Cancionero para una crisis

Iremos a Verona

En julio se abrirán las fronteras al turismo internacional ¿Pronto?

Iremos a Verona

Iremos a Verona

Iremos o vendrán, que tanto monta monta tanto... Es decir, que la reactivación del turismo es eje básico en la recuperación tan necesaria tras estos meses de parón de la actividad a todos los niveles. Y como el turismo es un fenómeno de ida y vuelta, este sábado hemos sabido que en julio se abrirán las fronteras al turismo internacional. ¿Pronto? Más bien, tarde para lo que se necesita en el sector que ha perdido fechas tan interesantes como la Semana Santa o el puente del Primero de Mayo, más los puentes que se colocan los madrileños cada dos por tres... 

Fronteras abiertas en la expectativa de un efecto positivo que siempre será deseable a la clausura y el cierre, aunque está por determinar si psicológicamente los turistas tendrán asimilado que el peligro ha pasado, que se puede viajar a otros países sin riesgo de infección... Y no creo, en este apartado concreto, que ayude mucho a las visitas de extranjeros la imagen de tensión y desastre absoluto que la 'Kale Burberry' y otras concentraciones de banderas al viento tratan de transmitir. Pero, bueno, el derecho de protestar lo tienen y lo ejercen en manifestaciones que pretenden ser de luto, aunque por las imágenes que nos han llegado se les veía sonrientes, más bien estaban de fiesta.

Entretanto, el Gobierno, que hace unos días implantaba la cuarentena para los extranjeros que llegasen a España, negocia ahora unos 'corredores turísticos' con Portugal y Francia, nuestra frontera con Europa, en los que no sería necesario guardar los quince días de aislamiento. Con Francia, que la pasada semana establecía con España la misma medida de confinamientos para los visitantes españoles, por la unilateralidad de la medida de cuarentena. Aunque, a decir verdad, casi todos los países europeos estudiaban en aquellos días medidas similares, Italia fue la primera que determinó una serie de iniciativas encaminadas a fomentar el turismo interior y exterior: exenciones fiscales de hasta 600 euros para las familias que decidan veranear en uno de tantos atractivos destinos como reúne el 'bel paese'

Pedro Sánchez aquí -sabiendo que los periodistas le iban a preguntar por ese pacto con Bildu que ha descolocado a todos, empezando por los propios socialistas- salió a la palestra este sábado con una serie de 'medidas de distracción': fútbol y turismo para todos. "Les animo", dijo, "a ir planificando las vacaciones". Estupendo. Pero hubiera sido muy conveniente que a la vez que nos anima este Gobierno dicte medidas como la de Italia. Porque aquí llevamos desde marzo, desde los primeros días del arresto domiciliario hablando de esa reedición del 'veranee en pesetas' que en 1980 trataba de retener a los españoles en destinos turísticos del propio país, hablando mucho sí del turismo interior pero medidas que lo fomenten, lo que se dice medidas que lo fomenten, ninguna... 

Así que mientras llega ese día nos deleitamos con la voz de Charles Aznavour y este Iremos a Verona, fechado en 1974, que no está entre las más conocidas canciones de un cantante de tan grandísima fama internacional, aunque sin embargo su título dio lugar a un espectáculo teatral de ese mismo nombre que supone un repaso a la prolongada trayectoria de un artista con siete décadas sobre los escenarios. 'Iremos a Verona' no solo porque lo cante Aznavour sino porque la bellísima ciudad merece una visita "para abrir el balcón de Romeo y Julieta", los amantes inmortales imaginados por William Shakespeare. (Por cierto, en la versión italiana de la obra, el orden de los amantes va invertido, Giulietta e Romeo, como avanzada de lenguaje inclusivo con cuatro siglos de anticipación y sin Instituto de la Mujer que lo recomiende).

Verona, una ciudad que guarda ciertas simetrías con Granada por su tamaño, historia y leyenda. Aunque un amigo 'granaíno' que la visitaba asiduamente reflexionaba bajo el balcón de los amantes, convertido en el principal atractivo turístico de la ciudad: imaginemos que Shakespeare hubiese situado el enfrentamiento irreconciliable de Capuletos y Montescos no en Verona sino en Granada. Imaginemos que con la fama universal del drama 'shakespiriano', al concejal de la Cosa se le ocurre plantear que para fomentar el turismo "vamos a abrir al público la casa (imaginada) de Romeo y Julieta". Y al día siguiente están los políticos de la oposición criticando la iniciativa como anacronismo histórico y expresión de incultura porque, ya se sabe, aunque sí existieron las familias de los Capuleto y los Montesco, la historia de amor en realidad no existió y la casa, por tanto, es inventada. Váyanle con esa argumentación tan 'granaína' al sector hotelero de Verona, que verán cuánta gracia les hace... En Verona, además, en aquellos años del Granada CF y el Granada 74 en que la visitaba mi amigo convivían también dos equipos, el Hellas Verona, tradicional, y el Chievo Verona, del barrio del Chievo pero en categoría superior a la de su rival venido a menos, en la Serie A (Primera División en Italia). Otra similitud. Aunque una gran diferencia: el río Adige siempre lleva agua; aquí, en el Genil tenemos que 'envasarla' entre compuertas.

Iremos a Verona, en fin, es una canción originalmente grabada en francés (Nous irons a Verona), la lengua de Aznavour. Y es una canción romántica, de planificación de un viaje como el que nos anima a programar Sánchez. "Iremos a Verona / un día tú y yo", viaje compartido entre enamorados, faltaría más. Abrirán el balcón de Julieta bajo el que Romeo declamó sus universales palabras de amor "y llenos de emoción, / en sus tumbas secretas / pondremos una flor / para la eternidad". A Verona, donde añade la canción que "es más dulce morir / que vivir siendo infiel". A Verona, donde "iremos los dos / a buscar la ternura. / Iremos a grabar / en mármol nuestra fe". El enamorado Aznavour está proponiendo este viaje de enamorados pero su enamorada no parece receptiva a la propuesta. Y el desplazamiento, según los últimos versos de la canción, no llegó a producirse porque "tu corazón no quiso hacer ese viaje" y prefirió cambiar destino o acompañante, que no queda muy claro en la canción, aunque -eso sí- deja al desencantado Aznavour  recogiendo "equipaje / y mi esperanza azul / de puerto no salió". Así que la canción culmina sin hechizo: "Pero todo murió / pues rompiste el encanto / y Verona se ahogó / sin remedio en el llanto". Lamento de enamorado que con tanta ilusión proponía ese viaje a la capital del Veneto y la patria de los enamorados: "¡Lo que uno es capaz de inventar por amor!".

(Cancionero analítico patrocinado en este comentario de hoy por el Patronato Provincial de Turismo de Verona).

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