Cruzan los teletipos los océanos azules" y hasta la orilla mediterránea de Tarragona me llega la noticia del fallecimiento de mi amiga Mariluz Escribano, mujer luchadora y defensora incansable de la justicia, la igualdad, la dignidad humana y la poesía como arma imprescindible en esa lucha. Generosa y divertida, las tardes en su casa eran siempre largas y ninguno de los presentes tenía ganas de marcharse.

Desde su sillón presidía la estancia al tiempo que huía del protagonismo, queriendo escuchar a todos, interesada siempre en las noticias de la ciudad y preocupada por la actualidad más inmediata hasta que, de repente, nos regalaba una frase incontestable, cargada de razón y de ese humor suyo tan inteligente como provocativo.

La recuerdo ahora rodeada, en los talleres de poesía, de multitud de jóvenes aprendices de escritor, a quienes conseguía arrancarles una sonrisa y contagiarles su pasión por la poesía. Y recuerdo con gratitud que sin apenas conocerme publicó un par de poemas míos en su revista, con lo que ello supone para alguien que da sus primeros pasos en las letras.

Años después tuve la suerte de ser el editor de su libro El corazón de la gacela, de donde recupero los versos mencionados, y de su mano y con todo el entusiasmo que sabía transmitir también colaboré en el nuevo diseño y la nueva etapa de la revista EntreRíos, que fundó y dirigió durante tantos años. Mi amigo el fotógrafo Joaquín Puga le hizo un maravilloso retrato donde luce su inconfundible flequillo azul y juvenil, y sé que tanto él como yo recordaremos durante mucho tiempo la divertida tarde que compartimos los dos en su casa, entre otras muchas tardes, con su inseparable Remedios Sánchez, colocando focos y cámaras y llenando todo de cables para captar la esencia, la verdadera luz de su mirada de poeta.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios