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Como una vieja dama del soul

  • Sharleen Spiteri abandona Texas y debuta en solitario con 'Melody'

Cuando la franquicia de toda la vida da señales de agotamiento y ni los discos ni las ventas cumplen las expectativas, un cantante tiene que hacer lo que hay que hacer: publicar un álbum en solitario. Así estaban las cosas para Sharleen Spiteri, el rostro, la voz y el alma de Texas. La banda escocesa ya no tenía otra salida, porque la carta de la reinvención ya la jugaron, y con éxito, con White on blonde (1997). Antes de aquel trabajo electrónico estos chicos iban de amantes de Ry Cooder y de sus guitarras -Ricks road (1993) fue un patinazo tal que les obligó a mudar la piel-. El cambio se agotó con Red book (2005), un trabajo que superó al terrible Careful what you wish for (2003), pero que nadie compró.

Texas ya es pasado, y Sharleen Spiteri se la ha jugado con Melody (2008). El riesgo es relativo, porque la escocesa ha optado por el soul para su primer paso solitario, género ahora tan de moda. Además, la autora de I don't want a lover, aquel hitazo que la sacó de una peluquería, ha decidido recrear lo mejor de los 60: el calco del sonido Tamla Motown es perfecto, así como los guiños a Nancy Sinatra y Lee Hazlewood, Serge Gainsbourg y John James Bond Barry.

En apenas 37 minutos, Spiteri logra que olvidemos los erráticos estertores de Texas y nos preguntemos por qué no se atrevió antes con este ejercicio de retro-soul -si lo hubiese firmado en 2005 quizá no se la acusaría de oportunismo-. Melody no aporta nada nuevo, y Spiteri lo sabe, pero ella pocas veces ha cantado tan bien, y las canciones son más que dignas recreaciones de los estilos a los que se acerca. Vale, quizá I wanna haunt you se quede muy lejos de These boots are made for walkin, el modelo en el que se inspira -ojo, las guitarras molan bastante-.

"Siempre he querido grabar un disco como Nancy Sinatra", comenta Spiteri en la nota de prensa de Melody. Sería más correcto decir su álbum "Nancy Sinatra con Dusty Sprienfield", porque los muchos momentos soul son más de la segunda que de la primera -también hay un guiño directo a Diana Ross, por supuesto-.

En esta ocasión, con las ideas muy claras, Sharleen Spiteri ha tomado las riendas del proyecto y ha ejercido de productora, labor que ha compartido con Bernard Butler (ex Suede). La grabación, que se intuye relajada, ha pasado por estudios de Glasgow, Londres -entre ellos el de Edwyn Collins- y España, donde vino de vacaciones. Además de la de Butler, que le regala la joya It was you, el impresionante arranque del disco, la otra gran colaboración de Melody es la de Kaiser George, guitarrista de The Kaisers y Los Straitjackets.

Sin apenas resbalones, al menos ninguno notable, Melody es un disco mucho mejor de lo que los últimos trabajos de Texas nos podían invitar a suponer. Sharleen Spiteri sale reforzada de este trabajo, una obra que muestra su obsesivo esfuerzo por resultar creíble como amante de los 50 y 60 -ha cuidado hasta el último detalle-, que demuestra que puede convencer cantando soul y que la recupera como una mujer a tener en cuenta.

Melody no va a vender millones de copias como el Back to black de Amy Winehouse, ni va a lograr las portadas que acapara Duffy, pero Sharleen Spiteri dice que ha grabado el disco que quería y algunos sabemos que es bueno.

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