Esta boca es tuya

Antonio Cambril

cambrilantonio@gmail.com

Desarrollo insostenible

Los de las hormigoneras están de fiesta y aseguran que no repetirán los errores que nos condujeron a la crisis

Eempezó en los noventa. Los técnicos institucionales con menos cultura que una moto disfrutaron de los primeros teléfonos móviles y de la facultad de poder llamar gratis cuando, donde y a quien quisieran. Aquellos tipos capaces de hablar por la calle con ellos mismos para darse importancia (sin nadie al otro lado del aparato) se convirtieron en feroces creadores de lenguaje. Confundían ínsula (isla) con ínfula (vanidad pretenciosa) y pasaban el tiempo repitiendo que fulanito tenía muchas ínsulas, como si fuera dueño de media Polinesia. La cumbre fue lograr, con la colaboración de algunos periodistas deportivos, que la Academia de la Lengua aceptara que una palabra signifique algo y su contrario. Sucedió con evento, originalmente un hecho imprevisto, algo que puede suceder o no, que convirtieron en un suceso importante y programado. Así transformaron en eventos el Madrid-Barça, un concierto de los Stones, la toma de posesión de Clinton (con fecha y escenario fijos) o el maremoto inesperado en Tailandia. Después la costumbre se amplió a políticos ágrafos que multiplicaron términos cuyo significado desconocían, como "implementar", "poner en valor" o "yacimientos de empleo"… aunque con este último acertaron, puesto que las sucesivas reformas exterminaron el mercado laboral hasta tal punto que hubo que buscar trabajo debajo de las piedras.

Entre tanta declaración huera hubo una que batió récords, que pasó de la izquierda a la derecha y que sigue vigente. Todo el que quiso impulsar un proyecto industrial, turístico, minero o agrícola que supusiera la destrucción de la Tierra, del hogar común, empezó a hablar de "desarrollo sostenible". El tiempo ha demostrado que el desarrollo sostenible es insostenible, una expresión inventada por el neoenglishliberalismo y exportada desde Wall street para seguir sobreexplotando la naturaleza en beneficio de unos pocos. La última conquista de los defensores del desarrollo insostenible tuvo lugar hace días. El Tribunal Supremo ha anulado el Plan de Protección del Corredor Litoral de Andalucía que impedía construir en una franja de quinientos metros en las pocas zonas costeras que quedan vírgenes. Los de las hormigoneras están de fiesta y aseguran que no repetirán los errores que condujeron a la crisis y la ruina de millones de españoles. Pero mi sensación al leer la noticia fue la del sioux que relata Lévi Brul. El indio vio a un investigador preparando unos bocetos y dijo tiempo después: "Este hombre ha metido muchos de nuestros bisontes en su libro. Yo estaba presente cuando lo hizo, y desde entonces no hemos tenido bisontes". ¡Construirán un rompeolas de ladrillo de doce plantas de altura desde Vera hasta Ayamonte!

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