros opuestos de frialdad y sensualidad, de recato y provocación, fascinaron a Buñuel, que los explotó a fondo en estas tres películas.
No quiero robarle Silvia Pinal a los mejicanos, que la adoran como una de las más grandes divas de la edad de oro de su cine. Pero si figurará para siempre en un lugar destacadísimo de la historia del cine universal, además de en la de su país, será por sus tres películas con Buñuel.
Cuando se conocieron en 1961, presentados por Paco Rabal, ella era una de las reinas del cine y el teatro mexicano, y también de la televisión, de la que fue pionera. Había debutado en teatro y en cine -de la mano de quien fue su primer marido, el director y actor de origen español Rafael Banquells- en la segunda mitad de los años 40. En 1952, mientras en cine interpretaba papeles secundarios- conoció sus primeros éxitos en la naciente televisión. Logró papeles protagonistas con cine tras firmar un contrato con la importante productora de Gregorio Wallerstein –"el zar del cine mexicano"- y tuvo su primer gran éxito junto a Arturo de Córdova en 1954 con Un extraño en la escalera, dirigida por Tulio Demicheli. A partir de ahí todo fueron éxitos en el cine y el teatro musical que le permitieron saltar a Europa, interpretando en Italia Uomini e nobiluomini (Giorgio Banchi, 1959) junto a Vittorio De Sica y adquiriendo gran popularidad en España tras ser dirigida por Demicheli -uno de sus directores favoritos en México- en Charlestón (1959, con Alberto Closas) y Las locuras de Bárbara (1959, con Antonio Casal), por José María Forqué en Maribel y la extraña familia (1960, con Alberto Closas) y por Luis Marquina en Adiós, Mimí Pompóm (1961, con Fernán Gómez).
Pero Silvia Pinal, mujer inteligentísima y ambiciosa, quería ir mucho más allá de los melodramas y comedias que hicieron su fama y ser dirigida por realizadores de mayor prestigio que los artesanos -con la excepción de Emilio Fernández, que la dirigió en Una cita de amor, basada en El niño de la bola de Pedro Antonio de Alarcón y presentada en el Festival de Berlín de 1958- que hasta entonces la habían dirigido. Y por sobre todos ellos, por Luis Buñuel, cuyas películas mexicanas admiraba y con quien nunca había logrado trabajar. Lo lograría en España.
Casada entonces con el director y productor Gustavo Alatriste, convenció a su marido, que aún no se había iniciado como productor, y a su vez este convenció a Buñuel. Así nació Viridiana, la película que supuso el retorno de Buñuel a España. Años después, al presentar su autobiografía, contó Silvia Pinal: "Es una vanidad muy grande lo que voy a decir, pero yo escogí a Luis Buñuel, no él a mí. Cuando conocí su obra, me encantó, me enamoré de su cine, de su humor negro, de su manera de ser y supe que no descansaría hasta ser dirigida por él… ¡Y lo logré! Yo trabajaba con directores comerciales, pero a la hora de hablar de arte no tenía mucha experiencia y de pronto apareció Buñuel, y ahí cambió mi vida y gusto. Lo recuerdo con gran agradecimiento porque me enseñó muchas cosas que no había vivido".
Tenía razón. Con esta película extraordinaria, absoluta obra maestra que logró la Palma de Oro en Cannes, provocó la destitución del director general de Cinematografía y Teatro, fue condenada por el Vaticano y prohibida en varios países, cambió para siempre la carrera de Silvia Pinal. Siempre con producción de Gustavo Alatriste, volvió a ser dirigida por Buñuel, esta vez en México, en la magistral El ángel exterminador (1962, premio de la prensa internacional en Cannes) y en la extraordinaria Simón del desierto (1964, Premio Especial del Jurado en Venecia). Solo ella, en manos de Buñuel, podía interpretar a la virginal novicia Viridiana asediada por el deseo necrófilo y morboso de su tío, a Leticia la valquiria de la pesadilla claustrofóbica de El ángel exterminador y al demonio con forma femenina que tienta al ascético estilita de Simón del desierto. Solo ella podía interpretar la evolución de Viridiana desde su inocencia de novicia hasta su patético abandono final cuando se sienta a jugar al tute con su primo y su amante "-no me lo va a creer, pero la primera vez que la vi me dije: mi prima Viridiana terminará por jugar al tute conmigo-" en el final que la torpeza de la censura convirtió en un trío para evitar el adulterio del final original. Solo ella podía interpretar a Satanás como una inocente colegiala que juega y baila en torno a la columna de Simón. "¿Quién eres?" le pregunta el estilita. "Soy una niña inocente", le responde. Tras lo cual se levanta la falda y le muestra sus espectaculares piernas con medias negras y ligas diciéndole: "¡Mira qué piernas tan inocentes!”. En Silvia Pinal Buñuel encontró la sensualidad carnal de Rosita Quintana en Susana, de Delia Garcés en Él o de Jeanne Moreau en Diario de una camarera y el gélido atractivo de Catherine Deneuve en Belle jour o Tristana.
Hubo vida profesional -y larga: hasta 2022- para Silvia Pinal tras Luis Buñuel como actriz de cine, televisión y teatro, estrella del musical (espléndida fue su versión de Mame), empresaria que compró y dirigió dos teatros y política como diputada federal del PRI. Pero si esta larga vida profesional y su talento la convirtieron, junto a María Félix y Dolores del Río, en una de las tres reinas de la edad de oro del cine mexicano, fueron sus tres películas con Buñuel las que la hicieron universal.
También te puede interesar
Estrenos
‘Emilia Pérez’, la jefa de la banda
VAIANA 2 | CRÍTICA
Vaiana sigue deslumbrando: segundas partes pueden ser buenas
Winnie The Pooh: El bosque sangriento | CRÍTICA
Terror cutre para apóstatas de su infancia
Lo último