Salud sin fronteras
José Martínez Olmos
Sanidad e impuestos
La medicina afronta cambios conceptuales relevantes cuyo fundamento radica en los avances científicos que aportan nuevas capacidades diagnósticas y terapéuticas, las cuales permiten ganar años de vida y añadir vida a los años. Varios son los ámbitos del conocimiento en el mundo de la medicina que aportan avances relevantes pero, de manera significativa, se están encontrando soluciones disruptivas y poderosas con la aplicación de la Inteligencia Artificial en el abordaje diagnóstico y terapéutico de numerosas patologías por una parte, y en las nuevas capacidades derivadas del campo de la Genómica.
Es destacable la aprobación en junio del 2023 de nuevos servicios en el catálogo de prestaciones del Sistema Nacional de Salud incorporando biomarcadores en áreas de oncohematología, farmacogenómica, cardiopatías y trastornos del sistema circulatorio, enfermedades oftalmológicas, metabólicas hereditarias y miticondriales, neurológicas y neuromusculares o trastornos del neurodesarrollo.
Muchos otros avances se puede pensar que estarán en los próximos años a disposición de los servicios sanitarios para beneficiar a la ciudadanía y a los pacientes; sin ir más lejos en mi tribuna del pasado 2 de junio se habló sobre las poderosas posibilidades que se abren con los nanodiamantes puros con tecnología cuántica para predecir enfermedades con una precisión inédita.
Y es que, en definitiva, nos vamos acercando a ese instante decisivo de conseguir doblegar cada vez más enfermedades aunque sea paulatinamente. Pero, al mismo tiempo, se corre el riesgo de deslizar al sistema poco a poco hacia un hospitalocentrismo tan extremo que haga invisible, obsoleta y estéril a la Atención Primaria de salud.
Pues bien, todo aquello que tiene que ver con mejorar las capacidades de diagnóstico precoz para anticipar la aplicación de terapias más efectivas e, incluso, más personalizadas, o para instaurar pautas de actuación en el campo de los estilos de vida adecuados para retrasar la aparición de una enfermedad o mejorar su pronóstico, debería de formar parte de la cartera de servicios de Primaria porque es su campo de acción principal. Se hace necesaria una política pública que priorice la ubicación en la cartera de servicios de AP de todo este tipo de avances disruptivos, sean aquellos que aportan capacidad de mejorar la prevención o de anticipar el diagnóstico de cualquier enfermedad, sean aquellos que mejoran las posibilidades de curación mejorando el pronóstico con tratamientos precisos que no requieran necesariamente de recursos hospitalarios.
Todo esto requiere una reflexión estratégica que permita articular el aterrizaje adecuado para cada proceso; se trata de evitar que la medicina de los próximos años (que permitirá mejores resultados en salud y que está viviendo cambios muy profundos) quede alejada de la Atención Primaria, ya que no deberíamos aceptar que quede excluida de los avances capaces de prevenir y diagnosticar con precocidad y precisión; es evidente que éstos son campos específicos de la atención primaria.
Por eso, probablemente haya que resetear la mirada sobre la atención primaria para no perder ningún tren que pueda beneficiar a la ciudadanía. Es preciso convocar a esta tarea y a esta nueva mirada a todos los implicados: profesionales, pacientes, gestores y responsables de las políticas públicas. Necesitamos una Atención Primaria poderosa y disruptiva.
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