La tele más Real del año
La Fuente de las Batallas, símbolo de una nueva identidad
Desde nuestros ancestros griegos de civilización, la plaza, el Ágora, era el epicentro de la ciudad rivalizando con la Acrópolis y llenándose de actividad popular de festejo, comercio, asamblea y cuando no, solemnizando coronaciones o ejecuciones. Nuestra Ágora de la Acera del Casino le sustrajo protagonismo, allá por el SXVII, a la hegemónica Plaza Nueva, quizás por geometría urbana y confluencia de nuevas arterias, que sirvieron de asentamientos emblemáticos al Palacio de Bibataubín, al Casino y al enlace de tranvías o paseos por un embovedado río Darro. Su monumento no fue una estatua al uso, sino la feliz ocurrencia de trasladar la mejor fuente que engalanaba los Jardines del Salón en años de postguerra. Desde entonces viene ejerciendo un magnetismo peatonal, alineada con la Carrera de la Virgen de losas desgastadas por viandantes de castañas o helados. En cualquier estación tiene su especial encanto, que se lo pregunten a cuantos siguen a la guía de brazo en alto.
La fuente de las Batallas, de origen incierto, estaba huérfana de una batalla en particular que rindiera honores como lo hacen otras en Londres, París, Buenos Aires o en nuestra vecina Jaén, pero en el despertar reivindicativo de la ciudad, la plaza con su fuente trasplantada, se ha convertido en el pódium de un líder que ha librado a la ciudad de la torpeza planificadora para la asistencia sanitaria hospitalaria. Sus batallas han sido especialmente civilizadas, con decenas de miles de granadinos alistados y, sin más sangre que algunas decapitaciones de puesto, rápidamente sustituidas por la noria que pasea atrevidos gerentes de hospital en hospital. Ninguna de estas cápitas ha dado un nombre glorioso en las últimas décadas, que perdure a la cena de despedida de su coro íntimo.
La Fuente de las Batallas de Granada tiene desde el mítico 16 de octubre de 2016 y lo que llevamos de año, un héroe, un David, un Spiriman o al Dr. Candel, como nos gusta referir, que ha personificado el simbolismo de la fuente; o cuando menos, se ha añadido a los que pudieran haberle precedido. La fuente, nuestra fuente, la hemos conquistado una inmensa mayoría de granadinos que acudimos a la llamada de un valiente, de prosa fácil y directa, pero llena de acentos emocionales que penetran directamente atravesando la epidermis que hace resbalar a la cantinela vacua de los formalmente políticos.
Los que han perdido la batalla, por ideales o por corruptelas -el tiempo lo dirá-, están tan desconcertados como malheridos. Ellos que descendían del olimpo narcisista y soñaban con monopolios de mando y equipamiento, han dado media vuelta y pretenden, ahora, salvar el hospital de sus desastres. Su última escenificación, convocar anónimante una asamblea en el Hospital Virgen de las Nieves en horario de asistencia de mañana, no fuera ser que se encontrasen pocos. Y para ello, los que "mueren de éxito" o "se les cuelan pacientes por las rendijas" para merecer su divina asistencia, pretenderán salir impunes de cerrar quirófanos y haber desatendido a la población con el amparo más que punible de unos órganos de dirección que, en tan corto recorrido, ya se han desacreditado y su tiempo ha pasado. En contraposición el líder que pretenden acosar ha tenido siempre la honestidad de convocar en días y horario libre a decenas de miles. La recién creada Asociación Justicia para la Salud puede empezar a promover las acciones oportunas, Mientras, ayer la Fuente de las Batallas hizo una vez más honor a su calificativo.
También te puede interesar
Lo último