Deshaciendo lo injusto

Pero, para qué denunciar, ni decir, ni evidenciar, si para caer bien lo suyo es contar globos...

Media vida deshaciendo lo injusto con su voz y su guitarra. Presentando los versos duros de una Gloria Fuertes que es bobo decir no conocer, cuando lo acertado es confesar que no queremos conocer, porque lo fácil es cantar y contar los globos de la luna que se escapó. El pasado martes el CAL en la presentación del libro disco Mano a mano (ed. Allanamiento de Mirada) trajo a Moncho Otero, junto a Flaco Barral, para mostrarnos, con las notas justas, con el tono acertado, a pesar de su aspecto fornido, de sus desplantes poéticos ("no me gusta que me llamen poetisa/ me gusta el vino como a los albañiles") a un ser frágil, con una mirada certera del mundo, pero sobre todo con la valentía de gritarlo ("sé lo que dan de sí los hombres;/sé que hay muchos que me encarcelarían").

La reina de la ironía supo, a su pesar, que la rima fácil de unos versos para niños vendría para salvarla, pues qué necesidad hay de rimar lo cruel, de contar lo terrible, de evidenciar lo injusto ("a los déspotas duros nadie les dice nada/[...] y nos pisan el cuello y nadie se levanta, / y nos odia la gente y decimos: ¡la vida! / Esto pasa señores y yo debo decirlo"), pero lo rimó, lo contó, lo evidenció, y sus versos siguen tercos frente al caracol y la araña y la boca que ríe. Parecieran otros tiempos en los que denunciar era arriesgar, sin embargo, esta misma semana, varias personas me han aconsejado, por mi bien, que no haga critica a las instituciones, porque, como cuando otrora, no conviene. Algunas de esas personas me palmeaban si era distinto el traje de los regidores, y es que la conveniencia es como el viento que cambia súbito de poniente a levante. Me abstendré entonces de contar, para no herir sensibilidades institucionales, que mientras los versos de Gloria sonaban ("Este mundo resulta divertido/ pasan cosas señores que no expongo"), robaban a punta de navaja a cuatro jóvenes en ese Parque García Lorca tan venerado y desolado, donde la basura sigue siendo el ornamento más florido, y que mientras brindaban, no sabemos si con cava, por aquello de la susceptibilidad autonómica, por el nuevo premio Federico García Lorca, robaban en la Huerta de San Vicente. Pero, para qué denunciar, ni decir, ni evidenciar, si para caer bien lo suyo es contar globos...

Es triste, a estas alturas, que sea otro el eco de Gloria que resuene ("Yo sé cuando fallo y cuando tengo razón/porque aún estoy viva/ y tengo que manifestarme en la sombra/ porque hay hombres ¡que se beben la luz!").

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