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Nando López revisa el canon en ‘Pequeña historia de la literatura española’ (Espasa), un libro que retrata “con amor y con humor” las letras de un país de antihéroes

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El novelista y dramaturgo Nando López (Barcelona, 1977).
El novelista y dramaturgo Nando López (Barcelona, 1977). / Juan Carlos Vázquez
Braulio Ortiz

23 de noviembre 2025 - 06:30

“No existen dos personas que lean el mismo libro. ¿No lo has pensado nunca?”, interpela el escritor Nando López a su público al comienzo de Pequeña historia de la literatura española, un volumen que publica en Espasa arropado por las ilustraciones de Luis Doyague, y en el que argumenta que cada cual se acerca a un texto “desde su sensibilidad, desde sus propias experiencias y desde su imaginación, así que tu Sancho Panza siempre poseerá algo único que hace que no se parezca al de nadie más. Por eso leer es tan mágico. Y tan excepcional”.

La advertencia viene a decir que este tratado de literatura que alterna el rigor y el humor va a resaltar el sentimiento: no en vano, las ficciones o los versos que nos cautivaron “son parte de nuestra memoria emocional”, han “cambiado nuestra manera de comprender el mundo”. “Ese es uno de los puntos de partida en este trabajo”, aseguraba Nando López hace unos días en Sevilla, donde concedió esta entrevista, “que no existen dos personas que hayan leído la misma novela, la misma obra de teatro o el mismo poema, porque en la lectura ponemos todo lo que hemos vivido, lo que hemos sentido, y eso convierte la experiencia en algo radicalmente personal”.

Entre las conclusiones a las que llega López sobre las letras patrias –que expone al principio del recorrido– destaca la preferencia de los creadores por los supervivientes y los pobres desgraciados, las “desventuras” que “nos causan muchas veces risa, y otras tantas, lástima”. El país que regaló al mundo el conmovedor perfil del Quijote o las peripecias del Lazarillo o la Celestina ha poblado sus páginas de antihéroes, dotados de una vida, una astucia o una inventiva de la que carecen los nombres ilustres cincelados en piedra. Hasta cuando el protagonista es un príncipe como Segismundo no interesa la épica, sino una perplejidad ante la existencia que nos hermana a todos.

Un detalle de la cubierta del libro, ilustrada por Luis Doyague.
Un detalle de la cubierta del libro, ilustrada por Luis Doyague. / D. S.

“Me parece que es uno de los rasgos que nos define, que no siempre destacamos y que creo que hace que nuestra literatura sea especialmente valiosa. Cuando doy clase hablo mucho de la ficción audiovisual, y siempre señalo que esos guiones beben de los personajes que creamos aquí, esos pobres hombres que componen la picaresca y la novela cervantina. Me parece muy hermoso que hayamos tenido una mirada humanista sobre los perdedores, los que van contracorriente”, analiza el narrador y dramaturgo. “No quería que este libro fuera un compendio de títulos, fechas y datos, sino que fuera un viaje, y eso lo hacía posible el material humano, el tener como hilo la figura del antihéroe”.

Nando López reinterpreta la herencia de los clásicos desde una mirada irreverente y desprejuiciada, entre la ironía y el cariño, conectando los logros del pasado a referencias presentes para ganarse a los jóvenes de hoy. Al hilo del protagonista de La vida es sueño, dice, por ejemplo: “No te hacemos un spoiler si te decimos que esto de esquivar el destino, en la historia de la literatura, no funciona jamás. Piensa, por ejemplo, en el empeño que pusieron los padres de la Bella Durmiente en esconderle hilos, ruecas, agujas y patrones de corte y confección y lo poco que tardó ella en apuntarse a Maestros de la costura por su cuenta y riesgo”. Y ante las rivalidades de Góngora y Quevedo, Lope de Vega y Cervantes, un fragmento que titula Beef barroco, asegura: “La más encarnizada batalla de gallos del hip-hop actual palidecería ante la intensidad con la que se enfrentaron los grandes autores de los Siglos de Oro”. A Lope, Calderón, Tirso de Molina o Ana Caro los define como “showrunners del siglo XVII” y apunta que si en su época hubiese existido el streaming “habrían barrido en audiencias como guionistas”.

Con su apuesta por la comicidad, Nando López está perpetuando un largo linaje. “Nuestros grandes clásicos, La Celestina, el Lazarillo o el Quijote, parten del humor para ir a muchos otros sitios. Y en el siglo XX, por ejemplo, tendríamos a Valle-Inclán, que te cuenta este país desde la sátira”, reflexiona el escritor, que cree que la risa “es una cosa muy seria, muy complicada. Yo en este proyecto he trabajado mucho más que si hubiese escrito desde una manera académica. He sufrido para sacar a los lectores una sonrisa. Quería un libro divertido, y también con mucho salseo, que esos cotilleos hacen a los clásicos más humanos”.

“Uno pone todo lo que ha vivido y lo que es en la lectura, por eso nadie lee el mismo libro”

Porque Nando López se muestra partidario de la fórmula prodesse et delectare, la dinámica de enseñar deleitando. “Tuve que reducir el número de clases, pero lo que me llevó a la docencia fue la pasión por los clásicos”, recuerda el autor de La edad de la ira o Los elegidos. “No concibo explicar algo si no es desde el entusiasmo. He tenido dos motores mientras escribía: el amor por la literatura y el humor, que es una manera maravillosa de aprender algo. Eso de enseñar deleitando aquí resultaba particularmente fácil de aplicar, porque sólo tenía que transmitir lo que me han aportado estos libros. Esta Pequeña historia de la literatura española tiene una cuenta de Instagram con memes, y en ella me escribió un chico para decirme que a lo mejor, después de leer el libro, se ponía con el Quijote. Eso es precisamente lo que buscaba cuando escribí estas páginas”.

Entre los personajes inolvidables de la literatura española, una de las listas que abre el volumen, Nando López ha incluido a Andrea, la protagonista de Nada de Carmen Laforet, una elección que se antoja toda una declaración de intenciones. “Cuando me propusieron esto desde Espasa, una llamada que yo siempre agradeceré, lo viví como un honor, porque en esta colección de Pequeña historia... hay expertos buenísimos de diversas materias”, declara López. “Y yo vi este encargo como una oportunidad para algo por lo que llevaba tiempo luchando: revisar el canon, un canon que se ha ido construyendo desde una mirada muy machista que ha excluido a las escritoras. A lo largo del libro se reivindica la figura de la mujer, se habla por ejemplo de la primera poeta que tenemos documentada, Florencia del Pinar, a la que nunca mencionamos, y habría que hacerlo aunque sea sólo porque con ella tuvimos por primera vez el nombre de una autora en un cancionero, en el siglo XV”, observa el creador, para quien esta inercia se prolonga “hasta el siglo XX, nos sabemos muy bien lo que escribieron Cela y Delibes, pero no tanto lo que hicieron Laforet o Martín Gaite o Ana María Matute. Yo he seleccionado a Andrea porque Nada supuso una verdadera conmoción en nuestra literatura, y ha ganado con el paso del tiempo. Hoy, en las aulas, a los chavales esa novela les sigue removiendo. Aquí he incorporado a muchas mujeres, le he dado por ejemplo a Pardo Bazán el mismo espacio que a Galdós, como merece, y también muestro la importancia de autores queer en este repaso. El canon encierra muchas más voces de las que creíamos”.

Entre esas voces estaría la de la dramaturga sevillana Ana Caro, “hasta hace poco muy poco representada, aunque en su momento y en su ciudad logró un éxito descomunal. Por lo que tenemos documentado ella fue la primera que exigió cobrar por su trabajo como dramaturga, y vivió de la escritura. Ojalá este libro sirva para que alguien caiga en que no ha leído una obra como Valor, agravio y mujer y se interese por ella. Agradezco a Luis Doyague, el ilustrador, que haya sido muy cómplice, y él propuso para las páginas interiores una ilustración que se llama Ellas alzan la voz y donde aparecen las autoras barrocas, entre ellas Ana Caro, rompiendo ese armario donde la Historia las ha encerrado”.

El viaje por la literatura que guía Nando López, y que abarca hasta la actualidad, se pregunta en varios capítulos si esta España nuestra tiene arreglo. El narrador ofrece una respuesta esperanzadora: “Yo creo que hay una vuelta a los libros, un público lector mucho más heterogéneo de lo que pensamos, y mucha gente joven deseando que le cuenten historias. Y ahora se lee y se edita más teatro, algo importante porque habíamos perdido la costumbre, y resultaba doloroso en un país con dramaturgos tan buenísimos”.

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