Fallaron (casi) todas las quinielas. Contra todo pronóstico y desbancando a las favoritas, La soledad, de Jaime Rosales, se hizo anoche con los dos premios más importantes del cine español: el Goya a la mejor película y el Goya al mejor director. La cinta, con la que la crítica especializada se ha deshecho en elogios, deparó también a uno de sus protagonistas, José Luis Torrijo, el premio al mejor actor revelación.

Si en términos cualitativos la decisión de los académicos no deja lugar a dudas, en términos cuantitativos bien podría considerarse a El orfanato, de Juan Antonio Bayona, la ganadora de la noche. El orfanato además de obtener varios galardones en las categorías consideradas técnicas (efectos especiales, sonido, maquillaje y peluquería...), le reportó a su realizador el de Mejor director novel, un premio que Juan Antonio Bayona quiso compartir con sus competidores en la categoría -"la mayoría de ellos debutantes y que representan la ilusión por hacer cine", dijo- y con su mentor, Guillermo del Toro". La cinta de terror, auténtico fenómeno en la taquilla, consiguió también el Goya al mejor guión original, firmado por Sergio G. Sánchez.

Belén Rueda, protagonista de El orfanato, vio pasar de largo del Goya a la Mejor Actriz, que por fin reconoció la trayectoria de Maribel Verdú gracias a su papel en Siete mesas de billar francés, de Gracia Querejeta. "No he traído nada preparado, como siempre, porque, para qué", dijo la actriz al agradecer sorprendida y emocionada un premio al que había optado en otras cuatro ocasiones sin conseguirlo, y que quiso compartir con las otras tres candidatas, en especial con Blanca Portillo, de la que dijo que "la generosidad" que le demostró durante el rodaje las ha unido "para siempre".

Alfredo Landa, con 49 años de carrera y más de 120 películas a sus espaldas, protagonizó uno de los momentos más esperados y emotivos de la velada. Aunque no pudo cumplir su sueño: dormir con dos estatuillas. Se llevó el Goya de Honor si bien no consiguió alzarse con el premio como Mejor Actor por su papel en la película de Garci Luz de domingo. "No sé como decir gracias es la noche la más exultante de mi vida", confesó un Landa rendido por la emoción y un poco desorientado.

En la XXII edición de la gala de los Goya fue Alberto San Juan quien logró el galardón como Mejor Actor por Bajo las Estrellas.

Por su parte, José Manuel Cervino consiguió el Goya al mejor actor de reparto por su interpretación en la película Las trece rosas. A sus 67 años, Cervino obtuvo el primer Goya de su carrera justo dos décadas después de su primera candidatura al mejor actor principal por su papel en la película de Manolo Matji La guerra de los locos, frente a Emilio Gutiérrez Caba, Carlos Larrañaga, Julián Villagrán y Raúl Arévalo.

Pasadas las nueve y media de la noche (las diez en el falso directo televisivo), el 'showman' José Corbacho daba por inaugurada la gala -vestido como Cristobalito, el personaje de Tony Leblanc- y anunciaba el primer Goya de la noche: comenzaba los premios para El orfanato y se daba paso a agradecimientos, lágrimas y a irreverentes y originales sketchs de humor. Recordando al fallecido Fernando Fernán Gómez, la presidenta de la Academia del Cine, Ángeles González-Sinde, se sumó a la bienvenida, defendió la cinematografía española como una de las "más vivas y potentes" y lamentó el "mensaje apocalíptico" que vaticina el declive del cine.

Desde media tarde, una fría y lluviosa noche sorprendió a todos los curiosos que se iban agolpado a la entrada del Palacio Municipal de Congresos de Madrid para ver desfilar a las estrellas del cine español en una gala en la que deslumbraron los espectaculares trajes de Maribel Verdú, Silvia Abascal, Goya Toledo, Elsa Pataky o Belén Rueda. Pero fotógrafos y público tuvieron que conformarse sin la imagen más esperada de la noche: la de Javier Bardem junto a Penélope Cruz.