Quousque tamdem

Luis Chacón

luisgchaconmartin@gmail.com

Esperanza

La esperanza en el porvenir ha sido siempre el mayor acicate y el mejor incentivo para la Humanidad

No creo que nadie, ni el más pesimista de los profetas, ni el más delirante iluminado hubiera podido prever hace un año que este 2020 que termina iba a ser tan complejo, duro, triste y desolador como ha sido. No saldremos indemnes de esta experiencia. Sólo nuestros mayores, los que sufrieron la guerra civil y la posguerra junto a quienes, en casi toda Europa, fueron protagonistas involuntarios de una terrible infancia de guerra, sangre, dolor y muerte, vivieron algo similar, aunque, no nos engañemos, infinitamente más duro. Y, sin duda, el olvido, ese mecanismo psicológico que nos permite vivir y disfrutar de la vida sin atormentarnos, se encargó de enterrar esos tristes recuerdos bajo una enorme montaña de días alegres.

Es, en estas duras circunstancias, cuando cada uno de nosotros demostramos realmente quienes y cómo somos. Y como tantas veces, surgieron los derrotistas y los pescadores en el río revuelto del dolor y la muerte; los encantadores de serpientes y los agoreros; los de inquebrantable fidelidad y los de flagrante oposición; los desinformadores, los mentirosos y quienes buscan su minuto de gloria. Pero también, y como siempre, la mayoría cívica que sin ruido ni alharacas cumple con su deber y sostiene al mundo. Y junto a ellos y con ellos, los que con su trabajo callado y constante en primera línea hicieron que la vida siguiera adelante manteniendo una difícil normalidad. Porque, igual que nuestros mayores se acostumbraron a los bombardeos y jugaron de niños entre los escombros, hoy lo hemos hecho a las mascarillas, las restricciones, el confinamiento y hasta a los toques de queda de tan bélica y casi cinematográfica resonancia.

La pandemia ha sido también una cura de humildad que nos ha hecho valorar cada detalle. Hemos vuelto a descubrir que es la grandeza de nuestra cotidianeidad la que da sentido a vivir. Que lo que nos rodea es el soporte rocoso y firme de nuestra vida. Siempre tuvimos la esperanza de que habría un día de la victoria para esta guerra. Quizá, el inicio de la vacunación -parafraseando a Churchill- no será el fin, ni siquiera el principio del fin, pero es, sin duda, el fin del principio. Ahora, tras la tormenta vendrá la calma, y no será idílica. Nos queda reconstruir el mundo en el que vivíamos hace tan sólo un año y mejorarlo. Pero la esperanza en el porvenir ha sido siempre el mayor acicate y el mejor incentivo para la Humanidad.

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