No soy amigo de las eléctricas...", decía chispeante en un programa de televisión el pasado mes de agosto Antonio Miguel Carmona, un tertuliano de pro de dilatada trayectoria en el PSOE madrileño, aunque mucho más conocido verbigracia por sus intervenciones en los platós de televisiones diversas que por sus éxitos y aportaciones en el mundo de la política, una vez más reducida a palanca de cambios en la marcha triunfal hacia la pasta gansa y el poder.

Tan poco amigo como se declaraba de las eléctricas, incluso explícita y certeramente, "no tengo ninguna simpatía, ni por Iberdrola, ni por ninguna multinacional eléctrica", que este hombre de verbo y pensamiento fluidos ha acabado enchufado precisamente en la compañía que dirige Ignacio Galán... como un señor por decirlo redundante.

Qué cosas. El mismo trovador que afirmaba hace menos de dos meses que el actual sistema tarifario era "impresentable", una estafa legal que nos cobra la luz al precio de la fuente de energía más cara y que menos aporta al mix energético, ahora se llenará los bolsillos gracias a su satanizado sistema... Y además en el mejor momento, en plena tormenta de críticas sobre Moncloa mientras arrecia la pregunta de qué coño hace el Gobierno más de izquierdas de la historia reciente (más allá de gesticulaciones y pucheros vanos) para impedir que Carmona y compañía (Ibedrola y demás eléctricas) se hagan más y más ricos de manera inversamente proporcional al resto del común de los mortales, esas plañideras que se vislumbran entre la oscuridad y el frío de las estufas vergonzosamente apagadas que están en muchos casos literalmente a dos velas con el recibo de la luz.

Pero no hay que desesperar. Este ilustre que tan bien, tanto y de tantas cosas habla, seguro que un buen día es capaz de explicarnos con su envidiable elocuencia el jeroglífico de la factura de la luz, el enigma de la subasta eléctrica, el arcano del sistema de fijación de precios de la energía y hasta convencernos de que a todas luces será buena su marcha a Iberdrola.

Todo esto es secundario y una simple muestra más de la inmensa capacidad de cooptación del poder y sus terminales, de la política entendida como simple espectáculo, de la legitimación de la ambición como motor en el ejercicio de lo público...

Lo fundamental, lo que nos debe preocupar más allá del Carmona de turno y del incesante goteo de políticos en los sillones en los consejos de administración de las empresas eléctricas y energéticas -desde ex presidentes del Gobierno como José María Aznar, Felipe González o Leopoldo Calvo-Sotelo, a ex ministros como Miguel Boyer, Luis de Guindos, Rodrigo Rato, Pedro Solbes o Elena Salgado, y hasta tertulianos...-, es la chulería del gigante eléctrico, que no tiene reparos en intimidarnos y en demostrar que por muy cargados que estemos de razones, nos engullirá hasta la moral si fuera menester.

Apaga y vámonos, que diría el lúcido y deslucido Carmona.

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