Adiós profesor

Arsacio Peña encarnaba el espíritu del médico internista que imperó en España entre los años 50 y 70

Hace pocos días despedíamos a nuestro querido profesor don Arsacio Peña. Tenía 108 años y recientemente había recibido un homenaje, organizado por el Ilustre Colegio de Médicos de Granada. Yo lo conocí en un curso de doctorado que impartía como profesor emérito. Sorprendía la lucidez de su mente y la claridad en la exposición de los temas, a pesar de haber cumplido 80 años. Don Arsacio encarnaba el espíritu del médico internista que imperó en España entre los años 50 y 70, donde la Medicina Interna era la especialidad "troncal" de los hospitales, que empezaban a formar parte de un naciente servicio público de salud.

Su legado no sólo se limita a las seis generaciones de médicos a los que dio clase de Patología y Clínica Médica, sino que va más allá. Fue también el responsable, de formar en el Hospital Clínico San Cecilio a grandes internistas. Hombres y mujeres, con una sólida formación clínica, en un época con menos medios, en los que el diagnóstico de las enfermedades se basaba en gran medida en una completa historia clínica y en la exploración física y minuciosa del paciente. Internistas, que antes del nacimiento de las otras especialidades, derivadas de la Medicina interna, colocaron a este hospital en la vanguardia de la medicina de nuestro país. Ellos transmitieron a los médicos de mi generación la importancia de la aproximación a la enfermedad a través de una medicina clínica, que ponía al paciente en el centro del acto médico y que atribuía una gran importancia a la relación médico-paciente.

Hoy en la medicina, los avances técnicos, hacen más fácil el diagnóstico y el tratamiento de las enfermedades, aunque también sobrecargan el sistema sanitario. Por ello, algunos seguimos suscribiendo la necesidad de hacer actuales los principios de la medicina clásica. En una entrevista al Dr. Rozman, catedrático y autor del tratado de Medicina Interna Farreras-Rozman, este reivindicaba el papel del internista en la medicina moderna, como médico capaz de abordar los aspectos biológicos y psicológicos de la enfermedad con una visión integral, y decía: "A los MIR hay que enseñarles, primero a hacer una historia clínica, mirando al paciente a la cara y no al ordenador; luego, a realizar una exploración física, utilizando los sentidos. Entonces muy probablemente se disponga de una hipótesis diagnóstica, pudiendo proceder a solicitar las pruebas complementarias pertinentes".

Gracias profesor, por sus enseñanzas y su ejemplo en la práctica médica durante tantos años.

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