Dell’Atte y el polígrafo

22 de noviembre 2025 - 03:06

El público español descubrió a la vehemente modelo Antonia Dell’Atte en octubre de 1993. Telecinco llevaba ya tres años carbonizando sus contenidos iniciales y encontró el filón rosa a través del polígrafo policial. Julián Lago, periodista de vuelta, rejuvenecido con pelo y barba, estrenó La máquina de la verdad. Al público le hizo gracia Antonia, italiana arquetipo con su acento y gestos. Pero lo de Antonia no tenía gracia: hablaba de los malos tratos de su ex, el llamado conde Lecquio, que no le pasaba la manutención a su hijo y que había desarmado su familia por irse con Ana Obregón, que era el tema de portada.

Lo de Antonia acabó en un sketch de Los Morancos y Dell’Atte se hizo famosa por aquella intervención. Llegó a ocupar el sitio de Obregón en ¿Qué apostamos? a modo de vendetta. Como Lequio era sobrino lejano del Rey la italiana creyó que era mejor aprovechar la estela de la fama y mantener el estatus de despechada. En La máquina de la verdad respondió a una serie de preguntas que era lógico que estuviese diciendo la verdad, pero al público le entusiasmó ese rito de cables y sismógrafo, recurso que llegó hasta ayer con Sálvame. El doctor Gelb, revisando los picos del papel daba pie a la parodia.

Nadie actuó entonces ante las denuncias de Dell’Atte. Quizá de haberse tomado más en serio a la mujer que al personaje, en 1993, se podría haber actuado en ejemplaridad ya contra los malos tratos. Lequio, despedido al cabo de 35 años, no debió nunca, siquiera, haber aparecido en un plató para justificar sus “bofetadas light”.

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