Análisis

carmen pérez

Universidad de Sevilla

¿Cuatro soluciones?

Martin WOLF, redactor jefe de Economía del Financial Times (periódico donde se encuentran siempre posiciones realmente independientes sobre la banca), discute en un largo artículo de esta semana cuatro posibles soluciones al problema bancario, a raíz de la crisis levantada por Silicon Valley Bank y otros bancos medianos de EEUU que están quebrando, así como por la caída del banco suizo Credit Suisse. Resumo, explico y opino.

La primera, dejar que prevalezca el mercado, esto es, dejarlos caer y que el sector público se desentienda. Esta opción es descartable porque el sector bancario es vital para la economía: sería el caos. También llevaría a la población a tener que buscar, a falta de la garantía estatal, la entidad que le diera confianza por sí sola para sus depósitos (¿la hay?). No es solución, pero debemos ser conscientes de lo perverso del sistema, con un sector público que respalda a un sector privado, lo que lo lleva a no mejorar su apalancamiento y a no ser escrupuloso en la asunción de riesgos.

En segundo lugar, endurecer la regulación actual. Los bancos medianos, como Silicon Valley Bank, estaban fuera de los controles más rigurosos de los considerados sistémicos. Ahora se ha visto que cualquiera puede desencadenar el pánico si un número suficientemente tiene vulnerabilidades similares. Las pruebas de estrés deben ser para todos y brutalmente realistas, contemplando todos los riesgos de la actividad bancaria, incluidos los de tipos de interés.

En tercer lugar, ir mucho más allá, dar un enorme salto cualitativo y exigirles una estructura financiera muchísimo más sólida: una proporción de capital del 25% del balance (ahora tienen un 5%); obligarlos a que la deuda con la que se financien sea convertible automáticamente en capital a medida que disminuyan las valoraciones del mercado (CoCos); o que tuvieran que mantener en líquido el total del volumen de depósitos captados.

Y la cuarta solución es eliminar este tipo de negocios, que combinan la captación de depósitos con la actividad prestamista. Los depósitos serían captados por entidades que los tendrían a su vez en reservas en el banco central (narrow bank); o bien, cuando el dinero digital soberano esté funcionando, permitiendo que el público directamente lo mantenga en el banco central, sin necesidad de intermediario, y que los pagos digitales fueran gestionados por empresas tecnológicas. Por su parte, la actividad prestamista se llevaría a cabo por entidades que se financiarían a través de bonos y depósitos a plazo, nunca a la vista.

Para un liberal, como el señor Wolf o como yo, la primera y la cuarta solución serían las ideales, pero hay que aceptar que no son viables, al menos, todavía. Quedan, por tanto, la segunda y la tercera: si el sector bancario es un batiburrillo público/privado, debe ser muy robusto. Pero, a diferencia del señor Wolf, no soy optimista en este sentido: esto se ha puesto sobre la mesa demasiadas veces. Sólo hay que recordar la reacción inicial a la crisis financiera de 2008, y que, sin embargo, a la vista está, no se ha hecho prácticamente nada: seguiremos igual hasta que todo desemboque en una crisis financiera tan profunda que la banca termine al completo nacionalizada.

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