El terror visto por un perro: inteligente y original ejercicio
Good Boy | CRÍTICA
La ficha
*** 'Good Boy'. Terror. Estados Unidos. 2025. 72 min. Dirección: Ben Leonberg. Guion: Alex Cannon, Ben Leonberg. Música: Sam Boase-Miller. Fotografía: Ben Leonberg. Intérpretes: Shane Jensen, Arielle Friedman, Larry Fassenden, Stuart Rudin.
Salvo el sabueso que aterraba los Baskerville, la perra adiestrada por una anciana para vengar la muerte de su hijo de La venganza de Maupassant y el Cujo rabioso de Stephen King, no conozco otros perros que sean el centro de relatos de terror (otra cosa es su utilización episódica, como el terrorífico ataque de los perros en el cementerio etrusco de La profecía). Así que agradezco que Ben Leonberg, en su debut como guionista y director en el largometraje, nos ofrezca una película de terror en la que un perro es el elemento esencial, con la originalidad de que el animalito juegue, por una vez, un papel positivo. Y que haga esta innovación respetando a la vez las reglas más tradicionales del género.
El protagonista se muda con su perro a una granja heredada que, como está mandado, se dice que está poseída por un espíritu poco amistoso. Lo que, como también está mandado, ignora creyendo que se trata de supersticiones. Pero, respetando una vez más lo mandado, resulta estarla. Lo original, en este marco tan tradicional, es que será su perro quien perciba las presencias amenazadoras. Si el protagonista hubiera sido el doctor Dolittle de los relatos de Hugh Loffing no habría problema: se lo diría al veterinario que Talk to the Animals, como cantaba Rex Harrison en la tan maltratada pero musicalmente hermosa versión de Richard Fleischer. Pero esto no es un musical de fantasía sino una película de terror, y el pobre perro -que resulta ser el del propio director y actuar tan formidablemente que ganó el premio perruno del SXSW Film & TV Festival de Austin- debe ingeniárselas para advertir y proteger a su amo de las presencias que solo él ve.
Agradezco también a Ben Leonberg que, con la modestia de medios del cine verdaderamente independiente suplida por la inteligencia y el ingenio, ponga todo el dispositivo formal de la película, lo que no es fácil, en función del punto de vista del perro en las posiciones de la cámara y en el sutil borrado de los humanos. Y que maneje las posibilidades de la luz como fundamental elemento de inquietud, sugiriendo más que mostrando (lo que además de más inteligente es más barato).
No es una gran ni grande película. Pero en su inteligente modestia (y su tan de agradecer brevedad) es una pequeña gran película de terror de encomiable originalidad dentro de su respeto a las convenciones. Realzada, créanme, por la extraordinaria actuación del perro que, además de ser la mascota del director en la vida real, es su mejor cómplice y su más eficaz colaborador en la película. Los actores secundarios a la sombra de esta estrella de cuatro patas son Shane Jensen y el siempre eficaz y perturbador Larry Fessenden. No se lo tomen a broma: es una tan pequeña como inteligente propuesta de cine de terror.
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