LA COCINA | CRÍTICA
Cuando el ego creativo se inflama
Resonancias, Revista de Investigación Musical | Reseña
'Resonancias, Revista de investigación musical' nº 52 Dir.: Alejandro Vera A. Universidad Católica de Chile, 294 pp.
Según sostiene una obra de referencia internacional tan importante como The New Grove Dictionary of Music and Musicians, desde su edición de 1980, el registro más antiguo del término “zarabanda” corresponde a un poema atribuido al poeta sevillano Fernando de Guzmán Mejía fechado en Panamá en 1539. A partir de esta referencia muchos autores, también algunos ensayistas flamencos, han dado, y siguen dando, por bueno el dato. La referencia está incluida en el poema Vida y tiempo de Maricastaña, en concreto en esta estrofa “o estéis sobando la harina blanda/ con huevos, con azúcar, con manteca,/ al son de zambapalo y zarabanda”.
En este trabajo, Álvaro Torrente cierra la discusión sobre el tema afirmando que, ni el poema tiene que ver nada con Panamá, ni la fecha de 1539 es correcta. El trabajo se publicó en el número 52 de la revista de investigación musical Resonancias. La conclusión de Torrente es que la primera mención a la zarabanda es la fechada en México en 1569. El poema de Fernando de Guzmán no tiene nada que ver con Panamá y la fecha del volumen de manuscritos en que se incluye no es 1539 sino 1639. Hay que decir que estos datos ya estaban puestos en cuarentena por Rosa Navarro Durán en su artículo “Nuevos datos sobre el poeta Fernando de Guzmán”, que publicó en 1984, como señalamos en nuestra Nueva historia del flamenco (2021). Es una fecha demasiado temprana para Fernando de Guzmán. Que, por otro lado, es improbable que estuviera alguna vez en Panamá. Otros autores también habían puesto en duda estos datos, como señala Torrente en este trabajo: Devoto, Stevenson, Rainer Gstrein, Mara Lioba Juan-Carvajal … en realidad el propio Corominas, que es el primero que recoge la información, eso sí, cuestionándola. Según Torrente, el volumen que contiene el manuscrito del poema de Fernando de Guzmán fue cosido con otros manuscritos que sí tienen relación con Panamá, de ahí la confusión.
Y respecto a la fecha del volumen que aparece en la portada, es una pura errata. Ambas erratas están contenidas en la referencia que recoge The New Grove: el tratado bibliográfico Ensayo de una biblioteca de libros raros y curiosos, una monumental obra que recoge todos los registros sobre libros raros que recopiló a lo largo de su vida el erudito extremeño Bartolomé José Gallardo (1776-1852) y que publicaron póstumamente, entre 1863 y 1889, sus discípulos José Sancho Rayón y Manuel Remón Zarco del Valle. A las papeletas originales reunidas por Gallardo, sus editores añadieron otras de su propia cosecha procedentes de diversas bibliotecas, incluyendo la referida al volumen que incluye el poema de Fernando de Guzmán Mejía, papeleta que incluye tanto la errata de la fecha como la mención a Panamá. Pero, contrastado el volumen original, que se encuentra en la Hispanic Society of América, por parte de Torrente, este concluye dos cosas. Que la fecha original es 1659, y la contenida en el Ensayo es una pura errata. Y que la referencia a Panamá está en otros manuscritos que fueron cosidos al manuscrito que contiene el poema Vida y tiempo de María Castaña, con obras de otros autores, pero no en el de Fernando de Guzmán Mejía.
Siguiendo la línea del tiempo del término zarabanda, la segunda mención, que Álvaro Torrente considerara primera, claro, es de 1569. Aparece en un manuscrito fechado en la Nueva España, esto es México, al que su autor nombró como Cancionero general del poeta Pedro de Trejo. Se trata de un poema religioso que a veces se ha trascrito con el título de La zarabanda glosada a lo divino por el autor (en una edición moderna del Cancionero, de 1981, y otras como Ven ventura (en algún artículo). Este autor fue procesado y condenado. No porque su zarabanda tuviera un contenido erótico sino por el contenido teológico de su obra, considerado herético por los inquisidores. Este manuscrito, al parecer hoy perdido, aparece citado en el mencionado proceso inquisitorial y por esta información es por la que tenemos noticia de la fecha del mismo. Aunque en otros artículos aparece como fecha de composición dos o tres años antes. Pudiera ser, pero por ahora no hay base para retrotraernos a una fecha anterior a 1569.
Julio Jiménez Rueda advirtió en 1944 que el estribillo “zarabanda y dura” es “un tema popular que debió estar ligado a la danza que condenaron más tarde teólogos y moralistas”. De hecho, en la edición de las obras completas de Pedro de Trejo de 1995 vemos que en el propio poema su autor señala que el estribillo “zarabanda y dura” es “ajeno”. Es decir, que, como me señala Juan Montero, catedrático de filología española de la Universidad de Sevilla, “el término es anterior a Trejo. Lo que su poema documenta es que el término ya existía antes de 1569. ¿Desde cuándo existía? Eso ya es otro cantar. Pero se ve que estaba de moda cuando Trejo escribió su cancionero por los años 50 o 60 del XVI”. O sea que la conversación no está cerrada. Seguimos investigando.
La zarabanda, como saben, es, en gran medida, el precedente musical, coreográfico y literario del estilo flamenco llamado guajira y también, quizá, de las chuflas y bulerías en modo mayor. La primera referencia escrita a la zarabanda en España es de 1585, año en el que se prohíbe por su “extraordinaria obscenidad”, pero todavía encontramos otra referencia anterior en México en 1579, lo que da pie a considerar que efectivamente puede ser una danza que nace en América. En 1609 el Padre Mariana vuelve a clamar por su prohibición. Dicha zarabanda, aunque nacida en América, tiene elementos musicales peninsulares. Su nombre parece que tiene resonancias africanas y según algunos autores tiene que ver con el culto a Oggun de la santería.
También subsiste hoy un tipo de cante denominado zarabanda que es un fandango de tipo malagueño que se da en la provincia de Jaén y que, según Rafael Chaves Arcos, está relacionado con los llamados malagueñas de la madrugá o cantes de la madrugá de Jaén en concreto de La Carolina. Un cante que no tiene nada que ver, ni musical ni coreográficamente, con la zarabanda barroca, y tampoco con las guajiras, las chuflas o la bulerías en mayor.
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