Res Pública

José Antonio Montilla

montilla@ugr.es

Defender la democracia

Hay que respetar cualquier gobierno elegido por la ciudadanía, aunque no nos guste

Los partidarios de Bolsonaro han entrado por la fuerza en las sedes de los tres poderes: el Congreso, la Presidencia y el Tribunal Supremo. Las llamas del Congreso brasileño me traen a la memoria, de forma inevitable, la quema del Reichstag alemán por los nazis. Son señales de humo para alertarnos del peligro que acecha a la democracia en cualquier lugar; en Estados Unidos, en Brasil o en Alemania donde también se han desmontado los preparativos de un ataque violento a las instituciones. Ante ello resulta preciso entender las causas y actuar en defensa de la democracia.

No se asaltan las instituciones de la noche a la mañana. Antes se ha producido un proceso de socialización de quienes van a ejecutar la acción. Ese proceso es caro en términos económicos pues precisa intensas campañas en redes sociales y un importante respaldo de medios de comunicación. Por ello, el peligro está en la actualidad en la extrema derecha en cuanto hay más gente dispuesta a financiar acciones para "salvarnos del comunismo" que del "fascismo".

El proceso parte de la consideración del Gobierno salido de las urnas como ilegítimo. Los motivos pueden ser diversos. Se puede trasladar el mensaje de que ha habido un fraude electoral o basta con sostener, como se hace en España, que el Gobierno es ilegítimo porque, según ellos, no cumple el programa electoral con el que se presentó a las elecciones.

Ese gobierno ilegítimo, y específicamente su presidente, es insultado sin límite a través de redes, creadores de opinión y medios conectados con la extrema derecha. Se puede decir cualquier barbaridad hasta llegar a deshumanizar a quien no es ya un adversario político sino un enemigo a destruir, en la lógica de Carl Schmitt.

A través de esos cauces se difunde cualquier bulo pues quien considera que el Gobierno es ilegítimo y su Presidente un remedo de Lucifer, aceptará y difundirá cualquier mensaje, sin hacer la más mínima comprobación.

Con la machacona reiteración, día tras día, se consigue que una parte de la ciudadanía esté dispuesta a hacer lo que sea necesario para echar al Gobierno ilegítimo y al presidente traidor. Es lo que ocurre en Estados Unidos y en Brasil pero el proceso está en marcha también en España.

Frente a esta deriva, no podemos ser indiferentes sino defender la democracia. Ello supone respetar a cualquier gobierno elegido por la ciudadanía, aunque no nos guste; evitar el insulto pues el adversario político no es nuestro enemigo sino alguien con quien debemos convivir o luchar contra la desinformación, cotejando los mensajes que recibimos y denunciando los bulos.

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