Actual

“Hay un tipo subversivo. Se llama Joaquín”, la vez en que el padre de Sabina lo llevó arrestado a Granada

  • La familia de Sabina es una de las grandes desconocidas de la vida del cantautor

Imagen de archivo de un concierto de Sabina.

Imagen de archivo de un concierto de Sabina. / G. H.

Dijo el poeta alemán Rilke que "la verdadera patria del hombre es la infancia", un mantra que otro poeta, Joaquín Sabina, no comparte. "Por alguna extraña razón, el mundo de la infancia no es el paraíso soñado y perdido que es para todos los escritores que conozco", cuenta en la biografía escrita por Javier Menéndez Flores, de ahí que gran parte de su vida, comience fuera de su Úbeda natal, concretamente en Granada, a donde se trasladó para comenzar sus estudios universitarios. 

Quizá, esa desafección a la infancia sea la causante de la poca información que existe sobre el árbol genealógico de Joaquín Sabina. De su familia se sabe que su padre, Jerónimo Martínez Gallego, era comisario de policía y que Antonio Muñoz Molina lo retrató en El jinete polaco bajo el Florencio Pérez; su madre, Adela Sabina del Campo, era ama de casa e hija de un diputado. De ese matrimonio, surgido tras la guerra, nació otro hijo, también policía y opuesto completamente a Joaquín. 

De su relación paterna quedará para siempre una curiosa anécdota, cuando su padre se vio obligado a llevarlo, detenido, a la comisaría de Granada. Fue en 1968, durante un estado de excepción, cuando un grupo de personas, entre los que se encontraba Sabina y “adláteres del PCE”, lanzó un cóctel molotov contra un banco. Ante esta situación, el grupo se dispersó en busca de refugio, pues “al día siguiente comenzaron las detenciones” y Joaquín, pensando que Úbeda era el lugar más seguro, se fue allí. Al día siguiente de su llegada, su padre recibió una llamada: “Hay ahí un tipo subversivo. Se llama Joaquín Martínez y tenéis que traerlo”. En aquella época, la comisaría de Úbeda dependía de la de Granada, por lo que a su padre no le quedó más remedio que llevarlo de vuelta.

En Sabina en carne viva, el propio cantautor recuerda cómo fue aquel viaje: “Mi padre fue lo más alejado de un prócer, de un líder, de un san Martín o de un Bolívar, incluso de un Mussolini. Su ideal de vida era áurea mediocritas y no dijo una sola palabra”. Pese a todo, Sabina guarda buenos recuerdos de su padre. De hecho, cuando habla de su muerte, de Alzheimer, asegura que “mi padre, mi pobre padre, era bastante ilustrado, muy buena persona y muy poco dotado para su oficio de policía”.

Pero fue con su abuelo materno, Ramón, con quien tuvo mejor relación. “En mi casa, en Madrid no hay una sola foto de mis padres, pero si te fijas, verás una de mi abuelo”, le dijo a Menéndez Flores. En el mismo libro, da algunos detalles sobre él, “un carpintero que se ponía una camiseta de esas blancas de tirantes que ahora llevan los metrosexuales pero que en esa época sólo las llevaban los pobres, y se sentaba a la puerta de casa a leer a García Lorca en años en los que García Lorca era un rojo maricón”.

Esta ideología, podría haber abierto un cisma entre padre y madre, "mi abuelo y mi madre solían estar enfrentados porque mi madre era una señorita de Huelva venida a menos. Su padre había sido diputado o algo parecido. Mi madre era muy facha y mi padre también", prosigue Sabina.

Fue además este pariente, quien inspiraría Juana la Loca, quien introdujo a un jovencísimo Joaquín en la música, a través de la zarzuela, el típico género de las ferias del pueblo, siempre desde el gallinero, mientras que sus padres se "ponían de tiros largos" y marchaban a verlo junto a las fuerzas vivas de la sociedad.

Pese a todo, Sabina guarda buenos recuerdos de su padre. De hecho, cuando habla de su muerte, de Alzheimer, asegura que "mi padre, mi pobre padre, era bastante ilustrado, muy buena persona y muy poco dotado para su oficio de policía. Bendito sea".

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios