La soberbia 'Traviata' del Teatro Real embelesa Granada
La ópera en tres actos inspirada por 'La dama de las camelias' entusiasmó en una nueva noche de ópera no representada que entusiasmó en el Palacio de Carlos V
El Festival de Música y Danza de Granada 2025: programa completo, horarios y escenarios
La velada del viernes noche en el Festival de Música y Danza de Granada es de las que dejan mucha resaca y se graban en el corazón. Por un lado la música, de una factura exquisita, de otra el tema, que no por sabido deja de impactar. Pero la conclusión es clara, una maravillosa noche. Estamos ante uno de los conciertos cuyas localidades se agotaron en escasos minutos, y es que las experiencias con las óperas no representadas en el Carlos V desde hace unos años están resultando soberbias. En esta ocasión, volvía el elenco del Teatro Real a Granada, que ya estuvo con Turandot hace un par de años y el resultado ha sido una maravilla. La orquesta, entregada, atenta al gesto del director y concentrada como un actor más de la trama. El coro imponente: hubo dos momentos en los que dos bajos cantanron una breve frase como solistas dentro del argumentario de la ópera y se notó que el nivel del Coro en nada quedaba atrás del del elenco de solistas. La dirección del maestro Henrik Nánási fue muy efectiva, la música mandaba. Comenzó con batuta, pero cuando la interpretación se volvió orgánica hacia el final del primer acto, la dejó y ya no la recuperó en todo el resto de la ópera.
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Programa: La traviata, ópera en tres actos (1853). Versión concierto. Música de Giuseppe Verdi (1813-1883) Libreto de Francesco Maria Piave, basado en La dama de las camelias de Alexandre Dumas hijo. Plantilla: Orquesta y Coro Titulares del Teatro Real Henrik Nánási. Director musical:José Luis Basso director del coro. Nadine Sierra soprano (Violetta Valéry) Karina Demurova mezzosoprano (Flora Bervoix) Gemma Coma-Alabert mezzosoprano (Annina) Xabier Anduaga tenor (Alfredo Germont) Artur Rucinski barítono (Giorgio Germont) Albert Casals tenor (Gastone, vizconde de Létonières) Tomeu Bibiloni barítono (El barón Douphol) David Lagares bajo (El marqués de Obigny) Giacomo Prestia bajo Doctor Grenvil) Joan Laínez tenor (Giuseppe). Lugar y Fecha: Palacio de Carlos V, viernes 11 Julio.
La elección de los tempi, el carácter de cada escena y pasaje, fueron seleccionados con gran tino y se compenetró con cada cantante actor perfectamente de manera que permitía que cada uno luciese y expresase su personaje y sus potencialidades al máximo de sus posibilidades.
Finalmente las voces. El coro como decíamos fue soberbio, el trabajo del maestro José Luis Basso resultó exquisito, la dicción de los textos, el fraseo y cómo adoptaron con unanimidad cada pasaje, unas veces dramático, otras impetuoso y otras tan festivo como en el segundo acto, con las festivas referencias a la tauromaquia fue digno de mención. El detalle final de sacar a los dos bajos solistas del coro a saludar junto a todo el reparto habla de su preciosismo en las formas también.
El barítono Artur Rucinsky que encarnaba al padre de Alfredo Germont tuvo una puesta en escena sobrecogedora. El papel que tiene es el de censor absoluto de Violeta, pero no desde una maldad que paradójicamente hiciera más sencillo el personaje, porque sería tan solo malo por no tener otra opción como malvado. Todo lo contrario, es un auténtico señor, que fruto de toda una sociedad hipócrita entiende que debe pedir el sacrificio de una joven, de la que sabe que está perdidamente enamorada de su hijo. Por encima de la felicidad de su hijo y de la salud de ella está su sentido de la compostura y desde ese dilema emanan las frases del personaje. Dejó el barítono escenas soberbias desde su aparición hasta el final cuando le pide perdón a una joven Violeta enferma y moribunda.
Alfredo Germont, encarnado en el tenor Xabier Anduaga fue una maravilla. Una voz portentosa y un dominio de la escena y del personaje hacen de sus intervenciones del viernes una joya, desde el primer momento buscó esa conexión con Violeta, que resultó emocionante y aunque la ópera se anunció como 'no representada', la verdad es que fue una preciosidad contemplar a todo el elenco imbuido de sus papeles pues la sensación es que faltaba si acaso algo de vestuario para que luciese como tal. Es más, se dan representaciones de grandes clásicos en las que cobra tanta importancia una direccion de escena en ocasiones absolutaente desafortunada, que la sobriedad y la profesionalidad del elenco provocaron un colofón como el que se vivió el viernes con la soprano Nadine Sierra, una floridense multipremiada y especializada en papeles verdianos. Su voz, su presencia y su puesta en escena hacían entender a la perfeccion el libro La dama de las Camelias, de Dumas, en el que se basan Piave y Verdi para la construcción de La Traviata.
La puesta en escena de la soprano Nadine Sierra fue perfecta, insuperable. Vivió y transmitió el personaje de manera única. El comienzo de la Traviata (nombre que proviene de extraviada...) es imponente y archiconocido, la breve obertura y en seguida la famosa aria del brindis "libiamo", hasta ahí ya se notaba que la noche iba a ser especial. Pero en cuanto comenzó la trama, con las escenas de Violeta y Alfredo, la interpretación empezó a ser como decíamos al principio "orgánica" el público embelesado asistía entregado a cada pasaje, cada aria y cada gran intervención con sonoras ovaciones y la noche se volvió especial.
La soprano y su papel de Violeta pasan por toda una gama de emociones que en todo momento se disfrutaron con la franqueza y la emoción con la que la americana las exponía. El drama de esta cortesana, que se cree inmune al amor pero que todo cambia cuando conoce a Alfredo y la respuesta de la sociedad de la época con una hostilidad brutal que la condena a una pronta muerte provocada por una vida de excasez generó constantes escenas emocionantes. Musicalmente fue espectacular y a nivel dramático, sobrecogedor. Y más, a sabiendas que el propio Verdi, vertió en esta Ópera, que fue censurada y tuvo que relajar escenas y descontextualizar la trama. El mismo maestro italiano sufrió la insinceridad de sus coetáneos y fue víctima de dobleces de muchos por sus propias elecciones vitales. Y esto le da una profundidad a toda la Traviata absolutamente vigentes más de un siglo después de su composición.
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