Artes plásticas

El viaje de lo vegetal a lo humano de Santiago Morilla

  • El creador madrileño propone en la Sala Alta de Condes de Gabia un paseo de ida y vuelta para estudiar las relaciones con el mundo vegetal más allá de lo ornamental y los instrumental

El viaje de lo vegetal a lo humano de Santiago Morilla

El viaje de lo vegetal a lo humano de Santiago Morilla / Diego Sevilla / Photographers (Granada)

La Sala Alta del Palacio de Condes de Gabia acoge su segunda exposición de 2021: Traducir un bosque, realizada por el artista madrileño especializado en lenguajes multimedia Santiago Morilla. La Diputada de Cultura, Fátima Gómez Abad, señaló ayer durante el acto de presentación de la muestra, que podrá verse hasta el 20 de junio, que su contenido no es el habitual porque Morilla expone su línea de investigación sobre la relación entre lo humano y las plantas, así como el feedback que establecen entre ambos”.

Gómez Abad considera “muy interesante” la reflexión que plantea en este periodo de pandemia en el que se pudo comprobar “como la naturaleza nos arrebataba el espacio que nosotros le habíamos quitado anteriormente”. “Las plantas volvían a lugares de los que habían desaparecido y los animales a espacios que les habíamos arrebatado. Por eso este es uno de los momentos más adecuados para ver esta exposición”. Por su parte, Santiago Morilla (Madrid, 1973) explica que en esta exposición el público va a encontrar “un extenso conjunto de obras” que lleva desarrollando desde 2016 “en torno al concepto de contaminación del paisaje como frontera moral de la humanidad”. “Me interesa cómo nos relacionamos con los otros, con los animales, con las plantas... Y el reino vegetal que suele ser para nosotros decoración o instrumento”, señala Morilla, para quien “necesitamos un cambio de paradigma, otra forma de relacionarnos con nuestro entorno”.

Morillas estudió Ciencias e Ingeniería Agrónoma pero se licenció en Bellas Artes de la UCM

En pos de ese nuevo modelo de relación, parte de “una producción artística eco-social” con un enfoque que aúna tecnología y pensamiento medioambiental en la crisis ecosistémica que estamos viviendo”. Morilla comenzó estudiando Ciencias e Ingeniería Agrónoma y de ahí dio el salto a la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid, en donde trabaja como profesor. Actualmente pertenece al grupo de investigación Prácticas artísticas y formas de conocimiento contemporáneas y al I+D Arte y Tecnosfera.

Siguiendo su línea de investigación y producción en lenguajes multimedia, el público encontrará en el centro dependiente de la Diputación de Granada varios vídeos y lo que su autor denomina “performance de visibilización de otras sensibilidades de las plantas en el espacio público” así como dibujos, “estudios de prototipos de aumento informacional del reino vegetal, plantas que tienen sensores o un paisaje visual y sonoro que depende de sus estímulos internos y externos”. “De esta forma, el espectador se acerca a esos prototipos de realidad aumentada y puede entender de forma intuitiva si la planta está bien o mal: si tiene poca luz, si el PH está disparado, si tiene mucha concentración de volátiles, de CO2... Todo eso en función del estado interno y externo de la planta, que genera unos gráficos y un paisaje sonoro”, detalla.

También hay una pieza de una planta- robot, “un plantoide misántropo” según Morilla, que huye de los humanos: “Está haciendo la fotosíntesis y cuando un humano se acerca hace lo que le gustaría hacer, huir de nosotros”. A través de la “mediación tecnológica” la planta puede escapar a la presencia del espectador y volver al sitio en el que estaba.

Para Morilla, es una exposición multidisciplinar que invita a “pasearla sin prejuicios”: “Sin intentar entender todo como quizás un análisis científico acostumbra a hacer sino para dejarse sugerir y conquistar por una belleza más allá de la belleza exterior que pueden tener las plantas”.

“Hay una belleza en el lenguaje oculto de las plantas. A través de estos procesos de traducción estética podemos llegar a entender que algo les afecta cuando las maltratamos. Hay una red de eco-dependencias entre lo social, lo tecnológico y lo natural”, sintetiza.

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