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EN sentido figurado, dícese de la humana disposición a participar en cualquier asunto. Estar dispuesto a todo, a no perderse ni una, más aún si esa actividad es de carácter lúdico-festivo. El sentido literal de la frase hecha es fácil de definir con Zapatero como Presidente del Gobierno. Ejemplo: Sarkozy al teléfono: "¿José Luis, te apuntas a bombardear Libia?" "Adelante".
Los bombardeos modernos tienen una peculiaridad: son muy selectivos. No todas las naciones tienen el privilegio de poder ser bombardeadas. Para entrar en ese exclusivo club hay que tener yacimientos petrolíferos. Eso sí, las potencias bombardeadoras esgrimirán excusas tales como la defensa de los derechos humanos. Curioso. En África Central ha habido masacres, dictaduras sangrientas y genocidios varios, y no se ha visto un avión de la OTAN ni en pintura ¿Por qué? No había petróleo. Países como Israel pueden cometer todo tipo de desmanes contra sus vecinos o contra sus propios ciudadanos, si estos son palestinos. Jamás la OTAN bombardeará Israel. Nada de esto enfría el entusiasmo de Zapatero a la hora de unirse a la fiesta.
A mí, qué quieren que les diga, todo lo que está ocurriendo en Libia me sume en un profundo desasosiego. Por un lado, creo que hay guerras justificadas, pero por otro, llevo viendo a Gadafi en el telediario tantos años con sus uniformes de opereta que lo considero como de la familia. El de contraalmirante del desierto me resultaba especialmente atractivo. Es más, si yo me fiara de mis gobernantes, que no es el caso, creería que Gadafi es un bienhechor de la humanidad ¿Por qué digo esto? Porque he visto fotos del rey Juan Carlos saludándolo amigablemente; fotos de Aznar y de Zapatero en animada charla con el ahora tachado de cruel dictador, recibiéndolo en la Moncloa, agasajándolo. En definitiva, un buen amigo de España. ¿Qué ha pasado ahora para que se olvide tan bonita amistad y le mandemos nuestros barcos y aviones de guerra? El término que el castellano tiene para este tipo de actitudes es muy antiguo: hipocresía.
La política internacional de Zapatero ha sido siempre consecuente con una única premisa: la incoherencia. Empezó por retirar las tropas que Aznar había enviado a Irak. De ahí pasó a mendigar una cita con Bush y a enviar más y más tropas a Afganistán. Hace poco, antes de ser el primer jefe de gobierno europeo en visitar Túnez, viajó a Catar y a los Emiratos Árabes, monarquías absolutas que practican un tipo de democracia bastante peculiar: ni hay elecciones ni están permitidos los partidos políticos. De allí se trajo varios contratos millonarios y promesas de inversión, que es de lo que se trataba. Ahora se ha puesto de nuevo el disfraz de paladín de los derechos humanos y se ha apuntado a bombardear Libia. Este hombre parece decir "¿Queréis saber lo que significa la palabra contradicción? Contradicción soy yo".
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