Análisis

manuel campo vidal

La economía tirando y la política naufragando

Hay un nuevo récord de empleados: más de 20 millones de afiliados a la Seguridad Social. El paro cae al nivel más bajo de un mes de noviembre desde 2007. Aunque queda mucho por mejorar y demasiada desigualdad social. La inflación se modera dos décimas y ya está por debajo del 7%, pero sigue castigando a las familias. Sube la inversión, especialmente la extranjera, estadounidense y británica. Aunque duela a los que prefieren que todo vaya mal para ofrecerse como salvadores de la patria, la economía en España va tirando y los agoreros que cada mañana en la radio y en los telediarios de la noche anuncian cataclismos, son desmentidos por la cifras.

La economía de la Eurozona no está boyante y la locomotora alemana teme algún disgusto, aunque no tan serio como haber sido eliminados del Mundial de Fútbol. Sin embargo, en EEUU el mercado laboral no se frena, para dolor de Trump; lleva casi dos años incrementando empleo. En casi todas partes parece que el Covid hubiera dejado ganas de crecer y no paran los congresos, las reuniones presenciales y el turismo, hasta agotar billetes aéreos, de tren y plazas hoteleras

Pero si la economía va tirando, la política está naufragando. La polarización es un virus que no conoce fronteras. Golpea tanto en América como en Europa, aunque se mantenga, contra pronóstico, la relativa unanimidad en seguir apoyando a Ucrania frente a la invasión rusa. Putin resiste en el poder pero sus jóvenes mejor formados se escapan en cuanto pueden porque no quieren vivir en un país que "camina hacia la Edad Media".

En España, "el Congreso se parece cada vez más a una tasca de mala muerte", según el diputado nacionalista vasco Aitor Esteban. Vox, la ultraderecha, sube el nivel de insultos porque percibe que pierde fuelle ante la recuperación de la derecha del Partido Popular. Podemos, con Pablo Iglesias moviendo hilos e Irene Montero en el escenario, no se ahorra ninguna provocación porque siente su retroceso. Y discute así a la vicepresidenta Yolanda Díaz su candidatura a la Presidencia de todo lo que queda a la izquierda del Partido Socialista. Los extremos se realimentan en su crispación, el PP pica el anzuelo y el Congreso, con demasiada frecuencia, es un circo.

El mismo día que la ministra Irene Montero soltó lo de que "el PP promueve la cultura de la violación" -término empleado por Naciones Unidas pero no aplicable indiscriminadamente, ni admisible como munición preelectoral- el eurodiputado Esteban González Pons presentó su novela El escaño de Satanás. Ofició la ceremonia el ex presidente Mariano Rajoy, ahora ingenioso cronista deportivo y presentador de eventos digno de El Club de la Comedia.

Sin duda, la política española -y algunas más- necesita toneladas de risa para contener tanta crispación. González Pons partiendo de un hecho real -que el edificio del Congreso se edificó sobre las ruinas de un convento que tenía su pequeño cementerio- monta un imaginario relato histórico muy divertido, pero sugiriendo alguna aplicación actual. Ridiculiza a la extrema izquierda, nacionalistas y a la extrema derecha; dibuja un PSOE partido y un PP dubitativo; muestra su hartazgo hacia los periodistas que dictan consignas a los políticos y, en el fondo, aboga por un entendimiento entre socialistas y populares para evitar esperpentos. Fue una fiesta liberadora. "Un político también necesita esto para resistir", nos comentó a la salida el líder popular Alberto Núñez Feijóo. A ver si se relajan todos porque la política naufraga; aunque, por fortuna, la economía resiste.

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