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Granada/Hasta nuevo aviso y con las montañas de Sierra Nevada coronadas por las ruinas de un castillo romano como fondo, Etcétera se despidió este puente del espectáculo estival Historias de Cueva Secreta, el último proyecto de la compañía de títeres. La iniciativa, de la que ya han disfrutado más de 2.000 personas, tiene todos los ingredientes del sello inconfundible que la formación granadina imprime a sus espectáculos pero con un aliciente extra: la naturaleza del valle de Güéjar Sierra.
En este pueblo granadino, por la ladera que desciende al río, en una finca de 20.000 metros cuadrados, tiene la compañía su casa, su sede y ahora también un nuevo escenario. En ese entorno, redescubierto por Enrique Lanz en la primera primavera confinado tras muchos años de giras teatrales, plantearon dos espectáculos únicos, Historias de Cueva Secreta y Almavera (sonata para violín y títeres). Ambos son, por ahora, el germen de un proyecto que solo aprovecha el 20% del terreno de la finca pero que tiene previsto ir creciendo a su vuelta la próxima primavera.
Así lo explica Yanisbel Martínez, el otro 50% de Etcétera, que ayer se encargó de despedir a los últimos asistentes al anfiteatro al aire libre que disfrutaron de Almavera. Aunque el montaje comenzará ahora su gira invernal, desde el mes de julio se ha disfrutado con el verdor de la otra vertiente del valle como impresionante telón de fondo.
Sobre tocones de madera, en el fresco de una era rodeada de olivos, nogales, viñas y almendros, un grupo de 80 personas conformado a partes iguales por niños y adultos disfrutó del viaje de superación personal de Almavera, una joven apagada como una “amapola mustia” aunque vive en un pueblo maravilloso, que huele a cerezas y a fiesta. La llegada repentina de Vittorino, un apasionado violinista, que se dirige al Monte Espiral para participar en un concurso musical, cambiará para siempre y para bien su vida.
Porque la historia es, en palabras de la propia compañía, una oda a “la superación de las dificultades” y “una defensa del arte como espacio de comprensión del mundo”. Pero sobre todo, Almavera es una bella obra de títeres con ese sello Etcétera, esa marca de la casa que mezcla el lirismo en la escena y escenografía con la delicadeza de un teatro de objetos potenciado por la música, en este caso en directo. Jan Fité firma la partitura que Bernat Bofarull interpreta como el alter ego de ese otro violinista que accionan -como al resto de músicos, al lobo y a la joven Almavera- Enrique y Leo Lanz.
Pero para que estos títeres cobren vida a los ojos del público no sólo contribuye el buen hacer de los Lanz, también la eficaz narración de Itziar Andía y los elementos de una escenografía que se mimetiza en el espacio rural.
Pero si Almavera se fusiona y crece con el espacio aunque pueda viajar, Historias de Cueva Secreta es el entorno. El recorrido de 40 minutos y en grupos de una veintena de personas que propone la formación teatral granadina discurre por los senderos de la finca y se fusiona con ellos. Porque el itinerario enseña a los niños y a sus familias a ser respetuosos con un entorno del que se detalla su historia, su flora, su fauna pero que, en un momento dado, también conduce a una realidad paralela llena de magia y seres fantásticos.
Poco más se puede explicar de un paseo lleno de sorpresas para que estas sean tales. Solo queda apuntar que va creciendo en intensidad conforme se asciende por las veredas que, hasta hace sólo unos meses, escondían las zarzas y que, como no podía ser de otra forma, también cuenta con ese sello Etcétera que puntea de poesía lo que toca.
Etecétera, Premio Nacional de Teatro para la Infancia, celebra este año sus cuatro décadas de andadura teatral con al apertura de nuevo espacio, las funciones de ‘Pedro y el lobo’ que han podido disfrutarse estos días en el Auditorio de Güéjar Sierra y con la vuelta de uno de sus espectáculos más aclamados: ‘Soñando el carnaval de los animales’, con el que se reencontrará con el público granadino en el Palacio de Congresos de la capital esta Navidad. Como el propio Lanz explica, este montaje refleja “el sueño de un fauno, que sueña con animales de África, de Asia, de Australia, nadadores, voladores, grandes, pequeños, lentos, veloces, prehistóricos, de granja y hasta de orquesta”. Y como es propio en Etcétera, que “sueña con música”. “Nos encontraremos con la realidad, un concierto invadido por el humor y la poesía, por animales que surgen de la música y por once músicos haciendo el animal”, detalla Lanz.
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