Hque roben tu palabra./Habla pueblo habla/habla sin temor/noi dejes que nadie/apague tu voz...

Hay que tener ya unos años para recordar estos versos que formaban parte del estribillo de uno de los grandes éxitos musicales del año 1976. Se trataba de la canción Habla Pueblo habla, del grupo Vino Tinto, que con el franquismo aún de cuerpo presente en casi todos los ámbitos de este país, se compuso para alentar a la ciudadanía a participar en el referéndum para la reforma política de aquel mismo año, convirtiéndose en un auténtico fenómeno popular, algo muy parecido a lo que ocurrió, también en 1976, con aquel boom musical que supuso el Libertad sin ira del grupo Jarcha, utilizada para el lanzamiento de Diario 16. Tanto el uno como la otra hicieron más por la democracia y la participación en las urnas, que la mayoría de las campañas impulsadas desde las instituciones.

Desde aquel lejano 1976 la democracia y las elecciones se han normalizado, para bien, en nuestro país y lo que hace 47 años era una situación extraordinaria, forma ya parte de nuestra cotidianeidad.

Todo lo anterior nos lleva a que pasado mañana, las granadinas y granadinos estamos llamados a las urnas para elegir a nuestros representantes durante los próximos cuatro años, en los 174 ayuntamientos de nuestra provincia. Será la décimo segunda vez en que podamos ejercer el derecho y tengamos el deber de elegir a nuestros alcaldes y concejales, desde que en 1979 lo hiciéramos por primera vez, tras cuatro décadas de dictadura. Acudir a las urnas, no solo es un derecho, sino que también es un deber para con nuestra sociedad y sobre todo con la memoria de nuestros miles de conciudadanos que sacrificaron vidas, libertad y haciendas, para que nosotros el domingo, tengamos el privilegio de poder votar.

Les confieso que me produce una profunda tristeza observar cómo en cada cita electoral, la participación disminuye y en muchas de ellas, apenas se supera el cincuenta por ciento de los ciudadanos con derecho a voto, lo que supone que más de cuatro de cada diez personas que pueden hacerlo, no lo hacen.

No ejercer ese derecho fundamental es dar la espalda a nuestros pueblos y ciudades, desentendernos de su futuro y no querer saber nada de lo que nos rodea cada día. Abandonar el máximo exponente de toda democracia, que no es otro que el poder votar, supone el campo abonado para aquellos herederos ideológicos de quienes nos lo impidieron durante cuarenta años. No lo permitan. Mucha gente se dejó la vida para que pasado mañana usted pueda ir a votar

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios