Hace una semana conocíamos el informe anual del Defensor del Pueblo andaluz, una perfecta radiografía de nuestra tierra desnuda de la propaganda, confundida previo pago publicitario con información veraz, de la que tanto gusta presumir a todo Gobierno que se precie, hoy el de mayoría absoluta del PP en la Junta y antes de ayer el de décadas del PSOE. El informe correspondiente al año 2023 deja un panorama demoledor para Andalucía.

Al cumplirse el 40 aniversario de la creación de la institución, se han batido todos los récords, tanto en quejas recibidas, como en consultas atendidas. Sanidad, Dependencia y Servicios Sociales son las materias que mayor incremento de reclamaciones han experimentado este año. Se trata de los pilares, junto a Educación y Vivienda, del Estado de Bienestar.

El Defensor evidencia con datos lo que es una percepción generalizada respecto al desastre en la atención sanitaria, en el acceso a la primera consulta de asistencia especializada, en intervenciones quirúrgicas y en la situación de colapso en la Atención Primaria.

El informe destaca los principales problemas en la cobertura que la Administración ofrece a los colectivos vulnerables y alerta “sobre los excesivos retrasos en la tramitación de los expedientes en torno al Ingreso Mínimo Vital, la tramitación de bonos eléctricos y térmicos, el pago a tiempo del bono joven, la ayuda al alquiler y los retrasos en la valoración de los grados de discapacidad”.

Otro de los pilares del Estado del Bienestar que se tambalean es el de la Dependencia, como resume de manera contundente la memoria, al señalar que hoy por hoy es “un derecho lastrado por dilaciones muy relevantes” en Andalucía, con expedientes de dependencia incoados en el año 2019 que aún no han sido resueltos.

Así las cosas el porcentaje de población en riesgo de pobreza o exclusión social creció 1,7 puntos en 2023 en Andalucía, hasta situarse en el 37,5%, que son once puntos más que la media nacional, según datos de la Encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística, algo de todo punto inasumible.

Sombrío panorama para un Gobierno que presume de multiplicar las inversiones con tan deslucido resultado y que si bien es cierto que heredó una situación nada halagüeña, no lo es menos que cinco años después, solo ha hecho que empeorarla para desesperación de una gran parte de los andaluces.

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