Certeza o paradoja

Todo el inmenso problema de la mentira y la posverdad acaba siempre en falsos argumentos, sofismas

Vaya, hombre!, dicen que se quejaba el paisano. "¡Ahora que el burro estaba aprendiendo a no comer, va y se muere! ¡Ya es mala sombra!". Desgracias de la vida, podríamos añadir nosotros, viendo los esfuerzos del protagonista en ahorrar precisamente lo que es imprescindible. Pero el fondo de la cuestión no es nada sencillo. La lógica del hambre se contradice con la lógica de la subsistencia y de esta manera nuestra vida siempre está engarzada en paradojas y contradicciones que, planteadas a los ojos vivarachos de nuestro entendimiento, acaban por dejarnos a la intemperie. Paradojas y contradicciones que hay que aclarar si queremos vivir desde la certitud.

El caso es que, aunque tratemos de mantenernos a flote en las certezas de la vida, estás están de todas formas agarradas a la duda, a la incertidumbre y a la perplejidad. Es la imposible la comprobación de si los objetos materiales siguen estando ahí cuando ninguna persona los ve o los percibe. ¿O desaparecen? Por ello todo el inmenso problema de la mentira y de la posverdad acaba siempre en paralogismos y falsos argumentos, sofismas, en los que buscamos refugiarnos pero que al fin y al cabo, lanzan la espuma de la confusión y del error. ¿Verdad? ¿Mentira?

Gente hay que lamenta haber nacido, incluso casi todos hemos vivido esa sensación de sentido, de qué y por qué estamos aquí. Suscita esta reflexión sobre las contradicciones de nuestros pensamientos y creencias la noticia de que un individuo ha denunciado a sus padres ante la Justicia por haberle traído al mundo sin haberle antes pedido su opinión. La requisitoria está mal planteada por haber recurrido a lo que se llama la justicia ordinaria. Debió haberse presentado ante un tribunal de Dialéctica, Lógica y Metafísica porque parece evidente la contradicción que encierra pues, para poder dar su aquiescencia a nacer, ya antes debía haber nacido. Fuera o dentro, sin ser, ¿cómo va a poder decidir si quiere ser o no? Las contradicciones de la lógica y el sentido común se expresan claramente en la actitud de aquel soldado que, al volver al cuartel tras un permiso por el fallecimiento de un familiar, llega con el uniforme teñido de negro. Pero ¿cómo, le dice el capitán, viene usted en esas condiciones? Cómo voy a venir si no, vengo de luto como está toda mi familia: no guardar el luto sería una terrible falta de respeto a los muertos, a mi ser querido muerto. ¿No?

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