Las sombras se adueñan del teatro en Granada

Cuando un bebé cumple 18 meses, empieza a desarrollar un proceso de autoreconocimiento. Al verse reflejado en el espejo, la criatura empieza a ser consciente de su propio cuerpo, empieza a tomar conciencia de sí mismo y configura una imagen corporal propia donde la sombra juega un papel. Y de sombras va SUM, la propuesta escénica de Baychimo Teatro (Premio Feten 2025 al Mejor espectáculo para la primera infancia) que ayer pudo verse, por partida doble, en el Centro Lorca, dentro de la primera de las galas familiares de TIF Granada.

Bajo la dirección y dramaturgia de Moncho Enríquez, SUM plantea un espacio de convivencia entre varios lenguajes y recursos, pero siempre con esa proyección del ser humano que crea la luz como elemento principal. “Las sombras de los objetan nos completan y hacen que nuestra imaginación nos lleve al espacio o nos transforme en otros animales”, explican desde Baychimo.

Ese viaje lo experimentaron ayer más de un centenar de niños que acudieron al Centro Federico García Lorca, que redujo su aforo para potenciar “el efecto de cercanía entre espectáculo y público”, según explica Alfonso Salazar, programador de TIF Granada, a este periódico.

El espectáculo tiene ante sí el reto atraer la atención del público –para Salazar, pese a su corta edad, son ya “espectadores” de pleno de derecho– en un contexto dominado por los estímulos de las pantallas, aunque “el encuentro con el teatro, con las artes escénicas, siempre es positivo para cualquier persona y a la edad que sea”, explica el programador del festival.

Para Salazar, el “arte, el teatro, la música, tienen la capacidad de captar la atención” del público, por muy ‘adictos’ que sean a las nuevas tecnologías, de ahí que incluso la reacción del público, infantil en este caso pero extensible también a los adultos, sea un indicador del éxito de una propuesta artística como la de Bacychimo Teatro.

Tocará ver la reacción que tiene el público ante ¿Cuándo viene Samuel? que hoy tomará el relevo de SUM en el espacio escénico de La Romanilla. Producida por la compañía, también castellanomanchega, Ultramarinos de Lucas, esta obra cuenta cómo dos hombres esperan junto a un columpio la llegada de Samuel para celebrar una fiesta y, para vencer al aburrimiento, inventan una serie de juegos. En esta ocasión, el público objetivo de la función serán, eso sí, los mayores de cinco años.

Ya en el mes de diciembre las funciones familiares regresarán con Laika y Clásicos excéntricos. Ad Libitum, que continuarán, ya en el Teatro Isabel la Católica, con la programación familiar de esta décima edición del festival, que se apoya en otras “cinco dimensiones”, como las califica Salazar: TIF Escuela, TIFConecta, TIF Educa , TIFIntegra y por último TIF Acerca.

A ello se suma, como novedad este año, los programas de accesibilidad, donde se van a añadir actividades que sean accesibles a personas con diversidad auditiva o visual.

Todo ello dentro de un festival que este año cumple su décima edición y que muestra cómo la disciplina sigue gozando de buena salud pese a que, según Salazar, “las artes escénicas siempre han estado en crisis”.