La historia interminable

La historia interminable

Cuarta prórroga. Por más que cambiemos del arresto domiciliario sin matices al tercer grado de la condicional por franjas horarias, aunque la cuarentena se vista de desescalada, cuarentena se queda. Es 'La historia interminable' o, por mejor decir, 'The neverendig story' ('La historia de nunca acabar'), el título de la canción al que apelamos en este comentario de hoy, cuando nos acaban de prorrogar otros quince días. 

Canción película, libro... amalgama de tres en uno que no guardan tanta relación como el título podría sugerir aunque las tres ramas provengan del mismo árbol: la novela 'Die unendliche geschichte' que el alemán Michael Ende publicó en 1979, traducida en España como 'La historia interminable' y 'La historia sin fin' en Hispano América, de la que se hizo versión cinematográfica en 1984 con 'The neverending story' como banda sonora, pero únicamente en países de habla hispana y Estados Unidos. La película aborda solo la primera parte del libro, lo que llevó a Ende a renegar del filmado. Dos secuelas posteriores, 'La historia interminable II' y la III, bajo el señuelo de completar la novela hacen justamente lo contrario, alejarse del original, lo que profundizó el divorcio con el novelista. 

'The neverending story' se convirtió en seguida en un 'hit' mundial en paralelo con el éxito de taquilla de la primera película. Una canción acorde con el espíritu que ilumina la novela, ahora un clásico de la literatura juvenil y fantástica de ficción, un viaje interior al que invita el argumento a través de la fantasía para llegar al conocimiento de la realidad, que trasladado a la cotidianidad significa tomar el camino opuesto para encontrar al que realmente queremos. "Turn around, look at what you see / in her face, the mirror of your dreams" ("Date la vuelta, contempla lo que ves / en su cara, el espejo de tus sueños"), según la canción que interpreta Limahl, nombre artístico que es anagrama de Christopher Hamill, cantante inglés que logró su mayor éxito con esta 'The neverending story' en la que invita a hacer realidad esos sueños porque "estoy en todas partes, / escondida en las líneas / y escrita en las páginas / está la respuesta de una historia que no acaba". Ese 'estoy' en primera persona es la fantasía con la que alcanzar las estrellas, soñar un sueño... "Rhymes that keep their secrets / will unfold behind the clouds / and ther upon the raimbow / is the answer to a never ending story" ("Rimas que guardan sus secretos / se disiparán entre las nubes / y ahí, sobre el Arco Iris, / está la respuesta a una historia sin fin"), pero "no muestres miedo porque podría desvanecerse / en tus manos el nacimiento de un nuevo día". 

En la formulación de Ende para la realización del viaje interior la novela se considera seguidista de 'La Divina Comedia', en la que para llegar al Paraíso, su autor, Dante Alighieri, se adentra primero en el infierno. Ende se vale de su protagonista, Bastian, un niño solitario que debe primero abandonar su mundo real y transitar por los terrenos de la fantasía, donde todos los elementos están cargados de significado, según declaraciones del autor sobre su propio libro. Un viaje entre la realidad y la fantasía donde los dos raíles se equilibran porque ninguno de ambos tiene sentido sin el otro. Así, Bastian, lector en la 'fantaseada' vida real, terminará ayudando al protagonista de la 'ficción', Atreyu, en su defensa de la Emperatriz Infantil, soberana de Fantasía.    

Tal vez, "en este tiempo tan irreal", como escribe Charo Rejón, "donde me siento la protagonista de una historia de ciencia ficción, no puedo salir a fuera pero a cambio viajo hacia dentro". Han sido y son unos días de reflexión interior, propiciada por el domingo perpetuo en el que nos han tenido recluidos. Historia interminable, con matices de desescalada progresiva en libertad condicional, régimen abierto y reclusión en tercer grado. Pero esta cuarta prórroga, ¿la última?, que sale adelante entre los agrios reproches tan habituales como mutuos en que nuestros heraldos han convertido la política, nos ha devuelto al rigor que todavía pesa sobre nuestras vidas: aunque la cuarentena se vista de desescalada, cuarentena se queda. 

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